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A propósito de la «evaluación» del Mensaje Presidencial 2000


Recientemente el Instituto Libertad hizo una evaluación del cumplimiento del Mensaje Presidencial del 21 de mayo de 2000, en función de 106 propuestas que se habían efectuado en dicho mensaje. Esas mismas propuestas no las vio entonces esa institución, pues calificó el discurso como carente de propuestas específicas y poco novedoso.



La distancia del tiempo limpia, al parecer, la vista del Instituto Libertad. Ojalá que el tiempo también permita a dicha entidad alcanzar una mirada en perspectiva de la construcción de país, y que comprenda que un país se construye entre todos.



El Mensaje Presidencial del 21 de mayo del año pasado tiene carácter especial pues fue el primer mensaje emitido por Ricardo Lagos en su cargo de Presidente de la República. En ese discurso lanzó una invitación a construir el país entre todos. Parece que sectores de derecha y el Instituto Libertad no entienden el significado de la frase entre todos, ni el ejercicio real de la democracia: eso queda de manifiesto en la reciente evaluación del mensaje realizada por el Instituto.



En la mencionada evaluación no se considera el carácter de invitación del mensaje; no se asume que las políticas se elaboran y construyen en el interior de la comunidad nacional, y carece de una perspectiva de largo plazo. Solo lo inmediato y los resultados, sin importar el cómo, son tomados en cuenta.



El que el Poder Ejecutivo haga una invitación a trabajar en conjunto en pos de la construcción de esta nación implica que el logro de los objetivos, así como del sentido de país, no es una labor que le corresponda sólo a él. También requiere la participación y el avenimiento del resto de la sociedad chilena.



En este sentido, el Poder Ejecutivo cuenta con instrumentos formales limitados, como el manejo del presupuesto público, la prioridad que otorga a los diferentes proyectos de ley y la administración del aparato público. Adicionalmente, se debe comprender que el origen de ese poder se encuentra en la ciudadanía, que mediante un proceso libre e informado selecciona quién detentará su representación.



En consecuencia, la invitación hecha por Ricardo Lagos es también una invitación cumplida en representación de los ciudadanos que lo eligieron. En ella se convoca a todos, gobierno, aparato estatal, sociedad civil y empresarios, a trabajar en conjunto para el logro de un conjunto de objetivos.



Al recordar lo que fue el año pasado en materia de políticas públicas, surge la imagen de cómo se repitieron las discusiones de la campaña presidencial. En efecto, en ella Lagos planteó los temas de la Reforma Laboral y la lucha contra la evasión tributaria, sobre los cuales la ciudadanía se ha pronunciado.



Durante el año pasado no reinó un clima de cooperación entre los diferentes sectores que componen el mundo político, social y económico. No negamos el derecho a expresar opiniones, pero también creemos que si nuestras opiniones y poderes de negociación tienen efectos reales en la elaboración de políticas públicas, nos debemos hacer responsables por éstos. En efecto, la no concreción inmediata de ciertas políticas o medidas no es sólo responsabilidad del Ejecutivo, sino también de la derecha, de los grupos empresariales y de la propia ciudadanía.



El Poder Ejecutivo puede buscar los mecanismos de dialogo -confrontacionales o transaccionales- que le parezcan más adecuados para alcanzar los fines propuestos. El tener claridad sobre cuáles son los instrumentos «reales» con los que cuenta el Ejecutivo conduce a considerar al conjunto de actores (agentes) responsables del éxito o fracaso de una determinada medida o política. En éste sentido, el análisis efectuado por el Instituto Libertad se contradice con lo que es el espíritu propio de una democracia , en donde todos participan en la construcción de un país y sus políticas públicas, pues asigna la totalidad de la responsabilidad del éxito y fracaso de las medidas al Ejecutivo.



Así, a modo de ejemplo, en el análisis efectuado por dicha institución no se valoran los mecanismos implementados para lograr la Reforma Laboral (mesa de dialogo), ni tampoco que tras un año de conversaciones con diferentes sectores se haya logrado concordar, en un trabajo prelegislativo, un conjunto de medidas.



En este sentido surge una pregunta al leer el trabajo efectuado por el Instituto Libertad: ¿cómo dicha institución valora el ejercicio de la democracia, ejercicio de dialogo, búsqueda de acuerdo y reconocimiento de diferencias , en relación al autoritarismo que puede, en efecto, conducir a la generación de instrumentos de políticas pero carentes de legitimidad?



El Instituto Libertad parece que tampoco entiende que un país no se construye ni se cambia en un año; lo que hoy es Chile y su sociedad es producto de años de vivir en común con nuestras diferencias y acuerdos. El imponer cambios drásticos sin que estos sean considerados legítimos por la población no es propio de la democracia, sino de regímenes autoritarios.



Nadie ha dicho que la democracia sea el medio de mayor rapidez para obtener ciertos resultados. En democracia los medios mediante los cuales se alcanzan los objetivos son importantes, y en particular la participación activa de la ciudadanía es relevante por que las personas importan por sí mismas. El creer en el valor de la persona humana no es sólo un tema de discursos, sino de práctica, y su práctica exige el respeto por los otros y su libertad.



De ahí la importancia de entender el sentido de invitación del mensaje del presidencial del 21 de mayo del año pasado. Ahora bien, entender que ello es una invitación de largo plazo a todos los sectores implica creer el que tener el Poder Ejecutivo -esto es, detentar el cargo de Presidente de la República- u otro poder (conocimiento, medios de comunicación, dinero) no da mayores derechos en el sentido de imponer proyectos o políticas, sino otorga una mayor responsabilidad con el resto de los ciudadanos.



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  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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