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Quiromancia y liberalismo


Las exigencias de la actualidad me obligaron a dejar de lado una regla de la polémica. Brunner me había respondido en un articulo titulado La izquierda del futuro donde me conminaba a una discusión publica, rechazando con buenas razones mi invitación a seguir discutiendo en Las Lanzas. En realidad tiene razón, pero con una condición: que discuta conmigo y no con molinos de viento o con invenciones que ha creado para usarlas como blanco.



Acusar a alguien que ha criticado y sigue criticando al capitalismo por sus desigualdades de ser un romántico idealista, despreocupado de la reproducción material de los seres humanos, es transformar la polémica en cachacascan, forma dialectal con que en mi juventud se nombraba a la lucha libre, en la cual ninguna regla se respeta.



Mi contradictor es experto en captar contextos discursivos, y además es un lector atento y documentado. Para evitar hacerme criticas sin sentido le hubiera bastado colocar en su contexto la frase que alude («más importante que el crecimiento económico y su chorreo es que la sociedad pueda deliberar sobre sí misma, que pueda participar en forma real»).



Tambien le hubiera servido el simple expediente de leer la columna que el día jueves 5 de julio escribí en El Mostrador.cl (Pobreza y riqueza: la crisis moral de Chile).



Pero Brunner me puede decir, con razón, que la posibilidad de malentendidos se minimiza escribiendo con claridad. No obstante, si se hubiese atenido a respetar la literalidad del texto tampoco me hubiese podido hacer la critica que me hizo.



La frase que Brunner usa para clasificarme de romántico dice en forma literal «es más importante», no dice «es lo único importante». Si hubiese querido decir lo único, habría escrito lo único, y entonces Brunner podría haber detectado con razón una dicotomía. Pero hablé de mayor importancia.



No dije que el crecimiento (con chorreo) no tuviera ninguna importancia. ¿Cómo puede decirse que uno dicotomiza cuando está usando una escala de medida donde entre más y menos puede haber muchos puntos?



Además, Brunner se confunde respecto a lo que quiero decir con crecimiento con chorreo. Cuando utilizo esa frase no tengo en la mente la dicotomía que a Brunner se le pasa por la cabeza y que cree extraer de mi frase (crecimiento con chorreo versus deliberación discursiva).En efecto, hay una dicotomía detrás de mi frase, pero es otra, que me extraña que Brunner no recuerde. Esta es la dicotomía entre crecimiento con chorreo versus crecimiento con equidad.



La confusión de Brunner respecto a lo que dijo es tan total que se pasa la mitad del articulo demostrándome que la deliberación y crecimiento se necesitan de forma reciproca, como si no lo supiera cualquiera con un mínimo de ilustración y de sentido común.



Para poder darme ese sermón de materialismo, como purgante contra mi espíritu romántico, Brunner hace un pase de torero y se olvida de que mi frase habla del chorreo. Lo principal en ella es el chorreo. Al olvidarlo, ¿qué hace Brunner? Discute conmigo dando por sentado que todo crecimiento es con chorreo. De otro modo las enseñanzas que me prodiga no tendrían ningún sentido, pues yo no hablo de todo crecimiento sino de uno en especial, el gota a gota.



Para precisar la diferencia entre crecimiento con chorreo y con equidad basta ver la encuesta Casen recién aparecida, o leer el articulo del periodista Pablo Solis en El Mostrador.cl: con el chorreo los pobres desaparecerán en 75 años más si las tasas de disminución se mantienen en el nivel actual.



Pero hay otro aspecto que el humor hiperpolémico con que Brunner escribió el articulo le impidió ver. La existencia de una deliberación discursiva puede considerarse, sin pecado de idealismo, más importante que el crecimiento, en especial si éste es con chorreo.



Deliberar es en un primer nivel discutir. Pero con un objetivo: discutir para decidir sobre las finalidades que una sociedad se plantea e incidir sobre ellas por una vía procedimental, que son elecciones, referéndum, plebiscitos, asambleas constituyentes o participación en la decisión sobre los presupuestos a nivel local o estadual (como en Brasil, en ciertos estados gobernados por el Partido de los Trabajadores).



Deliberar, entonces, no es discutir sobre los pajaritos. Implica entre otros aspectos participar en el debate sobre el modelo de desarrollo.



Estoy de acuerdo en todo lo que Brunner dice sobre las condiciones de desigualdad de los actos comunicativos. Pero cuando hablo de deliberar no solo hablo de conversar, polemizar y discutir. Tambien hablo de hacerlo dentro de un sistema político nuevo, abierto a cambiar sus finalidades mediante procesos deliberativos a los cuales siguen decisiones colectivas. En una democracia participativa, los ámbitos en que los ciudadanos deciden deben ampliarse.



En esos procesos de decisión opera la igualdad formal. Se mantiene la desigualdad del intercambio comunicativo pero no la de la decisión. Además, los procesos deliberativos son también procesos de autoeducación de los ciudadanos, a través de los cuales aprenden el arte de adoptar posiciones respecto a lo que está en discusión.



Brunner me da de pasada otra lección, que hace extensiva a la nueva izquierda. No debemos enredarnos en nuestra propia sombra, sino aprovechar las «fuerzas más enérgicas» del capitalismo al servicio de «esa transformación».



Brunner parece confundirme con un ludista. No lo soy. Luchar contra el capitalismo dentro del capitalismo no implica intentar eliminar las maquinas, cerrar las industrias y correr a refugiarse en la madre naturaleza, en una cabaña de Tompkins. En absoluto. Pero sí consiste en oponerse, creando experiencias nuevas, contra una economía orientada de un modo absoluto por la lógica de la ganancia; contra un sistema que no busca que la riqueza se oriente de manera prioritaria a satisfacer de un modo equitativo las necesidades humanas, y genera en cambio millones de pobres. Y también depredando a la naturaleza con tal intensidad que algunos se preguntan, con razón, si esta forma de crecer no producirá destrucciones irreversibles del entorno.



Es por y para eso que se hace necesaria la deliberación política en una democracia participativa: para que el campo político institucional facilite y no estorbe la constitución de actores que se movilicen contra ese feroz despilfarro de seres humanos.



¿El crecimiento con equidad y la profundización democrática son posibles en el capitalismo? En ningún caso lo son como efectos del sistema mismo, sino como resultantes de luchas anticapitalistas que arrancaran jirones de mayor justicia social a un sistema que es movido por la ley interna del calculo de la ganancia. Son luchas anticapitalistas porque van contra la lógica inherente a ese modelo de crecimiento, porque buscan reorientarlo hacia la racionalidad material (que es aquella de la cual Brunner supone que no me preocupo).



Por ultimo, quiero decirle a Brunner que titular el articulo Una izquierda sin futuro constituye un acto de adivinación propia de un quiromántico, por no decir que su titulo representa una soberbia profética.





Siga la polémica entre Brunner y Moulian:



Tradiciones de izquierda: ¿Monopolio de rocinantes? (por José Joaquín Brunner)



¿Que es ser de izquierda?: discutiendo con Brunner (por Tomás Moulian)



Conversando con Moulian (por José Joaquín Brunner)



Otro schop, don Manuel (por Tomás Moulian)



La izquierda sin futuro (por José Joaquín Brunner)





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