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La necesidad de transformar el ruido en nueces

Lo importante es la aparición en el Partido Comunista de una clara conciencia de que debe buscar acuerdos con esa izquierda que se ha deslizado hacia una frontera incierta entre el liberalismo y el reformismo.


Mucho ruido se ha hecho en torno al acuerdo electoral en algunos distritos entre el Partido Socialista y el Partido Comunista. La mayor parte de las reacciones presentan el sello inequívoco de la exageración o de la politiquería. Exageración, porque se trata de presentar acuerdos restringidos que no afectan a más de seis distritos como un acuerdo general.



También caen en politiquería, porque ese tipo de reacciones excesivas, en general histéricas y destempladas, no tienen relación con un análisis propiamente político. Se preocupan más por los aspectos accesorios de la situación y camuflan interpretaciones en base a intereses bajo el disfraz de razonamientos universales.



Debo confesar que como ha sido mi costumbre o mi vicio desde 1990, votaré y apoyaré a los candidatos del Partido Comunista. Pero también señalo que me ha costado mucho esfuerzo encontrarle a estas difíciles negociaciones algún sentido positivo para una política de izquierda.



Considero que la prioridad actual debe ser puesta en otro lugar. Es mucho más importante trabajar desde la base en la reconstrucción de las condiciones de una conciencia clasista -esto es, de una conciencia que vincule los efectos perniciosos de estas políticas con el sistema- que intentar encontrar apoyos electorales para candidaturas cuya incidencia se visualiza como mínima



Por lo mismo, creo que un proyecto actual de izquierda radical debe dedicarse a la educación como tarea prioritaria. Una educación orientada hacía la creación de conciencia de clase, que es hoy conciencia de nación y también de proyecto de futuro.



Por otra parte, me parece problemático concederle al Partido Socialista actual una especie de certificado de buena conducta que no se ha ganado en la práctica social. Si en verdad los socialistas defendieran en la situación actual una política reformista, una política socialdemócrata, cumplirían su papel histórico. Pero es eso lo que no hacen.



En ese sentido, el gesto de Escalona de apoyar el pacto con los comunistas me parece una manera barata de eludir las tareas significativas. Si los socialistas quieren ser coherentes con su espíritu progresista, deben convertirse en el sector reformador de la Concertación. Con este apoyo a los comunistas salvan su buena conciencia, pero sólo porque han puesto la valla muy baja.



En definitiva, creo que la única virtud que tiene este apoyo electoral compensado es que abre caminos de futuro. No descarto en absoluto que la votación socialista no se vuelque hacia los candidatos comunistas. Hay demasiados años de separación, de pérdida de la confianza política, de destrucción de los lazos de sociabilidad. Eso puede impedir la flexibilidad de los trasvasijes de votación sobre los cuales se basan estos pactos. Ello puede ocurrir con más facilidad con la votación socialista, la cual tiene otras alternativas.



En todo caso, esta difícil experiencia de aproximación, conseguida en medio de mutuos anatemas, es un gesto de futuro. Sólo cuando se reconstruya el cuadro político podrá adquirir dimensiones nuevas. Pero por el momento, es una demostración que en el Partido Socialista, embarcado en la actualidad en un proyecto de reproducción (no de repetición) del pasado, existe una voluntad de cambio o una voluntad de interrogación.



Creo que ésta es la gran apuesta, que supera largamente los rendimientos coyunturales. No importa que los socialistas de Illapel, ulcerados por la eliminación desde arriba de su candidato local, no voten por el aspirante comunista.



Lo importante es la aparición en el Partido Comunista de una clara conciencia de que debe buscar acuerdos con esa izquierda que se ha deslizado hacia una frontera incierta entre el liberalismo y el reformismo. No da lo mismo para la construcción de futuro que ella este allí o allá. Allá es otra parte, mientras allí es una zona de discusión, de debate. Es en el allí donde hay espacio para combatir por posiciones progresistas.



Por eso este confuso y difícil parto de los montes tiene perspectivas de futuro.



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