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La UDI, la derecha y los partidos políticos en Chile

¿Qué otro partido político puede hoy día mostrar los grados de lealtad, disciplina y cohesión que muestra la UDI? ¿Hubiese sido posible en RN o en la Concertación que la «bajada» de candidatos a las parlamentarias sea asumida y justificada como necesaria en función de los intereses de un proyecto dado, sin que aquellos se sintieran personalmente afectados y cuestionaran públicamente tal decisión?


A partir de las últimas maniobras políticas de la UDI, sería importante analizar la lógica política con que esta organización opera. Lógica que le ha permitido lograr la hegemonía al interior de la Alianza por Chile y que, eventualmente, le posibilitaría instalarse en La Moneda el 2006. Creemos importante instalar este tema, ya que es lo menos que aparece en la discusión publica y lo que -creemos- permite hacer inteligible la fortaleza de este partido y la debilidad de las restantes colectividades políticas.

Hasta ahora, la UDI se ha mostrado como el único partido político que ha logrado construir una práctica en función de un «proyecto» de país -en este caso el por ellos llamado «Proyecto de Lavín»- sobre el cual ordena y cohesiona al conjunto de su orgánica, define su intervención política y le permite construir un discurso que la diferencia tanto de sus compañeros de Alianza como de la Concertación e inclusive del Partido Comunista.



Es esa la peculiaridad el mayor poder de acción de la UDI. Es decir, una fortaleza dada por lograr cohesionar los intereses individuales en función de un objetivo en común, y poseer una directiva que, en función de un objetivo político a largo plazo, planifica y orienta la intervención del conjunto de la organización.



¿Qué otro partido político puede hoy día mostrar los grados de lealtad, disciplina y cohesión que muestra la UDI? ¿Hubiese sido posible en RN o en la Concertación que la «bajada» de candidatos a las parlamentarias sea asumida y justificada como necesaria en función de los intereses de un proyecto dado, sin que aquellos se sintieran personalmente afectados y cuestionaran públicamente tal decisión? Planteado de otra forma, ¿qué otro partido podría darse el lujo, como lo hace la UDI, de mostrar como en menos de media hora sus candidatos decidan «bajarse» de la elección tras una petición hecha por su líder, dejando de lado sus ambiciones personales, los recursos invertidos y las decisiones personales involucradas?



Por el contrario, y como se ha visto a lo largo del año en RN y en los partidos de la Concertación, durante las negociaciones por los cupos parlamentarios primó el interés personal de los pre candidatos por sobre intereses o necesidades políticas de sus partidos o coaliciones. ¿Cómo no recordar la disputa Avila-Ominami, en la que intervino el mismo Lagos, y donde el primero, al sentirse desplazado, amenazaba con correr con colores propios al no obtener el cupo de la Quinta cordillera?



Por otro lado, Renovación Nacional es la mejor muestra de la diáspora que se produce cuando un partido posee una práctica política que no está mediada ni por un proyecto que la oriente ni por una conducción política que la implemente. Si bien este partido está dividido estructuralmente por las contradicciones entre liberales y conservadores, no es menos cierto que estas contradicciones no cuajan en proyectos políticos concretos, ni menos logran aplacar los intereses individuales y cohesionar a la militancia en una acción política común. Ni el sepultado proyecto de Allamand pudo con esta forma de entender y hacer la política, sucumbiendo primero ante las mezquindades personales y, segundo factor no menos importante, por la acción de los «poderes fácticos», los mismos que sacaron de carrera a su «amigo» Sebastián.



Esta misma tendencia es reproducida sin mayores matices en la Concertación, donde sus «dos almas» van y vienen en la discusión pública según los intereses electorales de quienes las sostienen. No hay mucho que escarbar para dar con las razones de la búsqueda del reperfilamiento, tanto en la DC como en el PPD de Girardi, partidos que tras la búsqueda del voto esquivo, y sin haber disputa ideológica profunda, arremeten contra el gobierno y sus socios, amenazando incluso con la unidad de la alianza y el camino propio.



Tampoco el Partido Comunista, que todavía pareciera que no sale de la clandestinidad de los ’80, ha logrado construir una propuesta nueva, sólida y coherente, que logre perfilarlo como fuerza política alternativa. Por el contrario, su discurso y práctica política están cargadas de críticas y denuncias, muchas veces espontaneístas, las que, más que acercarlo a las distintas sensibilidades sociales, lo excluyen de la representatividad social y, por lo tanto, del sistema político electoral.

Hemos querido exponer estas líneas como contribución a la necesaria discusión sobre por qué el avance de la UDI, centrando el análisis, más que en las críticas éticas a Lavín y Longueira, en la falta de discursos y proyectos políticos que cruzan al conjunto del sistema político chileno. Carencia que deviene del diseño ideológico de nuestro sistema político, que tiende a procesar los conflictos separando lo social de lo político. Como es sabido, esto ha conllevado que a lo largo de estos diez años de democracia en Chile, el quehacer político sea instrumental a intereses particulares y, sobre todo, funcional a los intereses de los «poderes fácticos».



Resta discutir en qué consiste realmente el bullado «Proyecto de Lavín», que limpiado del marketing y del discurso populista creemos que no vendría a ser más que el proyecto y concepción de país emanado de los intereses del gran empresariado, del Opus Dei y de los sectores mas ideologizados de las Fuerzas Armadas. Evidencias de este «proyecto» ya tendríamos al analizar la obra política de Jaime Guzmán implementada durante la dictadura militar, la que en los hechos significaba una democracia limitada y tutelada, una sociedad conservadora en lo moral y un mercado sin control en lo económico. Como estos elementos aún pesan en la UDI, sin que se expongan públicamente, podríamos decir que la UDI es más ideológica de lo que ella misma se define, y evidentemente mas política que el resto de su vecindario.



* Candidato a Doctor en Sociología por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de Paris

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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