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Facciosidad informativa: lecciones para Chile


Si se compara los titulares de la prensa escrita televisiva y radial con el contenido de los artículos referidos a las recientes elecciones legislativas en la Argentina, se verá a las claras cómo quieren demostrar una derrota del gobierno de Fernando de la Rúa a cualquier costo. Derrotado o no que esté.



En las cifras concretas se ve claramente algo muy diferente, pues como bien se sabe, las elecciones dependen del ambiente y la situación específica en que se hagan. ¿Qué le pasaría a un gobierno en Chile si la desocupación fuera del 18 por ciento y la tasa de crecimiento de menos del 1 por ciento anual? ¿Qué haría en esa situación con un movimiento sindical que agrupa a mas de ocho millones de trabajadores, que es fuerte y está controlado por la oposición casi totalmente?



¿Qué pasaría aquí en Chile si se anunciara una inminente cesación de pagos, tanto de deuda exterior como de sueldos fiscales? En esa situación, generada por el anterior gobierno en su mayor parte, se dieron las elecciones, y milagro de seriedad en el Senado -que tiene 72 legisladores-: la Alianza de radicales y Frepaso obtuvo tres senadores más, mientras el peronismo aumentó solo uno.



En una Cámara de Diputados, de 257 miembros la Alianza perdió 11 parlamentarios y el peronismo aumentó en 14.



Si esto es una derrota, entonces bien podría hablarse de mala fe y ganas de buscar las cinco patas al gato.



Por ahí va la cosa: tratando de derrotar en titulares al gobierno de De la Rúa, esconden el hecho que hay porcentajes de abstención de nulos y blancos que llegan a un tercio de la ciudadanía, que prefirió este voto de protesta a entregar su apoyo a un peronismo salpicado de escándalos y corrupciones.



El segundo elemento es que tras esto se esconde el fracaso mas evidente de la política de privatizaciones, que hasta ahora se ha aplicado en modo brutal.



Con Menem preso le resulta mas fácil a Duhalde hablar de estar «contra la bruma neoliberal», olvidando que el ex Presidente fue el primero que vendió casi todo el patrimonio nacional estatal al capital extranjero.



Esto es lo que ha generado la crisis y lo que deberá dividir en serio el próximo período, no solo de Argentina sino de toda América Latina que porfiadamente mantiene -como en los viejos comunismos era el dogma opuesto- sus planes de seguir privatizando a favor de unos pocos y en detrimento de los más aunque la realidad le diga a gritos lo contrario.



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