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Venganza infinita y estrategia imperial

A pesar de todo, de la intoxicación comunicacional, de la guerra psicológica, de los bombardeos y crímenes, Estados Unidos no ganará esta guerra. Porque su objetivo no es el terrorismo, sino la dominación y asegurar los negocios de sus transnacionales.


La guerra desatada por Estados Unidos en Afganistán no puede sino generar una sensación de indignación y tristeza. Allí niños harapientos y famélicos, de ojos asombrados, mueren por la acción de venganza y demostración de poder absoluto de la gran potencia, del imperio norteamericano. Operación de Venganza y Castigo Infinito.



Los atentados terroristas de Washington y Nueva York -condenables por donde se les mire- sólo han sido el detonante para llevar adelante la política que la administración Bush ya había diseñado. Basta comprobarlo en el documento Santa Fe IV de enero 2001, donde se diseña la estrategia exterior de la administración Bush.



En este documento se encuentran las líneas para el necesario sostenimiento de su condición de superpotencia imperial, las cuales se fundamentan en lo dicho por Robert B. Reich, ex ministro de Clinton: «Ahora que se ha superado la amenaza soviética tenemos que reconstruir la nación, pero sin ese peligro externo nos puede faltar la identificación necesaria para salir adelante».



Santa Fe IV señala que el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproba (TIAR) sigue siendo viable, y agrega: «¿Cuál es la amenaza? Como se discutió en Santa Fe I,II y III, antes Estados Unidos enfrentaba una amenaza relativamente definida, que era comprensible para el americano medio. En la actualidad esta amenaza se ha vuelto infinitamente más complicada y difícil de definir; afortunadamente, algunos de los viejos demonios siguen escupiendo fuego y pueden ser fácilmente identificados. Fidel Castro no ha cambiado las mañas. Quienes lo alimentan son otros: los soviéticos han sido reemplazados por los narcoterroristas».



Y en relación al «enemigo principal» señala que «China es el problema estratégico más enojoso que enfrenta Estados Unidos. Combina todas las múltiples dimensiones que cualquier observador estratégico serio debe considerar».



«El tema no es sólo una preocupación del hemisferio occidental, sino que debe ser considerado en términos de estrategia global. Rusia es solo una de estas preocupaciones. También deben considerarse India, Pakistán y, por cierto, todo el subcontinente. No se trata sólo de problemas geopolíticos, sino que los aspectos religiosos y culturales del islam, el hinduismo y todas las otras particularidades tribales emponzoñadas vuelven cada vez más difícil el cálculo para los encargados de trazar políticas».



El último apartado de Santa Fe IV, titulado «Declinación de Estados Unidos » señala que ese país «está en una cuesta resbalosa que apunta a la pila de cenizas de la historia».



Hay que estudiar Santa Fe IV para comprobar que es la sustentación del programa estratégico de Bush actualmente en curso en Asia, que fue pensado mucho antes de los atentados a las Torres Gemelas y el Pentágono.



La administración estadounidense encontró en esos atentados la identidad del enemigo para salir de las cenizas. Obliga a Afganistan a asumir ese papel, y a Osama Bin Laden y su red, contra quien sólo tienen que dar la orden de asesinarlo como sea.



Los terroristas, según el discurso fascista del 20 de septiembre de Bush, son todos los que no están con ellos. «O están con nosotros o están con los terroristas». Y eso es sometimiento incondicional, totalitarismo y fascismo.



Pero esa estrategia guerrerista, militarista y terrorista es débil. La guerra no es la solución a los conflictos internacionales, y puede desatar una ola de respuesta por quienes sean agredidos. Y mientras se mantenga la pobreza, las enfermedades, la cesantía, las exclusiones, las desigualdades y la prepotencia y terrorismo de Estado en diversos lugares del mundo, seguirán ocurriendo acciones desesperadas.



A pesar de todo, de la intoxicación comunicacional, de la guerra sicológica, de los bombardeos y crímenes, Estados Unidos no ganará esta guerra. Porque su objetivo no es el terrorismo, sino la dominación y asegurar los negocios de sus transnacionales. Y contra eso los pueblos ya se rebelaron desde Seattle a Génova y también en América Latina.



Y en esta guerra imperialista que pisotea el derecho internacional y a la ONU, ¿qué tiene que ver lo dicho por el Presidente Lagos en China, alineado con Estados Unidos, en cuanto a que esta guerra «es demostración del Estado de Derecho y del imperio de la razón sobre la pasión»?



La verdad que para explicar el apoyo a la guerra y a la matanza de niños afganos de ojos asombrados, es mejor hablar en chino.





* Secretaria general del Partido Comunista de Chile.



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