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Por el giro social o la ceremonia del adiós

Hay veces en que los países requieren mucha continuidad en sus políticas públicas, y la mantención de un buen gobierno es condición sine qua non para ello. De un buen gobierno, y/o el rechazo a una pésima oposición.


Cuando vienen las crisis económicas los pueblos se vuelven conservadores. Queremos conservar lo que tenemos -nuestro empleo o remuneración- por insatisfactorio que antes lo hayamos evaluado. Y los que no lo tienen harían cualquier cosa por adquirirlo.



El gobierno de la Concertación parece claro en que su prioridad es dar empleo. Y para eso surge la nostalgia de volver a crecer al 7 por ciento y tener una cesantía de igual dígito o menos. Como en 1997.



Parece una meta razonable, aunque cada vez más inalcanzable. Además, 1997 fue el año en que 870 mil chilenos dejaron de votar por un gobierno exitoso. El malestar existía y se hizo sentir más fuerte en diciembre de 1999, en la primera vuelta. Cierto, se estaba votando por primera vez por un socialista y en medio de una crisis económica. Eso justifica perder varios puntos.



Pero parece que había algo más. Cansancio de los políticos y desgaste de una coalición que lleva 12 años en el gobierno. Y pérdida del impulso democratizador, innovador e igualador que tuvimos en 1990 y 1991.



Esto pudo agravarse tras septiembre del 2001. Ante esta situación parece extenderse la idea que así de divididos, así de confundidos, así de desgastados, ante una derecha con empuje y con un líder fuerte y victorioso, quizá debemos prepararnos para el retiro a los cuarteles de invierno. Mal que mal, la idea de alternancia en el poder surgió entre los propios concertacionistas. Es bueno para la democracia que nadie se anquilose y menos se corrompa en el poder.



Es en este punto en que queremos manifestar nuestra opinión.



Sugerimos nuevamente mirar la experiencia europea. Allí ha habido partidos socialdemócratas y socialcristianos que han gobernado durante décadas sus países, y para bien. Partieron con sociedades divididas y destruidas por la guerra, en las que la democracia se consolidó, se hicieron reformas económicas, se construyeron las naciones más ricas del mundo y se consolidó la Unión Europea.



Conclusión: hay veces en que los países requieren mucha continuidad en sus políticas públicas, y la mantención de un buen gobierno es condición sine qua non para ello. De un buen gobierno, y/o el rechazo a una pésima oposición.



Ä„No se trata, por cierto, de pretender 30 años en el gobierno!



Se trata de no comulgar con ruedas de carreta -la alternancia en el poder y la necesidad del cambio- y olvidar que en marzo del 2002 Ricardo Lagos tendrá el mismo tiempo para gobernar que tenía Patricio Aylwin en marzo de 1990. Hay que apoyar al gobierno, pero tomando decisiones cuya dilación no da para más.



Saquemos las conclusiones. ¿Chile tendrá más democracia, igualdad y republicanismo con un Presidente de la Alianza por Chile o con uno de la Concertación?



Los que creemos que el cambio que se requiere es más republicanismo y no más militarismo, más democracia y no más autoritarismo, más comunitarismo y no más liberalismo individualista o socialconservadurismo, más economía social de mercado y no más neoliberalismo, sostenemos que se debe realizar un giro dentro de la actual coalición democratizadora.



Ese giro debe ser impulsado desde abajo, desde la sociedad civil y los jóvenes (aclaro que entiendo por tales a los menores de 35 años), y desde arriba, desde la patria celeste de los ideales para el futuro.



Dicho en otros términos: actuando menos en la administración pública y más en la sociedad civil. Pensando menos en 1973 ó 1988, y más en el 2010. Apelando menos a la experiencia y más a los jóvenes. Basándose menos en modelos liberales de economías de mercado, y más en modelos sociales de economías abiertas de mercado.



Cuando nos vean preocupados de los jóvenes, ésos que no votan y que cuando lo hicieron nos dieron mayoría en 1988, se verá que el giro se está produciendo. Es esa una señal desinteresada en el corto plazo político.



Este es el debate que puede abrir los cauces para una nueva etapa.





* Abogado y cientista político, director ejecutivo del Centro de Estudios del Desarrollo (CED).



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