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Regaños electorales

Resulta increíble que el PPD, que lleva diez años en el gobierno, salte ahora con una suerte de reprobación democrática hacia la UDI, cuando la Concertación desde el primer día en La Moneda renunció a establecer esa frontera ética e hizo, en los hechos, iguales a quienes combatieron para terminar la dictadura con los que la sirvieron e hicieron lo posible para prolongarla.


Eugenio Tironi fue llamado por el Partido por la Democracia, en el que milita, para que justificara sus dichos en relación a la UDI según los cuales no ponía en cuestión el carácter democrático de esa colectividad. Tironi se explicó, y tras cartón renunció a la comisión política del PPD, pero no a sus filas.



El llamado del PPD podría prestarse para varias lecturas, pero desde ya señalemos que es un poco extraño que un partido llame en plan de regaño a quien ha sido su más importante creador de contenidos electorales, y más encima en época de campaña parlamentaria.



¿Se trata de un súbito divorcio entre el PPD y Tironi? ¿De un aprovechamiento puro y simple de las destrezas del profesional de las comunicaciones por parte del partido, para juntar votos sin importar la sintonía de contenidos? ¿Sólo fue un arrebato de la colectividad, fruto de la presión de las bases (en una época en que cuando éstas se expresan en los partidos no hablamos de más de una docena de sujetos)? ¿O un cálculo electoral para posicionarse de cara a la campaña?



Lo que en verdad no calza es que el PPD no conociera el pensamiento de Tironi, quien inventó el cuento del león como símbolo de su campaña, por lo que debe haber conversado largo y tendido con las autoridades partidarias. ¿O tal vez sí se conocía, pero mientras no se hiciese público no importaba?



Son demasiadas preguntas. Seguramente no fueron éstas las que hizo el PPD a Tironi, y en realidad cuesta imaginar cómo las formularon.



¿De verdad cree en la adhesión de la UDI a la democracia?
-Sí.



¿Desde cuándo?
-Desde que los he conocido por algunas pegas. Contacto y roce profesional, como se llama.



No es ésa la pregunta. ¿Desde cuándo la UDI adhiere a la democracia?
-…



Diálogos así, mirados fríamente, darían para un buen guión de una película cómica. El asunto es que la política chilena es lo menos cómico del mundo. La comicidad nada tiene que ver con el patetismo.



Resulta increíble que el PPD, que lleva diez años en el gobierno, salte ahora con una suerte de reprobación democrática hacia la UDI, cuando la Concertación desde el primer día en La Moneda renunció a establecer esa frontera ética e hizo, en los hechos, iguales a quienes combatieron para terminar la dictadura con los que la sirvieron e hicieron lo posible para prolongarla.



Sin ser cáusticos, se podría decir que en 11 años los concertacionistas han hecho, en buena medida, la política de la UDI.



Uno podría sospechar, por el contrario, que este tipo de discursos es muy útil en tiempos electorales, los cuales, como parece estar demostrado, son fecundos para embaucar a la gente prometiendo cosas que no se van a cumplir o reviviendo temas que nadie asumirá en serio cuando pase la elección.



Un ejemplo es el tema de las reformas constitucionales. Por si nadie sabe, esta semana el Senado podría aprobarlas. En realidad, si lo hace será sólo una. Nada de terminar con la inamovilidad de los comandantes en jefe, ni el sistema binominal, ni la composición y facultades del Consejo de Seguridad, ni menos los senadores designados, que ahora son respetables porque hay concertacionistas en ese vertedero.



La única reforma que podría aprobarse es la que da mayores facultades al Tribunal Constitucional, permitiendo que sus integrantes no deban, como ahora, renunciar a los 75 años. O sea, el apernamiento hasta la eternidad de unos sujetos que no llegaron allí por elección popular.



Esa sería la reforma constitucional de este gobierno, que ha sido negociada por quien dicen es el mejor político de la Concertación, José Miguel Insulza, el ministro del Interior.
¿Fue para esa reforma que se pidió el voto en las campañas electorales anteriores? No, que recuerde. Pero a estas alturas ya no importa.



Parece que esta Constitución «imperfecta», según algunos siúticos, para no decir «no democrática», ha terminado siendo útil, conveniente y cómoda para nuestra clase política. No se explica de otra forma cómo sus integrantes han engordado moviéndose en ella a sus anchas.



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