Publicidad

Consecuencias de un movimiento

La posición argentina en materia de intercambio comercial no ha sido todo lo auspiciosa que nuestro país esperaba al momento de integrarse al Mercosur. Algunas decisiones unilaterales y la carencia de mecanismos de solución de controversias, situación que hicimos ver oportunamente al votar en contra del ingreso chileno a este pacto subregional, nos han convencido de la necesidad de revisar nuestras relaciones económicas con otros Estados.


El reciente movimiento de los transportistas argentinos, quienes impidieron por la fuerza durante tres días el libre tránsito de sus colegas chilenos por las carreteras de ese país, causó pérdidas cuantiosas y nos dejó la sensación de lentitud en la reacción de las autoridades competentes para superar el problema.



A nuestro juicio, hubo en esta acción de los camioneros trasandinos un claro atentado a los procesos de integración subregional y la libertad de comercio que estipulan diversos documentos suscritos tanto por Chile como por Argentina. En ese entendido, pediremos a la Cancillería chilena, a través de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, que estudie solicitar compensaciones a su congénere trasandina por el daño causado a nuestro país.



El término del conflicto implicaría, como una de las alternativas, la posibilidad de gravar en forma específica a los camiones extranjeros que ingresen a territorio argentino, buscando encarecer sus costos de operación para proteger a sus connacionales. Por eso es imprescindible conocer a cabalidad cuáles son los acuerdos entre el gobierno argentino y los dirigentes de los transportistas, para determinar con meridiana claridad qué hay detrás de ellos y si afectarán en el futuro el tránsito de camiones de otros países por territorio transandino.



La posición argentina en materia de intercambio comercial no ha sido todo lo auspiciosa que nuestro país esperaba al momento de integrarse al Mercosur. Algunas decisiones unilaterales y la carencia de mecanismos de solución de controversias, situación que hicimos ver oportunamente al votar en contra del ingreso chileno a este pacto subregional, nos han convencido de la necesidad de revisar nuestras relaciones económicas con otros Estados y buscar alternativas mejores que las actuales.



En este sentido, las negociaciones que se llevan a cabo para concretar acuerdos comerciales con Estados Unidos y la Unión Europea, si se llevan a cabo preservando de la mejor manera los intereses nacionales, deberían constituirse en esa otra gran alternativa y ocupar un lugar privilegiado en la agenda de nuestra Cancillería para los próximos meses.



Pero entendámoslo bien: solo si asistimos a la negociación de tratados convenientes, no cualquier tratado.



La diplomacia moderna va más allá del protocolo y de las relaciones políticas entre los países. La globalización de la economía y la integración del mundo obligan a otorgar prioridad a los acuerdos comerciales, los que en definitiva comprometen la fe pública respecto de su cumplimiento y la responsabilidad de los gobiernos al momento de decidir sus acciones.



_________________



Vea otras columnas del autor

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias