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Algo huele mal


Es cierto que con este modelo capitalista neoliberal y su globalización, la democracia anda bastante harapienta, anoréxica y desganada por la tierra, y no pasa de ser un artificio y retórica para actos y discursos oficiales.



Hemos sufrido en casi todo el continente la pérdida de derechos sociales, laborales, civiles y políticos, arrancados en luchas cruentas en los dos últimos siglos. Y ahora prima una manipulación ideológica que pretende que los seres humanos acepten este sistema de injusticias, desigualdades, como algo natural e inmutable.



En Chile, el parlamento no es otra cosa que un elemento formal y un disfraz para la proyección del totalitarismo pinochetista. Ahí no está representado el Chile real en el cual existen distintos partidos y movimientos que expresan la diversidad social, étnica, de género, sexual y cultural. Hoy el parlamento sólo representa a las alianzas de la derecha y la Concertación, que están con el actual patrón de libre mercado.



La derecha no puede sino defender este sistema, ya que es su propia creación, y estará siempre por la limitación brutal de los derechos ciudadanos y la exclusión.



Lo inaceptable es que los gobiernos de la Concertación -que han estampado en su programa el cambio del sistema binominal por uno proporcional, al cual le darían rango constitucional en estos 11 años de gobierno- no hacen nada por cambiarlo. No se trata sólo tener o no tener mayoría parlamentaria, sino de además no haber instalado el tema como una discusión nacional, con divulgación, promoción, debate y educación política. De llevarlo al parlamento cuántas veces fuera necesario para una confrontación de posiciones y apelar a la movilización del pueblo que fue, con un heroísmo sin par, capaz de derrocar al dictador.



O sea, la proyección dictatorial es tremenda: instituciones, leyes, pérdidas de conquistas sociales y una mentalidad reducida a lo «posible y existente». Una sociedad tremendamente conservadora y reaccionaria. Qué mejor pista para el avance de la derecha y del lavinismo pinochetista.



Pero donde las cosas tienen una fetidez insoportable y que huelen a escándalo y corrupción política, es cuando el actual parlamento se permite por si y ante sí darse un mes completo de vacaciones extras pagadas, alegando «nerviosismo» y falta de «tabla». Ä„Es el colmo! ¿Acaso no tienen proyectos de ley que despachar, y comisiones investigadoras pendientes?



¿Y qué ocurre ante el hecho que el parlamento, estando obligado a sesionar en período extraordinario citado por el Presidente de la República, no lo hace? ¿Acaso esto no significa que el Poder Legislativo pasa a llevar al Poder Ejecutivo?



¿Este es el Estado de Derecho que hay que respetar? Lo único decente es faltarle el respeto, rebelarse, develando sus indignidades e injusticias.



Agréguese a esto lo difícil y fatigoso que es tener acceso al conocimiento de los gastos totales del parlamento y lo que cuesta cada «honorable».



De un documento oficial de la Cámara de Diputados se desprende que hay un gasto total de $ 21.601.134.000 pesos (veintiún mil seiscientos un millones ciento treinta y cuatro mil pesos) y que cada diputado ganaba el año 2000, sumando dieta, honorarios, asignaciones, comisiones de servicio y otros, una suma mensual de $ 9.652.117 pesos. Ä„Más de nueve millones y medio de pesos! A lo anterior se debe agregar otros gastos (alimentación, vehículos, teléfonos, comunicaciones, pasajes y servicios) la suma de $ 4.898.339 pesos. Por lo tanto -entre pitos y flautas- dispone de más de $ 14.554.546 (cerca de 15 millones de pesos) al mes en dietas y otros privilegios. Ä„Y estos son los mismos que votaron por un salario mínimo para los trabajadores de 105 mil 500 pesos!



Esto es consagrar los privilegios, las desigualdades, el desprecio por los trabajadores que sí están obligados a laborar desde la madrugada a la noche, todos los días.



Si de trabajo se trata, los parlamentarios sólo asisten al honorable hemiciclo tres días a la semana, por tres semanas al mes. La última dicen, la dedican al trabajo en su zona.



Es justo tener tiempo para estar con la gente, pero es más justo cumplir con las promesas electorales y legislar con transparencia, lo que incluye conocer las razones de este receso, y una fiscalización pública por los electores de los gastos totales y de lo que recibe cada parlamentario.



Sé que en el parlamento hay gente decente y democrática, y por tanto ellos tenían el deber de informar sobre este nuevo escándalo. Los que creen en la democracia y en la necesidad y nobleza de la política les hacen un flaco favor al guardar silencio.



Ä„Qué porquería de sistema político que excluye, discrimina, y por tanto otorga privilegios y prebendas, y entre tecitos conviven con designados, vitalicios y la bancada militar!



Se necesita que los trabajadores, los pobres, la izquierda, los comunistas, los humanistas, los independientes o la diversidad sexual asumida lleguen al Parlamento para instalar el olor real del sudor, de zapatos usados, de la cesantía, de la exclusión, de salarios y pensiones de hambre, de una juventud que sigue pateando piedras.



Ä„Qué bien olería ese parlamento, y no el tufillo actual de ilegitimidad en su origen que lleva a estos arreglines y privilegios!



* Secretaria general del Partido Comunista de Chile.



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