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Por una agenda pro-crecimiento sustentable


Según las últimas cifras de actividad entregadas por el Banco Central, el PIB experimentó un crecimiento de apenas 2,6% en el tercer trimestre del año, lo que significa un crecimiento de 3,3% para el año.



Desde 1999 que Chile no presenta una expansión tan baja en la actividad económica. Esta cifra, en conjunto con la alta tasa de desempleo de un 10,1%, nuevamente viene a confirmar la grave situación que vive el país.



Todo indica que en el próximo trimestre la situación será aún peor, con la economía mundial internalizando plenamente la desconfianza generada por los sucesos del 11 de septiembre. Según la revista británica The Economist, el crecimiento económico mundial se encuentra en los niveles más bajos desde los años treinta. En consecuencia, se prevé un período más complicado en la economía nacional, la cual es altamente dependiente de la demanda externa.



No obstante, a pesar de la situación internacional, existe una sensación generalizada de que los problemas de la economía chilena se deben más bien a problemas internos. Ahora se comienza a escuchar con más fuerza la idea que la economía nacional está experimentando problemas de carácter estructural y requiere una seria reforma, para alcanzar las altas tasas de crecimiento de la década de los noventa. El debate se ha tornado aún más interesente con la propuesta de una Agenda Pro-Crecimiento Económico de la Sociedad de Fomento Fabril.



Sin embargo, la verdad es que la propuesta de la Sofofa, que supuestamente constituye una ‘revolución microeconómica’, no es más que una agenda para profundizar las reformas estructurales del gobierno militar, apuntando a la desregulación de los mercados, eliminando trabas ambientales y de legislación social, disminuyendo la tributación y, en general, reduciendo el rol del Estado. Lo anterior adquiere más nitidez con las declaraciones del Presidente de la Confederación de la Producción y el Comercio, en el encuentro de la ENADE: «queremos que nos dejen trabajar tranquilos, Sr. Presidente», afirmó en aquella ocasión Ricardo Ariztía. La propuesta de los empresarios, al igual que los ‘analistas’ vinculados a la derecha, es una pobre respuesta a los problemas económicos actuales, y tiene mucho de voluntarismo e ideología y poco de análisis técnico.



Si bien efectivamente la economía nacional experimenta problemas de carácter coyuntural -la desaceleración en la economía internacional y el pésimo manejo macroeconómico de los últimos dos años- el problema de fondo tiene que ver con un fenómeno estructural: el fin de un ciclo de expansión.



El crecimiento económico de Chile, como ha dicho Graciela Moguillanski, de la CEPAL, ha estado caracterizado por un ciclo de expansión, en el período 1984-1997, vinculado a la explotación de recursos naturales y volcado al mercado externo. Este proceso surtió un efecto positivo como lo demuestra el comportamiento espectacular de los indicadores económicos en el período, con altas tasas de crecimiento, de inversión, de ahorro y de empleo, por nombrar algunas.



Sin embargo, el año 1998 marca el principio del fin de los negocios fundados en la explotación de los recursos naturales, lo que a su vez coincide con la crisis asiática. El proceso culmina, en esencia, porque termina la inversión dinámica generada con la posibilidad de apropiarse de la renta vinculada a la explotación de recursos naturales, especialmente en el sector minero. Esta estrategia de desarrollo no logró despegar, como muchos esperaban, hacia una segunda fase exportadora en base a mayor valor agregado. Por otra parte, este tipo de crecimiento ha generado una presión desmedida sobre los recursos naturales, especialmente el bosque nativo y la pesca, altos niveles de contaminación y una de las peores distribuciones de ingreso en el mundo.



Una agenda económica fundada en la desregulación y la disminución del rol del Estado sólo dilatará lo que ya es evidente: se agotó la actual estrategia de desarrollo. En la actualidad no se ven proyectos de inversión suficientes para dinamizar el proceso de crecimiento en Chile. ¿Dónde están los proyectos en los cuales se fundará el crecimiento económico de esta década y la próxima? En consecuencia es fundamental levantar una agenda pro-crecimiento, pero ésta debe alterar en forma significativa el patrón de desarrollo, generado nuevos negocios y oportunidades dinámicas de inversión, además de incorporar a una creciente masa de personas excluida de un crecimiento económico que no les entrega nada más que frustración.

A diferencia de lo que se piensa comúnmente, el crecimiento económico reciente de Chile está basado en una fuerte intervención del Estado. El gobierno militar, a través de una gama de incentivos, subsidios y fomento, generó las bases para que despegara la actual estrategia de desarrollo. Una agenda pro-crecimiento hoy día debería, como eje central, impulsar una serie de incentivos, subsidios y marcos regulatorios para fomentar un nuevo grupo de negocios, que puedan dinamizar el crecimiento económico.



La agenda aún no está clara, habrá que definirla en el camino, pero los elementos centrales apuntan a: diversificar la base productiva de Chile, a través de incentivos y subsidios; revisar la política comercial de Chile y los acuerdos de libre comercio, de manera que las asociaciones comerciales coadyuven a la diversificación de la base exportable; centrar los esfuerzos en la pequeña y mediana empresa como agentes fundamentales del desarrollo; revisar la política tributaria de manera que promueva mayor equidad y la base de incentivos para la producción de bienes y no de males, y; generar una salto cualitativo y cuantitativo en la infraestructura económica y social del país.



Es fundamental determinar una estrategia de crecimiento económico de largo plazo en base a la sustentabilidad, frente a la que es preciso adecuar el manejo macroeconómico y las medidas reactivadoras. De otra manera seguiremos condenados a un crecimiento económico que además de bajo es desigual, depredador e insustentable.



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Rodrigo Pizarro es director de Estudios de Fundación Terram.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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