Publicidad

A diez años del fin del socialismo real

El modelo comunista fracasó y fue derrotado. El proyecto de socialismo democrático, que hace suyos enteramente los principios de los Derechos Humanos y las reivindicaciones contra el neoliberalismo, sigue vigente y marca el horizonte para mirar con esperanza el futuro.


Hace diez años, el 8 de diciembre, se firmó el documento que declaraba el fin de la Unión Soviética. Ello, más que la caída del muro de Berlín y pese a la subsistencia de China y Cuba, simboliza el fin del modelo socialista-comunista como proyecto viable y deseable hacia el futuro, porque la Unión Soviética representaba la máxima expresión jurídica del modelo que dominó gran parte de la izquierda en el mundo en el siglo 20.



Desde entonces, Rusia ha vivido una tumultuosa experiencia de intento democrático y capitalismo salvaje. Reflexionando sobre el pasado y esa transición escuché decir a mi paso por Moscú en julio pasado que «hemos aprendido que todo lo que nos dijeron los comunistas del socialismo era falso, y que todo lo que nos dijeron sobre el capitalismo era verdadero «. Se marcaba así el desencanto de lo vivido y la perplejidad frente al cambio.



Hoy día las cosas parecen ir un poco mejor que a comienzos de la brutal transición a la economía de mercado, pero ese país carece aún de un proyecto de sociedad como los que, buenos o malos, siempre existieron en su historia.



Su acercamiento a Occidente, no sólo en el plano de la economía neoliberal sino en el plano político y de relaciones internacionales, especialmente en cuestiones de defensa y de lucha contra el terrorismo, no han hecho sino acentuar este vacío de proyecto histórico.



Y en materia de nivel de vida de la gente, y dejando de lado el enorme avance que implican las libertades públicas, no es mucho lo que se ha progresado. En los primeros años del postcomunismo se creó una clase capitalista de antiguos dirigentes estatales, mafiosa y oportunista, que sumió al país en el caos y la corrupción



Sin duda que es bueno para la humanidad que un modelo como el comunista haya llegado a su término. No lo es tanto que en su reemplazo no se haya avanzado mucho respecto de la superación de las peores formas del capitalismo. Sin duda es bueno para la humanidad que el faro o modelo principal del progresismo haya desaparecido, en la medida que representaba una utopía fracasada en su horizonte de liberación, aunque hubiera dado pasos importantes en materia de igualdad. No lo es tanto el que haya desaparecido una alternativa real de superación del capitalismo.



Sin duda es bueno para quienes viven en las sociedades que fueron comunistas el que hoy puedan gozar de sus libertades negadas hasta entonces. No lo es tanto que las sociedades se hayan fragmentado y desarticulado, y que la gente no tenga esperanzas en mejorar su calidad de vida en las nuevas circunstancias a menos que se valgan del oportunismo, la corrupción y la competencia descarnada.



Pero sin duda lo mejor para la humanidad obtenido con el término de la Unión Soviética es que quedó en pie frente al capitalismo un horizonte de socialismo democrático, cuyos contenidos deben ser permanentemente redefinidos pero tienen elementos rescatables, sobre todo de las experiencias socialdemocrátas y de los avances que en ciertos planos hicieron algunos de los procesos revolucionarios que se llamaron socialistas.



Si se examina el mundo sometido a una cierta forma de globalización y las luchas en contra de esta nueva dominación, uno no puede dejar de reconocer que los aspectos positivos de la globalización que hay que desarrollar son exactamente los que proclamó bajo otra forma el socialismo democrático, y que en las luchas contra ella ese socialismo aparece como el más sólido componente. Ello ocurre aunque deba nutrirse de otros elementos que provienen de esas luchas, y de los movimientos que los encarnan.



El modelo comunista fracasó y fue derrotado. El proyecto de socialismo democrático, que hace suyos enteramente los principios de los Derechos Humanos y las reivindicaciones contra el neoliberalismo, sigue vigente y marca el horizonte para mirar con esperanza el futuro.



Por eso, en Chile la caída de la Unión Soviética no significó una tragedia sino para algunos núcleos militantes demasiado identificados con ella. En nuestro país la renovación del socialismo y la crítica al modelo comunista-burocrático ya se había hecho.



Hace diez años murió uno de los más importantes experimentos que proclamaban la superación del capitalismo, independientemente de sus defectos y errores. Hoy la presencia del capitalismo en ese mundo sólo confirma que no es una solución para los problemas de la humanidad. Permanecen en pie, en cambio, los proyectos, planteamientos e ideas que se definen dentro del socialismo democrático. A ellos corresponde concretar la alternativa al capitalismo neoliberal que domina los actuales procesos de globalización.



____________________



Vea otros análisis del autor

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias