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Tangos

El jueves la muchedumbre en Rosario alegaba por volver a ser un país independiente, por no aceptar «las recetas de afuera que siempre favorecieron a los de afuera». Hablaban del Fondo Monetario Internacional, El mismo al que un peronista, Carlos Menem, abrió las puertas. Hay que decirlo: el saqueo a destajo del país vecino empezó -no, se glorificó- con Menem. Tal vez la crisis del gobierno de De la Rúa es que Menem dejó muy poco para seguir robando.


Se acabó. En Argentina el gobierno de Fernando de la Rúa, uno de los de la trilogía que iba a iluminar América Latina -junto con el de Ricardo Lagos, en Chile, y Fernando Henrique Cardoso, en Brasil- ha pasado a la historia. Y de manera lamentable.



Sus últimas horas fueron marcadas por la desesperación y desesperanza del pueblo (frustración transformada en arrojo y rabia, gatilladas por el hambre) y también por la represión policial. Una adición de infamia.



No olvidemos, en todo caso, que en su último aleteo De la Rúa tuvo un gesto noble: llamó a la oposición, a los peronistas o justicialistas, a conformar un gobierno de unidad nacional.
Pero como estos últimos son dados al ajusticiamiento más que al justicialismo, se negaron y no le dejaron otro camino a De la Rúa que la renuncia.



Dos imágenes. La primera, el helicóptero abandonando la Casa Rosada y llevando en su interior al renunciado presidente.
Los periodistas bonaerenses recordaban que la última vez que un mandatario argentino abandonó así la sede de gobierno fue cuando lo hizo Estela Martínez, la viuda de Perón. ¿Qué vino después? La dictadura militar.



La segunda imagen es la del programa Video Match, de Marcelo Tinelli, hace un par de semanas. Tenía una sección con actores que eran caricaturas de personajes públicos argentinos: en cada programa uno de ellos debía abandonar el escenario por votación del público.



Entre esos personajes se contaba uno representado como poseedor de una torpeza rayana en la imbecilidad: era De la Rúa. Aguantó hasta el final, hasta el último programa, cuando quedó él y sólo otro personaje. En la emisión citada se debía elegir al que iba a sobrevivir. No fue la caricatura de De la Rúa. ¿Saben cuál se quedó? La del militar golpista Aldo Rico.



Esperamos que las asociaciones -libres, pero por algo será- queden sólo en eso. Una cosa consuela: ni los militares argentinos quieren una nueva dictadura militar.



Ahora los peronistas tienen a Argentina y su crisis en sus manos. Era lo que querían. El peronismo, bajo cuyo alero floreció la corrupción en el país vecino, es el mismo que supo prohijar un ala de extrema izquierda, los montoneros, y también al corazón de la dictadura militar, con su Triple A y sus patotas asesinas que terminaron engrosando las filas de los Massera, los Astiz, los Acosta y sus secuaces.



El jueves la muchedumbre en Rosario alegaba por volver a ser un país independiente, por no aceptar «las recetas de afuera que siempre favorecieron a los de afuera». Hablaban del Fondo Monetario Internacional, El mismo al que un peronista, Carlos Menem, abrió las puertas.



Hay que decirlo: el saqueo a destajo del país vecino empezó -no, se glorificó- con Menem. Tal vez la crisis del gobierno de De la Rúa es que Menem dejó muy poco para seguir robando.



El ex presidente debe estar ya frotándose las manos ante la perspectiva de retomar el poder, y es seguro que más de un mafioso tendrá la misma actitud ante tamaña posibilidad.



Para terminar, no se debe dejar pasar el coraje de los argentinos de salir a la calle y desafiar el estado de sitio. Y también la solidaridad de clases que demostraron, pues en las manifestaciones participaron todos.



Pero tampoco podemos dejar de sentir angustia por el desolador panorama al otro lado de la cordillera. Por la responsabilidad en ello de los políticos, de los especuladores, de los que viven de la usura. Los ricos que se enriquecieron ilegítimamente. Los mafiosos, amigos del poder, que robaron. Y, claro, mirar acá, buscando a nuestros Menem y De la Rúa, y esperar que no llegue el día en que haya que salir a quemarlo todo.



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