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Cobre e impunidad: el caso de Hochschild Alessandri


A partir de aquí resulta fácil entender por qué a fines de cada año se puede encontrar a los mismos personajes entregando un largo listado de hechos que perjudicaron sus predicciones.



El resultado de este segundo ejercicio muestra que los problemas mayoritariamente se pueden clasificar en dos grupos: son de origen estatal o son de origen externo. Es decir, los problemas se suscitaron por la intervención -o ineficiencia- del Estado o bien los problemas llegan desde las economías de otros países. El rosario clásico de explicaciones así lo comprueba.



Pero a este estilo de hacer malabares con las proyecciones y sus decimales para después dar las explicaciones del caso, se le suman a lo menos otras dos prácticas escurridizas: por un lado, descalificar sin demostración alguna opiniones diferentes y, por otro, opinar de política desde un lugar que está supuestamente fuera de ella.



La primera de estas prácticas aparece generalmente por dos vías; por la descalificación abierta o -la mayoría de las veces- por la completa omisión de lo discordante. La segunda práctica -el seudo apoliticismo- está difundida a tal grado que va desde dirigentes gremiales a comentaristas deportivos. Hablan de política diciendo que ellos no intervienen en política. Tratan siempre de decir lo que los políticos deben hacer y a la vez dicen que no es de su interés hablar de política.



Pero quizá lo más terrible que tengan en común estos personajes -que adicionalmente sancionan sobre quién sabe y quién no sabe- es que sus declaraciones, causen el efecto que causen, quedan perfectamente impunes.



Un ingeniero comercial que a la vez es dirigente empresarial y que sintetiza muy bien estas características es Hernán Hochschild Alessandri, presidente (reelecto) de la Sociedad Nacional de Minería (Sonami).



Desde que en 1997 aparecieran ampliamente en la prensa (Estrategia, por ejemplo) y en la editorial del Boletín Minero -órgano oficial de SONAMI- sus ‘comentarios’ a la tesis de la sobreproducción mundial de cobre creada desde Chile, he leído con interés las editoriales del citado boletín más otras intervenciones o entrevistas esporádicas aparecidas en la prensa.



En aquella oportunidad ,refiriéndose a la tesis de la sobreproducción mundial de cobre creada desde Chile, comenzó sus descalificaciones de la siguiente forma: «El efecto comunicacional que se busca alcanzar con estos ‘estudios’ está asegurado de antemano. Cualquier cosa que se afirme sobre nuestro principal producto de exportación y fuente más relevante de generación de divisas ‘roba cámara’, utilizando el lenguaje periodístico. Si a ello se agrega un pronóstico catastrofista sobre el futuro del mercado del cobre, el objetivo del ‘experto’ está asegurado».



Incluso, en un ‘derroche de imaginación’ en aquel artículo, Hochschild Alessandri se atrevió a vaticinar sobre lo que ocurriría en el mercado mundial del cobre. «Recientemente, la Sociedad Nacional de Minería efectuó una proyección de la situación de la oferta y la demanda de cobre en el mundo para los próximos años. En coincidencia con todos los más destacados especialistas del mundo entero, se concluyó que la demanda de cobre en los próximos años crecerá en forma constante por sobre la oferta a fines del presente siglo».



Es evidente que en esas circunstancias el empresario citado vaticinaba buenos precios para el cobre a fines del siglo. Como el siglo al que hace referencia Hochschild Alessandri ya terminó -y se conocen las cifras- se puede decir con propiedad: vaticinio errado.



Pero veamos en unas cuantas líneas la tesis central que el empresario ha intentado infructuosamente negar:



El precio del cobre se comienza a desplomar a partir de 1995 debido a la sobreproducción del metal creada desde Chile, principalmente por las transnacionales privadas. Este fenómeno de caída del precio se da en condiciones de crecimiento de la demanda mundial por cobre. La crisis de las economías asiáticas hizo caer esta demanda con la consecuente agravación de la sobreproducción. Es decir, los problemas en la demanda mundial de cobre profundizan la caída del precio del cobre pero no la explican. Lo misma lógica se puede aplicar aun a la actual recesión de la economía norteamericana y sus efectos sobre el precio del cobre. El profesor Orlando Caputo ha explicado esto durante años.



Con el anuncio de los recortes de producción y la reacción positiva mostrada por el precio la tesis queda sancionada.



Por supuesto, Hochschild Alessandri niega la validez de lo anterior. Por ejemplo, al referirse a cómo han enfrentado las empresas la caída del precio dice: «Uno de los mecanismos más utilizados han sido el aumento de la producción». Lo que es lo mismo que apagar un incendio con bencina.



Pero el despliegue de imaginación de Hochschild Alessandri es de largo aliento y dura años. De hecho su imaginación lo lleva a confundir deseos con realidad.



Si en 1997 escribió:



«…En coincidencia con los más destacados especialistas del mundo entero, se concluyó que la demanda de cobre en los próximos años crecerá en forma constante por sobre la oferta a fines del presente siglo».



Mucho tiempo después (enero del 2000), con crisis, con desempleo, con cierre de faenas mineras, con una especie de independencia de la realidad, insistía:



«Ello se traducirá en un exceso de demanda por sobre la oferta, lo que llevará a una disminución importante en los stocks y, en consecuencia, en una mejora de los precios del metal rojo, especialmente a partir del 2001″.



Un año después, en enero del 2001 escribe:



«Después de varios años de aguda crisis económica, el sector minero puede recibir el nuevo año con cierta ilusión […] En efecto, la recuperación de las economías asiáticas y la solidez de la economía de los países desarrollados, permitirá un crecimiento del consumo de cobre para los próximos años. Este crecimiento de la demanda por sobre la oferta conllevará un importante aumento del precio…».



El jueves 22 de marzo de 2001 en Estrategia se lee: «Agregó [Hochschild] que las proyecciones afirman que de continuar el panorama actual, se producirá una escasez de cobre en el mercado...».



La continuidad de su deseo es tan notable como inagotable. Recorre al menos desde 1997 hasta el 2001. Pero es sólo su deseo. Lo real es lo que sistemáticamente él ha negado: la existencia de la sobreproducción.



Estoy consiente que las citas anteriores de Hocbschild Alessandri son un poco insólitas, pero alguna explicación deben tener. Sin embargo, un poco más sicodélico es que a partir de su deseo proyecta precios para el cobre.



Enero del 2001 : «[el] precio del cobre que oscilará en un rango entre los 90 y 95 centavos…».



Marzo de 2001 (Estrategia), Hochschild Alessandri afirma; «…lo que impulsará su cotización por sobre el dólar la libra en la parte final del año«.



Ä„Hochschild Alessandri vaticinó un precio sobre los 1 00 centavos! El precio promedio anual a fines de noviembre no supera los 72 centavos de dólar. Es decir, nuevamente vaticinio errado. Pero ¿será casual? ¿se puede argumentar en el caso de este empresario que ‘cualquiera se equivoca’?



En un país como el nuestro, donde olvidar es casi una política oficial, no esta demás recordar estos ‘vaticinios’ errados del ‘experto’ en el tema (aunque se sabe, sin embargo, que finalmente quedará impune). Pero al ver sistemáticamente equivocados sus vaticinios podemos inferir que ellos parten de un diagnóstico errado.



Para Hochschild Alessandri si el problema no esta por el lado de la producción entonces se debe a la demanda y ella viene del exterior.



«Soy optimista: la demanda por cobre aumentará» (Gestión, 1998)



(En 1998, refiriéndose a Hochschild Alessandri en El Mercurio se lee; «…quien incluso cerró su yacimiento minero a raíz de la crisis»).



«Aquí lo fuerte ha sido la caída de la demanda de Asia…» (La Nación, 1999).



Es decir, claramente, diagnóstico errado. Pero la realidad es la realidad y en agosto de este año escribe;



«…El precio del cobre, por ejemplo, nuestro principal producto de exportación, retrocedió a su nivel más bajo de los últimos dos años, con el promedio anual acumulado más bajo de los últimos 65 años…»



Y así Hochschild Alessandri, de desacierto en desacierto, de impunidad en impunidad. Pero la realidad no da tregua y en octubre de 2001 anota;



«La situación mundial ha sido más compleja de lo que esperábamos. Tenemos, por ejemplo, el precio del cobre más bajo de los últimos 100 años, cuando hace pocos meses desde el Presupuesto de la Nación hasta nuestros propios analistas, apostaban a un precio del cobre cercano a los 90 centavos de dólar la libra (casi 50 % más que su valor actual)» (curiosamente se refiere a ‘ellos’, Ä„él no tiene que ver con esas predicciones!).



En una entrevista el mismo mes de agosto de este año apunta:



«En general, la oferta no ha reaccionado. Creemos que debe salir producción del mercado. Si no sale en forma lógica va a tener que salir a través de la sangre, no más, que es la paralización obligada de algunas faenas productivas a nivel mundial».



Pero finalmente Hochschild Alessandri nos sorprende: «Si no hay esfuerzo por el lado de la oferta, es difícil que encontremos un precio de equilibrio más alto».



¿Está proponiendo intervenir en la producción de cobre para hacer subir su precio? Algunos meses antes (septiembre), reflexionando sobre la misma idea, planteaba «…múltiples estudios económicos demuestran que al disminuir la producción, el ingreso total también caería…».



En Chile, cada vez es más claro que asistimos a un verdadero saqueo de la principal riqueza básica del país y, más allá del silencio cómplice de muchos, hay responsabilidades claras tanto públicas como privadas.



Los intereses de SONAMI no son los intereses del país. Ni siquiera son los intereses del sector minero. Son los intereses de los empresarios del sector minero, que por razones obvias se presentan como intereses de todos.



Pero a lo largo de estos años, en las opiniones de Hochschild Alessandri se pueden encontrar más que vaticinios errados. Sus desaciertos en lo que a cobre se refiere no deben opacar sus otras preocupaciones. En mayo de 1999 escribe;



«Desde ya, estamos advirtiendo a los parlamentarios de las zonas mineras la inconveniencia y las dificultades que traería la aprobación del Convenio NÅŸ 169 de la O.I.T. sobre Pueblos Indígenas y Tribales, cuyo texto reconoce un conjunto de derechos a dicha población, los cuales remarcan y ahondan, a nuestro juicio, en la segregación, camino errado que sólo trae dificultades al país…».



«…Además, nos hemos preocupado de hacer llegar a nuestros asociados, para su conocimiento, los informes pertinentes que les permitan adquirir conciencia del mismo y elaborar ideas en el seno de esta agrupación gremial […] El tema indígena, como tantos otros, es de gran importancia. Adelantarse en su estudio y estrategia para enfrentarlo, constituye una obligación impostergable en consideración a las consecuencias que para la paz empresarial el tema conlleva […] Por consiguiente, el tema anteriormente expuesto, pudiendo afectar a nuestra industria, será abordado, como tantos otros temas, en equipo con el único propósito de lograr que él no constituya una perturbación para las empresas y los mineros».



En su exposición en la Mesa Redonda del diario Estrategia «Hacia dónde va el país» (octubre 2001) fue aun más claro:



«…Como todo país, tenemos una historia que nos ha dejado heridas y algunos malos hábitos asentados, como por ejemplo, el uso de la violencia como forma de acción política, y todos los efectos de temor y sobretodo, desconfianza, que causa a la sociedad […] Y no sólo me refiero al uso de armas o a la violencia física, que –a excepción del terrorismo mapuche– al parecer hemos dejado atrás».



Las inquietudes de Hochschild Alessandri sobre las reformas laborales son aun más manifiestas. De hecho interviene explícitamente y hablando de la situación del país escribe:



«No obstante, a pesar de esos logros objetivos, se percibe una fuerte sensación térmica de intranquilidad e incertidumbre, gatillada desde el intento de aprobar -a fines del año pasado- el proyecto de Reforma Laboral».



Y así este dirigente empresarial que habla de terrorismo mapuche, de lo perjudicial de una reforma laboral y que en el mercado del cobre pronto llegará un exceso de demanda por sobre la oferta, seguirá escribiendo, seguirá descalificando, y, sin embargo, diga lo que diga -con todos sus diagnósticos y vaticinios errados- quedará impune. Es el Chile de hoy.



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Juan Radrigán A. es economista e investigador del Centro de Estudios sobre Transnacionalización, Economía y Sociedad (Cetes).

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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