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Ciudadanos a la defensa activa

El Chile de hablar bajito parece haber despertado. Hoy miles de ciudadanos ponen en la agenda política sus intereses más sensibles: han demandado reformas legales para terminar con la desprotección frente a instituciones que han lucrado en períodos de crisis, con el quebranto de la gente endeudada.


Algo positivo está ocurriendo en Chile. La democracia circula por vías nuevas. Mientras el gobierno ha asumido una férrea conducción por encima de las cúpulas partidarias que lo apoyan, en la oposición se ha fracturado la Alianza. Se ha iniciado una nueva carrera política, sin marcas registradas o derechos adquiridos.



Del otro lado, del ámbito de la civilidad, comienza a recuperarse la organización social, la acción cooperativa o asociativa para defenderse del sistema impersonal, individualista y verdugo que se ha impuesto principalmente en materia de personas endeudadas y lapidadas en vida por los registros históricos de organizaciones que han lucrado con el dolor de los más humildes.



Ha surgido la respuesta orgánica, a través de firmas reunidas por miles, para presentar a los políticos la real sensibilidad de las personas, rompiendo el estilo tradicional en que ciertos iluminados, canalizados por los medios, han impuesto tópicos de discusión política que muchas veces no tienen nada que ver con lo que a la población preocupa o interesa.



Ha aparecido una refrescante energía social que puede fortalecer el sistema democrático. Frente a la realidad de una prensa y medios televisivos y radiales altamente concentrados en la derecha política, han surgido múltiples medios electrónicos y escritos que han venido combinando el periodismo de opinión con el reportaje de investigación y denuncia.



Además, se ha logrado una creciente vinculación a lo local. Es evidente que la expansión de la Internet permite que un segmento creciente de la población pueda tener acceso a una prensa alternativa, que ha ido realizando importantes aportes a la transparencia, con el aporte de los propios ciudadanos que queden hacer llegar sus opiniones y enriquecer el debate.



Por esta vía surge un nuevo estilo de civismo activo, con redes de colaboración, de debate, de crítica y de ayuda mutua.



Fue famoso el caso de las casas Copeva, las casas de plástico. En estas semanas se ha concluido un ciclo de reparación por parte del gobierno y ha quedado un hito en la memoria colectiva. Un sistema que peca de descontrol o de corruptelas perjudica a la gente. Frente a esa indefensión, frente a un sistema judicial pesado y de enmarañados laberintos procesales, las personas que carecen de dinero están desprotegidas.



Sólo la unión hace la fuerza y el canal efectivo es la organización de las personas para una defensa activa de sus intereses legítimos. No basta que un medio de prensa denuncie hechos de corrupción, porque la noticia suele diluirse y es difícil mantener en primer plano un tema noticioso. Es a lo que apuestan los voceros que defienden posiciones cuestionables: que la gente se olvide.



De allí la necesidad del control ciudadano activo, más allá del voto que permite elegir representantes populares. De allí la necesidad de redes sociales, de sumatorias de personas comunes y corrientes que canalicen en el esfuerzo asociativo una demanda común. Es realmente esperanzador que miles de compatriotas se hayan atrevido a romper paradigmas y hayan presentado su legítima demanda con el peso de miles de firmas que son expresión de presión cívica sobre las instituciones.



Si las autoridades de gobierno y los políticos escuchan atentamente a las personas y generan los canales modernos de interactividad, la democracia puede crecer en calidad y legitimidad.



La indefensión de la gente frente a los monopolios, a los abusos en las tarifas de servicios públicos que fueron privatizados, a las deudas previsionales, a todo tipo de contratos con letra chica, a publicidad engañosa, a los tristemente célebres cheques en garantía que exigían los centros privados de salud, a los errores y negligencias médicas y a los desfalcos en cooperativas habitacionales sólo podrá superarse con estos nuevos estilos de organización ciudadana, que recuperen la capacidad de construir confianzas y compartir esfuerzos, superando el miedo y el individualismo que nos han hecho vivir un capitalismo salvaje.



Participando directamente se podrá profundizar la democracia, el menos malo de los sistemas políticos conocidos en la historia de la humanidad.



La gente puede mejorar la convivencia mediante la solidaridad, redescubriendo la capacidad de dignificar la vida diaria, luchando a viva voz contra cualquier atropello, abuso, discriminación, intolerancia o prepotencia.



* Especialista en gerencia internacional y relaciones internacionales, escritor, académico y consultor.



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