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El efecto sinérgico del factor Zaldívar

El PDC sabe que que su futuro depende esencialmente de cómo le vaya al gobierno de Lagos. Esto es recíproco: Lagos no podría hacer un buen gobierno sin el apoyo DC. Una eventual recuperación de la Democracia Cristiana daría una mayor base de sustentación al actual gobierno.


¿El Partido Demócrata Cristiano reaparece con una renovada y particular fuerza luego que Adolfo Zaldivar Larrain fuera elegido como su presidente? Evidentemente que sí, o al menos así se vislumbra. Es sin duda una situación paradójica si se toma en cuenta que en las recientes elecciones parlamentarias se ratificó la tendencia declinante de dicha colectividad, y disminuyó notablemente su porcentaje de votos y número de escaños en el Congreso.



La respuesta a esta interrogante no está en lo cuantitativo, sino en lo cualitativo.



La primera conclusión que podemos adelantar es que no siempre el poder político se relaciona con el número de votos, y la segunda, que el factor sorpresa es inseparable en la actividad política.



A pesar del avance de la ciencia política, son precisamente estos aspectos los que hacen que aún en nuestros días la política siga siendo considerada también como un arte, tal como denominara Aristóteles. Esto hace más complejo y exigente el análisis político, ya que los guarismos representan un antecedente importante, pero uno más entre otros.



El discurso y las primeras actuaciones del nuevo presidente DC difícilmente dejan indiferente al mundo político, y menos a la prensa. ¿Por qué? Primero, porque al interior de la Concertación y especialmente en el PPD se percibe con temor la recuperación y mantención de la influencia de la DC como partido eje de gobierno. Por otra parte, la oposición -fundamentalmente la UDI- ve amenazado su magnífico crecimiento electoral si ocurre una virtual recuperación del DC.



Otro factor reside en la capacidad comunicacional del nuevo líder demócratacristiano. Eso de la calidad de las comidas con el cardenal Errázuriz y el Presidente Lagos pasará a la posteridad del anecdotario político criollo, al igual que el «juego del emboque» del almirante Merino o la «crianza de pollitos» del senador Errázuriz.



De resultar exitosa la gestión de Zaldivar, ¿qué consecuencias provocaría en la actividad política nacional?



1. Lo más obvio, detendría la declinación electoral del PDC , y con ello la colectividad mantendría su enorme influencia en la política nacional. La estrategia para cumplir este objetivo es clara:



(a) Recuperar el carácter doctrinario que caracterizó a este partido desde sus orígenes, lo que se traduciría en poner los temas valóricos como centrales en la discusión política y en la agenda legislativa. La DC se estaba desperfilando en su identidad por una apertura hacia un pensamiento liberal, ajenos de la doctrina social de la Iglesia en temas como el divorcio, por ejemplo.
(b) Devolverle el orgullo y la confianza a los militantes y simpatizantes de la colectividad. Actualmente se estaban sintiendo sobrepasados por la euforia del PPD y la UDI especialmente. El carácter de duro y a veces irreverente de Zaldivar también ayuda.
(c) Potencializar la agenda económico-social. Esto quizá es el eje central de la nueva DC, ya que es la demanda principal de la ciudadanía. Para ello se necesita dosificar la mantención del esquema económico en sus aspectos probadamente efectivos, junto con propuestas que fortalezcan el rol del Estado, especialmente en materias relacionadas con la reactivación de la pequeña y mediana empresa y con la solución del problema del desempleo. Y no es fácil equilibrar ambos niveles. Se necesita cierta osadía que inevitablemente implicará una ruptura de consensos en esta materia, tanto por las denominadas dos visiones al interior de la Concertación, como ha afirmado el ministro Eyzaguirre, como por la ortodoxia económica de la UDI.



2. ¿Qué ocurre al interior de la Concertación? Aparentemente se produce un distanciamiento entre la DC y el gobierno. Sin embargo, esto no debería tener mayor alcance, y debería circunscribirse en el ámbito del énfasis. Eso de «no a la obsecuencia y no incondicionalidad» que ha manifestado Zaldivar respecto del gobierno no significa de manera alguna que este partido pretenda abandonar la Concertación, al menos no en esta administración. Es sólo una llamada de atención para que nadie olvide quien es, y se «respete al hermano mayor«.



El PDC sabe que que su futuro depende esencialmente de cómo le vaya al gobierno de Lagos. Esto es recíproco: Lagos no podría hacer un buen gobierno sin el apoyo DC. Una eventual recuperación de la Democracia Cristiana daría una mayor base de sustentación al actual gobierno.



3.Resulta interesante la pulseada DC-PPD. Esta disputa por mayor influencia al interior del bloque gobiernista se dará especialmente en el campo valórico, pero todo indica que la DC comienza con la carrera ganada, ya que cuenta con estupendos aliados: la potente bancada de la UDI y la propia Iglesia. El PDC no estará ni ahí si el cardenal Medina nuevamente llama a votar en concordancia con los mandamientos de la Iglesia, aunque quizá en privado agradecería un espaldarazo semejante.



El gobierno difícilmente impulsara proyectos de ley en esta materia, ya que eventuales derrotas políticas debilitarían su imagen. Por muy justa y acorde a los tiempos que sea una ley de divorcio, por ejemplo, no es prioridad para la mayoría de la gente, y eso Lagos lo sabe.



Esto proyecta una dura lucha DC-PPD por la plantilla de cupos para las próximas elecciones municipales en 2004, cuyo resultado será fundamental a la hora de definir los candidatos para las presidenciales del 2005.



4. El PDC da señales que impulsará y fortalecerá su agenda social, incluso a costa de ser acusado de estatista. Esto va en concordancia con aspectos doctrinarios vinculado a la opción por los pobres que caracterizó a las Conferencias Episcopales latinoamericanas de Medellín y Puebla en los años ’60, y con las permanentes críticas y llamados a perfeccionar y humanizar el modelo de mercado que hace Juan Pablo II. En impulso de medidas en este ámbito la colectividad encontrará especial apoyo del Partido Socialista, y probablemente del Partido Radical.



El PPD probablemente se verá obligado a sumarse a estas propuestas, pues aunque resulten algo estatistas sería muy impopular no respaldarlas.



El flamante ministro de Salud, Osvaldo Artaza, ha dicho que «no importa de donde se saquen los recursos» para la reforma del sistema de salud, y que lo importante es que se obtengan.
Un aumento de impuestos o la creación de uno nuevo, habría sido impensable meses atrás, pero ahora ya se comenta en los pasillos.



5. Este nuevo escenario resulta algo incómodo para la UDI. Antes del factor Zaldívar tenían practicamente el monopolio de la agenda valórica conservadora, ahora deben compartirla con el PDC.



De igual modo, prácticamente todos las materias económico-sociales podían ser negociadas con la Concertación y llegar a acuerdos sin un mayor alejamiento de sus premisas ideológicas y sin mayor costo político para la colectividad de Longueira.



Hasta ahora ni los partidos de la Concertación, y menos los de derecha, han tenido la osadía de plantear medidas distintas a la ortodoxia de la teoría de mercado. La reforma laboral es un buen ejemplo de ello, y Zaldívar, aunque aún solo en el discurso, ha tenido la valentía y creatividad para hacerlo.



El PDC sabe que la gran mayoría de la opinión publica y las organizaciones sociales apoyará cualquier medida que signifique mejorar su calidad de vida de la gente, sin importar si éstas son más estatistas o mas liberales. En este sentido, la UDI podría pagar un importante costo político al no apoyar medidas con las cuales se sientan identificadas las grandes mayorías, como la reforma de la salud, por ejemplo.



6. Lo anterior se da en el contexto de la reciente decisión de adquirir los aviones F-16, que significan un desembolso de mas de 600 millones de dólares. Curiosamente, al apoyar este proyecto todos los partidos políticos, tanto de gobierno como de oposición, el saldo es que ninguno de ellos paga el costo político, excepto la actividad política en general.



Resultará difícil en el futuro cercano, después de esta cuantiosa inversión en defensa, justificar que no se apoye cualquier proyecto de inversión social. Si la nueva Democracia Cristiana materializa el impulso de proyectos de inversión social a costa de mayor gasto fiscal, lo que probablemente no será apoyado por la UDI, pondría a este último partido en un dificil e impopular escenario. Tendrán que volver a depender aun más de Joaquin Lavín y su apoliticismo, pero ahora es más difícil que la ciudadanía lo crea , sobre todo después de su participación en las elecciones parlamentarias. Las ultimas encuentas así lo revelan.



7. Con respecto a Renovación Nacional, esta colectividad ha guardado un discreto silencio con relación a la nueva mesa DC, aunque también se podría decir que ha mostrado un discreto acercamiento, a través de sus contactos con el gobierno, especialmente en la preparación conjunta de una agenda legislativa consensuada.



El actual momento de RN no es cómodo: por una parte no se siente bien en su vínculo con la UDI en la Alianza por Chile, y por otra, más que preocuparse en hacer oposición se muestra una clara disposición e interés en cooperar con el gobierno.



Se aprecia en esa colectividad una especie de adolescencia política, que le impide tener claridad con respecto a definiciones y lineamientos ideológicos, y principalmente con respecto a futuras alianzas o coaliciones partidarias.



En este sentido, especialmente a partir del segundo semestre del año pasado, se percibe un tímido coqueteo de RN hacia la DC y el PPD. Recordemos las polémicas opiniones del ministro Ravinet cuando planteó la posibilidad que personas como Andrés Allamand podrían incorporarse a alguna secretaría de Estado en el actual gobierno. Tampoco dejan de llamar la atención las recíprocas alabanzas entre Allamand y Schaulsohn, o la osada hipótesis planteada por un directivo del PPD sobre la posibilidad de crear una futura alianza PPD-RN.



La gestión de Zaldívar sin duda se encamina a definiciones de alianzas para el próximo gobierno. Renovación Nacional constituye una tentación que es sin duda recíproca.



En definitiva, el factor Zaldívar, si se materializa su discurso, provocará un efecto sinérgico en la política nacional. En primer lugar, desencadena y potencia energías en dos sentidos: a nivel electoral, en la lucha por el poder y en el control de la toma de decisiones. Este aspecto generalmente es incomprendido por la gente, y su sola mención provoca particular rechazo.



En segundo y más importante lugar, los partidos de gobierno y de oposición se ven presionados a ser consecuentes con sus discursos y promesas electorales, y obligados a aplicar cambios dirigidos especialmente a atender las prioridades de la ciudadanía.



Así, adquieren mayor fuerza materias vinculadas a proyectos económico-sociales. Quien más se destaque en impulsarlos recibirá el reconocimiento ciudadano traducido en votos y poder político.



* Ph.D. en Relaciones Internacionales.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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