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Gobierno y banca: un tema de ética empresarial

El Presidente Lagos lidera en estos momentos una cruzada nacional, tendiente a exigir a la Banca que traslade a sus clientes las rebajas de las tasas de interés. Esto se enmarca en un debate ético, ya que los banqueros han incumplido su rol económico para volcarse en estrategias especulativas y cortoplacistas.


El tema del rol de la banca en el proceso de reactivación económica ha pasado a ser una cuestión de principios, que puede constituirse en la frontera distintiva entre la posición concertacionista y la visión de la extrema derecha que, sin admitirlo, ha practicado el capitalismo salvaje, optimizando sus ganancias a costa de millones de deudores entrampados en la actual crisis, donde se han mezclado recesión y sobreendeudamiento.



Habiendo sido instructor de gerentes de la banca latinoamericana, en diversos ciclos impulsados por OEA, no puedo menos que lamentar que el sector bancario nacional haya perdido la oportunidad de consolidarse como pivote de la reactivación, generando nuevos productos que apoyasen una real reestructuración de pasivos de sus clientes pequeños y medianos, ayudando a su reingeniería e incubando nuevos proyectos. Esto habría sido el ideal de una banca de negocios, con la visión inteligente de captación de nuevos clientes y diversificación de riesgos. Pero, lamentablemente, la mayoría de las entidades financieras optaron por la especulación y se concentraron en aumentar su rentabilidad, apretando a sus clientes morosos, con intereses mayores y diferentes cargos encubiertos. La presión se ha ejercido sobre los mismos clientes o empresas a quienes alegremente ofrecieron créditos en la primera mitad de los noventa.



En una maquinaria que jugó con la dignidad de las personas, en el sistema financiero, las entidades de información comercial y las empresas de cobranza externa, fueron generando un nudo corredizo que fue estrangulando a muchas empresas y personas que carecieron de capital de trabajo o de líneas de financiamiento especial que les permitieran sortear las crisis sucesivas de los últimos 5 años. El resultado contable para la banca ha sido excelente, pero a costa de un desprestigio institucional enorme.



El país ha ido reaccionando y hoy el propio gobierno toma las banderas de una economía endeudada. El criterio de cero riesgo que aplica la banca significa que para obtener un crédito hay que tener garantías mayores que el recurso financiero requerido. O demostrar que a uno le sobra la plata y que si toma un crédito es sólo por conveniencia financiera. El 90% de las empresas nacionales son pequeñas y medianas, generadoras de empleo masivo. El sector PYME no es dueño de bancos, carece de garantías, pero no de proyectos. Sin embargo, el oxígeno financiero para las PYME se fue cerrando, pese a que representen un riesgo mucho menor que concentrar colocaciones en pocas grandes empresas,



Yendo al fondo del tema, el asunto es hoy un tema ético. Frente a la concentración de la riqueza y el poder que da el dinero, se trata de tener como Concertación y fuerzas democráticas de centro derecha, la capacidad para corregir el modelo heredado del gobierno militar, haciendo notar que esa banca arrogante aún le debe al país lo que en los ochenta el Estado subsidió y que a la fecha el Banco Central tiene en garantía títulos de esa banca que hoy se resiste a pagar intereses en las cuentas corrientes y a trasladar las bajas de intereses a sus clientes.



Esto pasa por equilibrar con una mayor regulación y, sobre todo, con una más efectiva fiscalización, el funcionamiento del mercado. En lo que hace al sistema financiero, la reforma a la ley del mercado de capitales debiera apuntar a la desconcentración de la inversión con mecanismos de promoción más efectivos para incubación de proyectos. Se trata de invertir más en proyectos locales y si no son de la envergadura que gusta a la banca, deben derivarse fondos de pensiones a través de Fondos de Capital de Riesgo, que conformen una alternativa para-bancaria para las PYME y los emprendedores que necesitan un apalancamiento inicial.



El rol regulador del Banco del Estado es hoy crucial, por lo cual el cambio cultural interno en sus ejecutivos es indispensable, porque han aplicado similares criterios restrictivos para las PYMES, como por ejemplo el DICOM histórico. Destrabar el problema de repactación de deudas es lo que el país espera para poder recuperar una expansión de la demanda. Sin embargo, el tema pasa, además, por superar una percepción de desconfianza de la gente en los sistemas de crédito, ya que éstos han exprimido despiadadamente a los deudores, estigmatizándolos como parias del sistema, lo cual en algún momento tendrá su vuelta de mano. Si surgen en el sistema financiero nuevos instrumentos de ahorro, extra bancarios, mucha gente preferirá migrar a ellos, para no sentirse nuevamente indefensos durante períodos de crisis.



Al presionar a la banca nacional para que cambie su posición, el gobierno no debiera temer a una reacción contraria de la banca internacional, ya que ésta, en general, es mucho más abierta e innovadora que los bancos tradicionales chilenos. La realidad de una competencia amplia, con grandes organizaciones corporativas que buscan asentarse en las economías emergentes, debiera ser un factor correctivo para los banqueros locales, para exigirles el cambio de sus políticas conservadoras y especulativas.



Se está llegando en Chile a definiciones de fondo, Y el estilo financiero imperante no tendrá acogida en la opinión pública, pero sí ha engrosado las cuentas de los accionistas de la banca. Si se revisa el mapa de la riqueza en Chile, no será difícil determinar quienes ganaron con la crisis y están obviamente por mantener el statu quo. Costará demostrarles que están haciendo un mal negocio. Que están matando la gallina de los huevos de oro y que para cuando reaccionen los ahorristas se habrán volcado a nuevas alternativas. Las mismas que se generarán en forma natural, como una autodefensa de los deudores agobiados frente a la presión impropia que ejerció en los últimos cinco años sobre ellos la plutocracia imperante.



En definitiva, en estos temas es donde aparecen las decisiones cruciales y donde el gobierno debe elegir por quien se inclina. Porque de esta decisión dependerá la supervivencia de la alianza gobernante en el mediano plazo.



* Hernán Narbona es especialista en gerencia internacional y relaciones internacionales, escritor, académico y consultor.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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