Publicidad

Botón de pánico en el Senado

Cada vez que hay un problema de legitimidad democrática, Lavín aprieta el botón.


Yo encuentro que Lavín es genial.



Como nadie que se respete a sí mismo políticamente puede defender la institución de los senadores designados, pero a la vez la derecha no puede perder la mayoría artificial que tiene en la cámara alta, el alcalde de Santiago optó por instalar un botón de pánico en el Senado. Es algo tan inútil como los que ha instalado en el centro de Santiago, pero efectista a la hora de atraer las cámaras de la prensa y legitimar su acción.



Lo divertido es que pese a que sabemos que no hay nada más idiota que pensar que una persona que está siendo cogoteada va a llamar por citófono a la policía, todos nos sorprendimos y miramos la TV cuando Lavín instaló los botones de pánico. A ninguno de los ávidos periodistas que asistieron a su lanzamiento -ni a nadie- se le ocurrió decirle al rey que estaba desnudo.



Resulta que ahora Libertad y Desarrollo está midiendo la correlación BDP/disminución de la delincuencia, Correa Sutil analiza cifras de percepción ciudadana sobre la inseguridad en las calles, Ravinet se lamenta de no haber instalado botones de pipí en vez de remodelar la Estación Mapocho o construir el Parque de los Reyes, y uno mismo camina por el centro, mira los malditos botones y se pregunta «¿funcionarán estas mugres?».



Así, Lavín nos lleva a su terreno y a su discusión. Esa es la clave, según decía Lenin en 1904 o Lautaro en 1546.



El edil dice que hay que eliminar a los senadores designados ahora mismo. «Si existe un gran consenso, ¿por qué no?» dijo el demócrata ejemplar. Eso fue como instalar un botón de pánico en el Senado.



Cada vez que hay un problema de legitimidad democrática, Lavín aprieta el botón. ¿Reformas constitucionales? Sí, necesitamos una Constitución que nos interprete plenamente para avanzar en los problemas de la gente. ¿Sistema electoral? Mire, creo que todos debemos estar representados para que haya más participación y más soluciones. ¿Llamado a retiro de los comandantes en jefe? En una democracia manda el Presidente. Y así sucesivamente: puros botones de pánico.



La derecha, los designados o los militares podrán asustarse, como seguramente se debe asustar más de algún cogotero amateur cuando ve a su víctima acercarse al botón en el centro, pero los que realmente saben entienden que el botón no es más que una faramalla. Quizá Piñera todavía estaría esperando al lado del botón, sin reloj ni billetera, a que llegue la policía montada a atender su urgencia, haciendo una vez más el loco.



La verdad sea dicha: si hay algo más patético que ver a alguien inteligente defendiendo la institución de los senadores designados, es ver un designado defendiendo a los designados. Por eso el abanderado de la derecha no entra en ese juego. Si el honorable senador Cordero salió en televisión hablando sobre su imprescindibilidad para el normal desarrollo de la democracia, Lavín sabe que no puede estar de ese lado, porque sería patético.



El alcalde sabe que los senadores designados no tienen razón de ser. La derecha ha tratado de construir el argumento que forman una institución poco menos que de común ocurrencia en la legislatura comparada. Falso. No existen en ninguna otra parte del mundo decente. Es cierto que hay algunas cámaras altas donde se incorporan miembros no electos popularmente, como Italia, Alemania o el Reino Unido. Pero utilizar dichas instituciones como argumento es absolutamente falaz, porque dichas cámaras no gozan de las amplias prerrogativas constitucionales de que goza el Senado en Chile.



En todos esos países se respeta el juego democrático, y el primer ministro surge del partido o coalición mayoritaria de la Cámara Baja. En el fondo, en ninguna otra parte del mundo decente se cuchufletean mayorías como se hace en Chile.



Como Lavín sabe eso habla en contra, pero de manera inofensiva. Como un botón de pánico. Nadie podrá reprochárselo en el futuro, porque él estuvo en contra y fueron los políticos los que no supieron ponerse de acuerdo. Simplemente genial.



* Abogado, master en Ciencia Política, London School of Economics



___________________

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias