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La derecha traiciona a Jaime Guzmán


Los últimos sucesos que han ocurrido en la Asociación Chilena de Municipalidades (ACHM) en nuestro país me han hecho reflexionar en torno a los alcances del sentido democrático de la Alianza por Chile, en especial de la UDI.



Hay tres elementos constituyentes de todo sistema político democrático: a) la importancia de los grupos intermedios en la configuración del sistema; b) el respeto tácito y explícito a las reglas del juego democrático, y c) la voluntad siempre abierta de negociar y consensuar las políticas públicas relevantes para el colectivo nacional.



La acción emprendida por los alcaldes y concejales de la Alianza por Chile ha deslegitimado la labor de la Asociación Chilena de Municipalidades, debido a que quebraron una organización que se ha caracterizado durante sus cortos años de actividad por potenciar y coordinar los intereses de los poderes locales de nuestro país, generando una mayor democratización del estrato comunal del sistema político chileno tantas veces cooptado por el poder del gobierno central.



Además, esta reacción histérica de la derecha es incoherente con los postulados de su líder e ideólogo, Jaime Guzmán, quien señalaba que «si toda sociedad intermedia debe disfrutar de autonomía para orientarse a sus fines propios y específicos, no resulta lícito que otra sociedad mayor a ella, como los partidos políticos, asuma lo que aquella sociedad mayor puede hacer por sí misma».



Frente a esta realidad, sólo queda por señalar la siempre y eterna ignorancia de sectores políticos nacionales que no distinguen entre la política, que se refiere a toda relación de poder formal, y los partidos políticos, actores que tienen como objetivo aglutinar intereses y el acceso del poder institucionalizado.



La UDI ha partitocratizado una instancia absolutamente colectiva y gremial, del mismo modo que el PC lo ha hecho con las reivindicaciones estudiantiles, de la salud o de los profesores en años anteriores.



A partir de la automarginación de los alcaldes y concejales de la Alianza se ha producido la destrucción de los soportes del juego democrático. Fue una acción de patear el tablero que sólo ocasiona la legitimación de conductas y acciones outsider con respecto al sano procedimiento democrático, y que son quizá muy típicas de la derecha chilena, acostumbrada a aceptar irrupciones autoritarias y dictatoriales cuando no le parece cumplir las reglas, y hacen lo posible por obviarlas o destruirlas.



Hay claras sospechas que la UDI busca, debido a sus intereses políticos particulares, destruir de un plumazo el esfuerzo hecho por 340 municipios para dotarse de una Asociación Chilena de Municipalidades a cuya creación contribuí como alcalde.



La toma de decisiones políticas, al igual que las políticas públicas, se tiene que dar en un plano claro de aceptación de las condiciones donde se emplazan. Obviamente, no se pueden negociar los fundamentos y programas que sustentan una política pública, pero tampoco es coherente destruir los consensos básicos por el sólo hecho demagógico de lograr el poder a toda costa.



Por último, no ha existido voluntad de los alcaldes y concejales de la Alianza por generar nexos de negociaciones ni por discutir los temas centrales del municipio chileno, como su disidencia frente al proyecto de ley sobre Rentas Municipales II que se debe discutir en el Parlamento. Ello mientras el subsecretario de Desarrollo Regional, Francisco Vidal, ha dicho explícitamente que está buscando consensuar la discusión con la derecha, y no le dará urgencia mientras no haya acuerdo y diálogo.



Esto reafirma la posición del gobierno central de aceptar y legitimar las organizaciones intermedias como la Asociación Chilena de Municipalidades, pues comprende que enriquecen toda la sociedad al plantear posiciones diferentes a las generadas desde el estado central y regional, los actores políticos y el mercado.



En conclusión, el sistema político chileno necesita una derecha moderna, coherente y proactiva, capaz de comprender y aceptar la democracia como procedimiento, régimen y cultura, comprendiendo la realidad policéntrica, diversa y plural de la sociedad moderna. De ahí fluye la necesidad de aceptar las reglas del juego sancionadas de manera colectiva.



* Ex alcalde de Rancagua, diputado (PPD) por el distrito 32.



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