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Prueba de admisión o segregador social

Sin honor ni gloria, la insistencia en convertir un evaluador edumétrico de final de sistema en un evaluador psicométrico de selección a las universidades del Consejo de Rectores se transforma, por la vía de pretender pasar la aplanadora, en un segregador social.


El 18 de abril pasado fue publicada una inserción, firmada por la señora ministra de Educación y los rectores de las universidades de Chile y de Concepción, sobre el nuevo examen que reemplazaría a la Prueba de Aptitud Académica. El texto de la inserción tiene el claro propósito de transmitir la idea que las pruebas que se derivarán del proyecto SIES serán las que franquearán el ingreso a las universidades del Consejo de Rectores a partir del año 2004.



De esta manera, las autoridades están transformando una decisión técnica del Consejo de Rectores, la de cambiar la PAA por un nuevo instrumento que incorpore elementos del currículo de la enseñanza media, en una decisión política, desechando con ello la necesaria discusión especializada. Como consecuencia, ponen su prestigio en ello.



En este sentido, lo que las autoridades promueven es realizar una prueba de selección cuya concepción es la de constituirse en un evaluador edumétrico (esto es, que se preocupe de medir el nivel de cumplimiento de los objetivos educacionales de la reforma) más que un evaluador psicométrico (en el sentido de medir habilidades y aptitudes de los candidatos para las distintas profesiones). Esto es exactamente lo que hace el Simce, y sus resultados son por todos conocidos.



Sólo como un antecedente más, reciente y objetivo, para probar lo que ya está muy probado, señalo que en el informe que el propio Ministerio de Educación editó el 6 de diciembre de 2001 sobre los resultados de la prueba Simce de octavo básico aparecen los siguientes datos:







De esta forma, y de una manera precisa como establecen estos resultados, y resultados similares de otros años hechos a otros cursos, hay una relación directa entre conocimiento y capacidad de pago que, imaginamos, no es lo que pretenden privilegiar estas autoridades con los resultados de la nueva prueba de ingreso a las universidades integrantes del Consejo de Rectores.



Cada persona que participa del proceso educacional chileno sabe que una prueba, cualquiera que ella sea, no va a resolver los problemas de inequidad que se presentan en el sistema, y no vale la pena insistir en ello.



Nuestro pueblo reclama con vehemencia, para caminar cada vez más cerca en el desarrollo, de una urgente democratización de la calidad de la enseñanza, y con ese fin se deben sumar los esfuerzos de todos. En particular, la propuesta SIES será un interesante elemento en las políticas públicas que se lleven adelante para obtener esa tan anhelada democratización de la calidad de la enseñanza, al convertirse en un evaluador de final de sistema.



Por otro lado, es difícil admitir que alguien dude, ante tanta evidencia y tan abrumadora, cuáles serán los resultados de una prueba de ingreso a las universidades del Consejo de Rectores basada en conocimientos y habilidades adquiridas en la enseñanza media.



Así, sin honor ni gloria, la insistencia en convertir un evaluador edumétrico de final de sistema en un evaluador psicométrico de selección a las universidades del Consejo de Rectores se transforma, por la vía de pretender pasar la aplanadora, en un segregador social que dejaría fuera de este subsistema educativo al estudiante promedio de los grupos socioeconómicos medio, medio bajo y bajo, por la sola culpa de no contar con los recursos económicos necesarios o no haber ganado una vacante en los colegios municipales o subvencionados con prestigio que pueden darle una educación de mejor calidad.



Resta ver si los demás integrantes del Consejo de Rectores secundan esta decisión política o, como llama el sentido común, retoman el carácter técnico de su propuesta inicial y conforman una comisión que integre a quienes ya conocen este problema y pretenden resolverlo en su justa extensión y en plazos adecuados.



Invocamos una acertada frase de la señora ministra de Educación, expresada con ocasión del anuncio con que se postergó la nueva prueba para 2003 el 15 de agosto de 2001: «La flexibilidad en estas cosas es una virtud, y no un defecto. Los jóvenes van a estar contentos», a lo que agregaría: «en caso contrario, el error histórico lo pagarán decenas de miles de jóvenes chilenos». Y claro, cómo no, sabrán exactamente de quiénes acordarse.



* Decano de la Facultad de Ciencia de la Universidad de Santiago de Chile.



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