Algunos amigos me han preguntado por qué he insistido en el tema de la caída de las bolsas, los enredos financiero-contables de algunas grandes corporaciones, la tragedia argentina a la que ahora parece sumarse -por razones no explicadas- Uruguay y hasta el gigantesco Brasil.
Es porque creo que nuestro país, por su tamaño y población, así como por la estructura de su producción, es muy sensible al globalizado mundo económico y financiero y no me gustaría para nada que entremos en las mismas, pues buena parte de los que mataron o promovieron el crimen en 1973 son hoy los poderes fácticos de que tanto se habla.
Ya este cuento de los multifondos de las AFP me huele mal y creo que el ministro de Hacienda está «pichicateando» la producción nacional con los fondos de gente indefensa. Como se sabe, las platas de la gente, puestas allí porque una dictadura militar así lo impuso, están en las AFP sin que sus dueños legítimos tengan derecho a voto. ¿Quién controla todo esto? Quién va a responderle a la gente el día que los técnicos financieros se equivoquen e inviertan en una de estas empresas norteamericanas que mienten y falsean la contabilidad?
Vivir globalmente significa también aprender de los errores ajenos para no cometerlos. Excepto que se tenga la voluntad de hacerlo para seguir engordando a los poderes fácticos, que a veces sueltan limosnitas para que los políticos no hagan dieta.
Ojalá se difunda lo que está pasando con el «milagro brasileño», en que mientras se va Cardoso, dejando tras de sí un incendio, las dos principales opciones electorales para la Presidencia son candidatos de izquierda, si no enemigos, al menos adversarios del sistema. Ä„Ese es país y no este jugar a las muñecas en una casita de barro y con la Constitución de un demente!
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