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Binominal: Democrático y bueno para el país

Insistimos en que el sistema binominal es justo y bueno para el país, el plebiscito es ilegal; y sospechamos que, en realidad, lo que se pretende es chantajear a quienes no están dispuestos a aprobar una fórmula que no beneficiará en nada al sistema democrático.


Otra vez las reformas constitucionales, ahora entrampadas por la obsesión del Gobierno de cambiar el sistema electoral binominal por otro proporcional.



El sistema binominal debe mantenerse tal cual, porque es justo, democrático y ha dado estabilidad política al país durante los últimos 12 años. Cambiar instituciones que han resultado exitosas para responder, más que a la realidad, a un concepto mítico de democracia, constituye un error grave.



Defendemos un sistema que es, al menos, igualmente democrático que otros sistemas de elección popular, permitiendo una representación parlamentaria concordante entre cargos obtenidos y fuerza electoral, e impidiendo que la primera mayoría en un distrito o circunscripción excluya al resto de los competidores.



Veamos, por ejemplo, los resultados de la última elección parlamentaria: la Concertación obtuvo el 48 por ciento de los votos, y el 52 por ciento de los escaños en el Congreso; mientras la Alianza por Chile alcanzó el 44 por ciento de los votos y el 47 por ciento de los cargos.



Luego, el sistema binominal le ha dado estabilidad al país, incentivando la formación de dos grandes bloques políticos que representan hoy más del 90 por ciento del electorado. La competencia entre esas dos fuerzas ha facilitado la generación de acuerdos y posiciones moderadas, marginando a los sectores extremos.



La más clara demostración de ello es que, desde 1990, gran parte de las leyes han sido aprobadas por una amplia mayoría en el Congreso. En definitiva, la Constitución, el sistema electoral y en general todas las instituciones políticas buscan precisamente eso, acuerdos, estabilidad, progreso y paz social.



Si prácticamente ninguna de las colectividades más pequeñas tiene hoy representación parlamentaria no se debe a la fórmula binominal, sino a la inflexibilidad que han demostrado para alcanzar acuerdos con alguna de las coaliciones mayores.



De paso, el fortalecimiento de dos grandes bloques ha desincentivado la generación del multipartidismo, un rasgo característico de nuestra democracia antes de 1973, con las consecuencias políticas y sociales que ya conocemos. La fórmula electoral actual promueve la expresión y el legítimo disentimiento al interior de los propios partidos, dando origen a las llamadas «sensibilidades»: colorines, chascones y guatones en la DC; liberales y conservadores en RN; terceristas, renovados e históricos en el PS.



Ni a la Concertación ni al Presidente Lagos parecen importarle las ventajas del sistema binominal, no obstante ser los principales beneficiados. El Presidente insiste en que debe cambiarse por una fórmula proporcional y amenaza con convocar a un plebiscito de no aprobarse la pertinente modificación constitucional propuesta al Congreso. El anuncio fue rotundamente desmentido por el Gobierno, horas después de aparecer publicado en un medio de comunicación (probablemente una vez que los asesores de La Moneda «descubrieron» su ilegalidad), pero es evidente que la información provino de alguna fuente autorizada, de manera que la idea ha sido al menos estudiada.



Insistimos en que el sistema binominal es justo y bueno para el país, el plebiscito es ilegal; y sospechamos que, en realidad, lo que se pretende es chantajear a quienes no están dispuestos a aprobar una fórmula que no beneficiará en nada al sistema democrático.



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