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De la trampa de la pobreza a la seguridad económica**

En la OIT promocionamos un nuevo concepto, el que llamamos Trabajo Decente. Este se basa en el respeto de los derechos de los trabajadores, protección social adecuada, creación de empleos y empresas y diálogo social.


Vivimos en un era de profunda inseguridad económica y social, que está afectando a la gente en todo el planeta y en diversas condiciones de vida: un mundo de beneficios para algunos y formas diversas de incertidumbre para todos. Esto es peligroso y no puede continuar.



Todos sabemos que uno puede controlar las expresiones de la inseguridad social prohibiendo los síntomas. Esto es lo que los dictadores hacen. Yo vengo de Chile. Yo lo viví. Otra forma es abordar las causas desde la base. Eso es lo que hacen las democracias . Esto es lo que nosotros debemos pedir de nuestros líderes políticos y creadores de políticas.



Y una de las causas fundamentales en los problemas de hoy es la falta de seguridad económica, expresada en la penetrante pobreza y el injusto crecimiento de ingresos y riqueza generadas por un modelo de globalización desigual. Desafortunadamente, muchas democracias en países pobres y ricos no pueden o no quieren actuar de forma vigorosa. Hay muchas palabras y poca acción. No mucho se ha hecho en el mundo para reducir la pobreza y la desigualdad.



Algunos se han encadenado a las condiciones externas, otros están atados por la decisión de no meter mano a los modelos de distribución desigual. Latinoamérica es un ejemplo de ambos. Otros aún están muy enamorados del fundamentalismo del mercado, y simplemente no pueden imaginar soluciones más allá de los reducidos límites del pensamiento económico neoliberal.



Vengo de la Cumbre Mundial de Desarrollo Sostenible en Johannesburgo. Fue una conferencia difícil al final de un proceso preparatorio también difícil, pero estaba dirigida a la pregunta correcta: ¿cómo integrará el mundo las políticas sociales, económicas y medio ambientales para lograr el desarrollo sostenible?



Responder a esta pregunta nos lleva al tema de la distribución en el corazón de las agendas nacionales e internacionales. La preocupación global de incertidumbre e inseguridad nos obliga a reenfocarnos sobre cómo reducir la brecha entre los que «no tienen» y los que «tienen mucho».



Pero no hay una receta adecuada para todas las soluciones. Las políticas deben reflejar un entendimiento básico de las dinámicas de las personas, sociedades, culturas y democracia con las que los gobiernos y sus ciudadanos deben luchar en muy diferentes escenarios.



Esta es una de las razones de por qué la OIT estableció una Comisión Mundial sobre la Dimensión Social de la Globalización. La encabezan dos presidentes, Tarja Halonen, de Finlandia, y Ben Mkapa, de Tanzania, quienes trajeron en conjunto a 25 personas eminentes de diferentes clases y regiones del mundo. Ellos crearon un espacio para reunir nuevos pensamientos y nuevas políticas.



Actualmente, los Comisionados están conduciendo una serie de reuniones de consulta en diversos lugares del mundo, para acumular puntos de vista de una amplia clase de perspectivas. El objetivo de la Comisión es generar ideas para el cambio que puede hacer al proceso de globalización más inclusivo, y ampliar la participación de sus beneficios.



Y esto es lo que nos lleva a los derechos, porque fortalecer los derechos es lo que lleva hacia adelante a la comunidad humana. Estos derechos deben incluir derechos económicos, los que no tuvieron atención suficiente en los últimos 50 años.



En la OIT promocionamos un nuevo concepto, el que llamamos Trabajo Decente. Este se basa en el respeto de los derechos de los trabajadores, protección social adecuada, creación de empleos y empresas y diálogo social. Las personas necesitan la oportunidad de trabajar fuera de la pobreza, pero la globalización desigual produce desigualdad de oportunidades.



Para escapar de esta trampa de pobreza global, las personas necesitan seguridad. La seguridad que viene de ir a la cama por las noches sabiendo que tú y tu familia no van a despertar con hambre ni humillados al siguiente día. Es la seguridad de saber que aplicándote, aprendiendo y desarrollando habilidades, tendrás una buena oportunidad para trabajar productivamente y ganar al menos lo suficiente para cubrir las necesidades básicas.



La elección de las palabras «Trabajo Decente» es deliberada, para mostrar que la OIT está tomando en cuenta todas las formas de trabajo, no sólo el trabajo salariado, aunque éste es un asunto fundamental. Las experiencias de trabajo informal están en todas partes. Y también está el trabajo de quienes cuidan a otros. Esto ha sido históricamente el campo de la mujer. Pienso que legitimándolo y valorándolo de la misma forma como reconocemos otras formas de trabajo, ayudaremos a destruir la división sexual del trabajo y daremos a estos trabajadores, hombres y mujeres, la misma seguridad y derechos que ya poseen otros en la sociedad.



Cuando se piensa en cómo globalizar la seguridad básica y la solidaridad social, también cabe preguntarse sobre cómo inyectar capacidad de consumo en las personas que viven en la pobreza, y que éstas puedan dar el puntapié inicial para salir de una economía global sombría. Un sueño quizás, ¿pero sería imposible desarrollar vías económicas sólidas como agregar un dólar adicional al día a los ingresos de mil 200 millones de personas, una quinta parte de la población del mundo, que actualmente sobrevive con sólo un dólar al día o menos?



Esto también podría generar la economía adecuada para una estrategia global de ingreso básico. Daría como resultado una fuerte demanda no inflacionaria de bienes y servicios para satisfacer las necesidades básicas, y así estimular el desarrollo de la empresa local y la creación de trabajo.



En la OIT estamos convencidos que necesitamos de nuevas ideas y de vías prácticas para implementarlas que nos permitan promocionar más libertad y desarrollo. Son las que necesitamos para responder a las necesidades y esperanzas de los individuos y sus familias.



* Director general de la OIT.



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** Párrafos del discurso entregado en el 9° Congreso de la Red Europea de Ingresos Básicos (Ginebra, 13 de septiembre de 2002)


  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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