Publicidad

Dime de qué presumes y sabré de qué careces

Lo alarmante es que ni este ni ningún gobierno de la Concertación haya tenido éxito en materia de delincuencia. Que desde 1993 se hayan puesto en marcha Ä„nueve planes! de seguridad ciudadana y no conozcamos la evaluación de ninguno de ellos.


De acuerdo a una novedosa fórmula de manipulación estadística, el gobierno asegura que en Chile los índices de delincuencia han descendido, y lo que verdaderamente tiene muy preocupado al subsecretario del Interior no es el aumento sostenido de los asaltos, homicidios y violaciones, sino la «sensación de temor de la ciudadanía», al parecer infundada y producto de la imaginación colectiva.



Esa actitud triunfalista y el mensaje tranquilizador que se pretendió dar al país responde al método «piense positivo» con que el gobierno transforma todos nuestros males en ventajas comparativas, probablemente porque para los ministros es más importante mantener sus propios índices de popularidad en las encuestas que enfrentar con valentía los problemas más graves de los chilenos.



Nos repiten hasta el cansancio que tenemos la economía más estable de América Latina, como si eso fuera un consuelo; que nuestro crecimiento es mínimo, pero similar al de los países desarrollados; que los índices de corrupción son bajos, no obstante los escándalos que se han develado; que la jornada escolar completa ha sido un éxito, a pesar del desastroso resultado de la prueba Simce; etcétera, etcétera, etcétera.



Pero respecto de la seguridad ciudadana el afán optimista de la Concertación se ha extralimitado a tal punto que prefiere ignorar la segunda gran preocupación de la gente (la primera es el desempleo), para convertir el peor trimestre en materia delictual en el éxito de los Planes Cuadrante y Comuna Segura.



Los parlamentarios de la UDI se lo dijimos con franqueza al subsecretario del Interior en una sesión especial de la Cámara de Diputados y le pedimos que, en aras de la transparencia y el derecho de los chilenos honestos a vivir y trabajar en un entorno seguro, se nos entregara una evaluación objetiva de la situación del país y que, de acuerdo a ello, se implementaran medidas efectivas para combatir la violencia. Su respuesta fue que no le parecía adecuado «mantener un discurso alarmista», insistiendo en aquello de la «sensación de temor».



Lo alarmante es que ni este ni ningún gobierno de la Concertación haya tenido éxito en materia de delincuencia. Que desde 1993 se hayan puesto en marcha Ä„nueve planes! de seguridad ciudadana y no conozcamos la evaluación de ninguno de ellos. Que, paralelamente, se hayan promovido una serie de modificaciones legales para proteger a los criminales, tanto así que hoy más de la mitad de los delitos son cometidos por reincidentes o por quienes gozan de libertad provisional. Alarmante es que desde 1995 a la fecha la delincuencia haya aumentado en un 20 por ciento anual y que en Chile se cometan mil 400 delitos diarios.



Desde la tranquilidad de un computador las cifras parecen frías, insensibles. Pero en la calle, en las poblaciones, en los barrios, la situación es dramática. La mayoría de las familias chilenas vive con el temor permanente a que alguno de sus hijos sea asaltado, violentado o, peor aún, asesinado en la calle, y para quienes tenemos la oportunidad de constatar esa realidad, particularmente en comunas populares, la actitud de la autoridad competente nos parece superficial, egoísta e irresponsable.



El gobierno sabe que manipuló las cifras de delincuencia con un objetivo comunicacional y político. Es grave que haya cedido a esa tentación, precisamente en un ámbito de tanta sensibilidad para la ciudadanía y que compromete, ni más ni menos, que la integridad física y hasta la vida de las personas.



Si de verdad quiere demostrarnos su intención de ser eficiente y cumplir con el rol que le corresponde, todavía está a tiempo de enmendar el rumbo y el camino ya se lo hemos señalado: emitir señales de firmeza, ampliar los planes que ya están en marcha, asumir y corregir las imperfecciones de la Justicia; y, sobre todo, enfrentar la verdad, aunque sea dolorosa.



______________________



Vea otras columnas del autor

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias