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«Coimas» y el rol de los tribunales partidarios


Se han complicado aún mas las cosas en este penoso asunto de la corrupción, las famosas coimas. A las afirmaciones del Ministro del Interior han seguido ahora las de los parlamentarios radicales, quienes no entienden cómo se escondió la información que obraba precisamente en manos de ese ministro desde el 15 de septiembre, es decir, dos semanas antes que se realizara la elección interna radical que culminó en un estrecho triunfo del ahora cuestionado Patricio Tombolini.



Es parte de los misterios que rodean este penoso affaire que afecta al gobierno que ese mismo ministro representa, en condición de Jefe del Gabinete, como tradicionalmente se llama a los ministros del Interior en esta república presidencial.



Van surgiendo nombres y más nombres, se alarga como mancha de aceite la lista de personas que han recibido pagos indebidos o simples coimas, y viene la sospecha que el resultado de las elecciones radicales debía confirmar esa forma de hacer política, es decir, la introducción de las normas mercantilistas en la generación de las autoridades de los partidos que son parte de la democracia. Mientras más sueldos, asesorías, consultorías, dádivas o mayordomías puedo repartir, más adherentes conquisto y mas poder adquiero. Redondito, ¿no?



¿Será válido esto para todos o la mayoría de los partidos que gobiernan hace 12 años? Los radicales tienen la obligación de limpiar su buen nombre y eliminar los principios de corruptela que se hayan infiltrado en esa más que centenaria tienda, no más ni menos que todos los partidos, incluyendo a la oposición que tan cerca está del poder económico.



Hay que hacer cambios profundos, y uno de ellos es fijar la responsabilidad de los tribunales internos de los partidos, hasta ahora dueños de la legitimidad partidista, sin control público alguno. En el caso del Tribunal Supremo radical, la relación de dependencia laboral de algunos de sus miembros con sectores implicados en el escándalo hacen temer acerca de su capacidad para ayudar a superar esta crisis.



Esto es solo un ejemplo, pero para contribuir a la acción emprendida por el Presidente de la República en pro de la decencia y contra la corrupción no se debe dejar resquicio alguno que permita o facilite los hechos que tienen convulsionada a la democracia actual. No hacerlo sería consolidar eso que el ministro del Interior calificó como «traición».



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