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«Lula» en Chile, un llamado a la integración continental

Son contundentes las razones para concluir que la visita de Lula a Chile puede tener un gran significado para los destinos de nuestros pueblos. Sería realmente grave que quedara simplemente como un hecho comunicacional que solo rinda beneficios de imagen momentáneos, pero totalmente improductivos.


La visita de Luis Inácio da Silva, Lula, a Chile es un gesto político que reafirma la gran esperanza de cambios de las políticas impuestas por el neoliberalismo y la globalización capitalista en nuestro continente.



El Presidente electo del Brasil ha remarcado asuntos centrales en sus intercambios con Ricardo Lagos, en mensajes que deben entenderse como abiertos a todos los chilenos. Ha dicho que nuestros pueblos tienen una historia común, con «oscuros pasajes» dictatoriales, y con sus luchas han logrado abrirle paso a estados de mayor libertad.



Sin embargo, Lula ha planteado que «no hay democracia política que resista tan dramáticas diferencias sociales. El agravamiento de las desigualdades es una invitación a soluciones de fuerza», y por tanto, se requiere un gran esfuerzo democratizador que está por hacerse.



Para Lula, y este es el sentido más relevante de su visita a Chile, el camino para enfrentar a los poderes transnacionales y la política norteamericana es la integración, la unidad, la conjunción de voluntades nacionales. Y por eso ha puesto intensamente de relieve la necesidad de fortalecer el Mercosur, por sobre otras políticas y otras instancias como los tratados de libre comercio con zonas capitalistas transnacionales.



Como dijo a su llegada al país, «es necesario, igualmente, proponer políticas de regionalización que permitan articular países con problemas comunes de modo de garantizar su mejor inserción en el mundo». «Para eso fue creado el Mercosur, que hoy pretendemos fortalecer. Es imprescindible convocar a los países de la región a una cooperación más estrecha».



En Brasil una amplia expresión de fuerzas sociales, políticas, religiosas y culturales, entre ellas la Conferencia Episcopal católica, impulsó un plebiscito nacional de rechazo al ALCA, y quienes respaldan y apoyan a Lula sostienen una postura clara en tal sentido, que es extensiva a todos los pueblos del continente.



Son contundentes las razones para concluir que la visita de Lula a Chile puede tener un gran significado para los destinos de nuestros pueblos. Sería realmente grave que quedara simplemente como un hecho comunicacional que solo rinda beneficios de imagen momentáneos, pero totalmente improductivos.



Es un error pensar que Lula visitó Chile para lograr un apoyo a la idea de que Brasil sea el líder del continente. Esa es una mirada pequeña y reducida.



Los desafíos de nuestros pueblos son muy profundos y serios. El secretario de Estado de EEUU, Collin Powell, definió el ALCA en los términos siguientes: «nuestro objetivo con el ALCA es garantizar a las empresas norteamericanas el control de un territorio que va del Polo Artico a la Antártica, libre acceso, sin ningún obstáculo o dificultad para nuestros productos, servicios, tecnología y capital en todo el hemisferio». Más claro, imposible. La pretensión imperial es obvia. Por lo tanto, si se quiere defender nuestra independencia y nuestra identidad nacionales debemos actuar para evitar el vasallaje que implica la imposición del ALCA.



Es evidente que la política del gobierno de Lagos camina en otra dirección. Todos sus esfuerzos han sido dirigidos hacia la firma del tratado de libre comercio, primero con la Unión Europea, y ahora con el propio Estados Unidos. En rigor, la política exterior de la Concertación ha privilegiado no sólo las relaciones bilaterales con el gran imperio: también se propone servir de puente de plata a los intereses norteamericanos en nuestra región.



La visita de Lula a nuestro país representa una oportunidad, un gesto hacia Chile. Pero la respuesta a ese gesto significa cambios concretos. En primer lugar, congelar definitivamente las negociaciones sobre el TLC. Luego, proceder al impulso común para evitar la imposición del ALCA y avanzar a la integración de América Latina y el Caribe, de modo de actuar con peso real en el concierto mundial en defensa de nuestros derechos y nuestra independencia.



Una política internacional acorde con el interés nacional debe colocar sin duda como primer objetivo la integración latinoamericana, para que fuertes en nuestra unidad hagamos valer nuestros derechos ante los otros actores en el plano mundial, terminando con el dominio que ejercen los poderes transnacionales a través de órganos de poder como el FMI y la Organización Mundial de Comercio.



La historia común de Brasil y Chile es una fuerte razón para enfrentar el presente unidos. La necesidad de la integración es muy poderosa hoy. Se trata de una resistencia y de un camino de futuro posible. La oportunidad está planteada, y debemos actuar ahora, mirando la unidad de los pueblos y no los intereses del gran imperio y las empresas transnacionales.



Estos grandes temas, y el triunfo de la esperanza con la elección de Luis Inácio da Silva, estarán en la discusión de la II Asamblea Popular Nacional-Pro Foro Social que se realizará este 7 de diciembre, el cual constituye un gran esfuerzo por la necesaria convergencia de todos, todos los sectores políticos y sociales que se levantan contra la globalización capitalista y las políticas guerreristas de Estados Unidos.





* Presidenta del Partido Comunista.



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