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Egoísmo de un club de fútbol profesional

Siempre se ha dicho que hay que predicar con el ejemplo y si de verdad queremos promover el desarrollo, todos tenemos que ser cooperadores con nuestros semejantes. La doctrina de la Iglesia Católica no puede ser ignorada por sus propios hijos y como el egoísmo es un pecado, entendemos que al hacerse público este inusitado hecho, se levantará la prohibición de tránsito que hemos dado a conocer.


Las asociaciones gremiales del sector productivo privado siempre han criticado la labor del Estado en su rol fiscalizador. Pareciera que éstas no desean que el desarrollo de las cosas se enmarque en las normas que la sociedad se ha dado para vivir mejor, respetándose el interés general de la población. Los grandes grupos corporativos, muy bien asesorados por expertos en marketing, han llegado a inventar expresiones para graficar, comunicacionalmente, su acomodaticio anhelo y ya se habla de «trabas burocráticas» o «lomos de toro», frasecitas asumidas, incluso, por algunos ministros del actual régimen.



Ahora bien, en nuestra columna «¿Continuaremos inundándonos?» -publicada en El Mostrador.cl, el 7 de agosto pasado-, dábamos cuenta de las razones por las cuales distintas zonas de nuestra ciudad se inundan cuando tenemos precipitaciones prolongadas. A raíz de lo allí planteado tomamos conocimiento de un proyecto universitario que pretende demostrar los beneficios de incorporar aguas puras en las quebradas de las zonas precordilleranas, lo cual prevendría el escurrimiento y arrastre de material indeseable hacia los sectores bajos, evitándose -por una parte- la contaminación de aguas superficiales y -por otra- los problemas de anegamientos.



La Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM) está, desde hace 2 años, tratando de llevar a cabo su proyecto: «Modelo para Solución de Drenaje Urbano, Mediante la Incorporación Temprana de Aguas Lluvia al Suelo», que tiene una clara connotación social y de bien general para toda la Región Metropolitana.



Esta casa de estudios ha realizado diversas gestiones ante las autoridades públicas competentes y ante un actor privado (un club de fútbol) para poder materializar la iniciativa. En mayo de 2001, se adjudican internamente los fondos del concurso de investigación para el proyecto, el cual está dirigido por dos connotados académicos de la UTEM.



En mayo-agosto de 2001, se hace un levantamiento de la información, se completa el diseño de los sistemas de infiltración, y se selecciona el lugar óptimo para realizar la intervención en terreno: la Quebrada Grande de Apoquindo, en la comuna de Las Condes, la cual está definida como «área verde de uso público» en el instrumento de planificación territorial metropolitano.



Después de varias visitas a la zona, los investigadores logran la cooperación entusiasta de la municipalidad respectiva, que -como si fuera poco- ofrece toda la maquinaria pesada que se requiera para excavar dos pozos de infiltración necesarios para los estudios.



En septiembre de 2001 se presentó, formalmente, el proyecto al seremi de Obras Públicas y a la Dirección General de Aguas del MOP. A continuación se realizan visitas al lugar específico con especialistas de la Dirección de Obras Hidráulicas y Defensas Fluviales del Ministerio.



Lamentablemente, para acceder a la Quebrada Grande de Apoquindo se debe ingresar, obligatoriamente, al Club Deportivo de la Universidad Católica, ubicada en San Carlos de Apoquindo (sector oriente de Las Condes). En las diversas visitas inspectivas se contó con la autorización del administrador del club.



En octubre de 2001, el proyecto había obtenido todas las autorizaciones de los servicios públicos sectoriales e, inmediatamente, se solicita la autorización a la UC con el objeto de iniciar las obras, las que ya estaban retrasadas.



Los académicos de la UTEM y el personal de apoyo estaban listos para comenzar la investigación pero, inexplicablemente, comenzaron las «trabas burocráticas» impuestas por una flamante institución privada que no permite el paso de «extraños» por su sede. El elitista club deportivo considera de «alto riesgo» para sus asociados que personas ajenas transiten -una vez al día- por su predios.



Para superar el escollo, hace más de un año se iniciaron gestiones ante los máximos directivos del club, pero todo ha sido infructuoso. Incluso, el diputado PPD Esteban Valenzuela solicitó, por escrito, al rector de la UC su intervención ante los dirigentes. No hubo caso.



En enero de 2002, los investigadores se contactan con la directora de la Estación de Estudios Ecológicos Mediterráneos, el director de Infraestructura y Desarrollo Físico, y la vicerrectoría de Asuntos Económicos y Administrativos de la Universidad Católica, buscando mediación. Sin resultados.



En marzo de 2002, los académicos por fin logran reunirse con el gerente general del club, quien, abiertamente, cuestiona el proyecto y reitera que la seguridad interna del club se resentiría si se permite el ingreso de extraños. De forma muy «educada» el ejecutivo termina la reunión ofreció una respuesta formal por parte del directorio.



En abril, la «formalidad» se limitó a una respuesta verbal del mismo personero: no se daría la autorización. Ante la gravedad de la situación, se le pide que plasme su negativa en papel para poder dar por cancelado formalmente el proyecto. Ante esta solicitud, la UC pide que el asunto se trate a través de abogados.



Tras 8 meses de silencio y tramitaciones del club, los científicos aún esperan que se les autorice a realizar una investigación que podría cambiar la calidad de vida de todos los habitantes de la Región Metropolitana y -más encima- con cero costo.



¿Qué explicación podría tener este comportamiento?



Por lo anterior, y para darle un corte al asunto, sería conveniente que aquellos empresarios -hinchas de la UC- que impulsan con denuedo la Agenda Pro Crecimiento, tomen contacto con la dirigencia de ese equipo de fútbol, a objeto de que la insten a eliminar el obstáculo que le ha colocado a este proyecto de índole social que nos beneficiará a todos.



Siempre se ha dicho que hay que predicar con el ejemplo y si de verdad queremos promover el desarrollo, todos tenemos que ser cooperadores con nuestros semejantes. La doctrina de la Iglesia Católica no puede ser ignorada por sus propios hijos y como el egoísmo es un pecado, entendemos que al hacerse público este inusitado hecho, se levantará la prohibición de tránsito que hemos dado a conocer.



(*) Director de la Agrupación «Defendamos la Ciudad».



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  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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