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Los Globos de Oro y la larga noche de la guerra

El día siguiente de la entrega de Los Globos de Oro es feriado legal en EE.UU. y se recuerda al líder negro, Martin Luther King -asesinado en 1969-, una de las personas más destacadas en la lucha por los derechos civiles de las minorías negras.


Fue el director español Pedro Almodóvar, ganador en la categoría películas extranjeras con su «Hable con ella», el único que se atrevió a decir, en la ceremonia de entrega de los Globos de Oro el 19 de enero, lo siguiente a millones de espectadores por todo el mundo: «dedico este premio a quienes luchan por la paz y a los que no tienen miedo de decirlo». Recibió un aplauso fuerte.



Almodóvar dijo que la idea de decir aquello en público vino de una experiencia que tuvo en su hotel en Los Ángeles un día antes. Descubrió que en vez de poner el hotel el común cartelito en la puerta «Por favor no molestar», había otro que sólo decía «Paz».



No sé cuantos en la sala allí estaban de acuerdo sobre lo que dijo Almodóvar. Se supone que una buena parte de los artistas sí lo estaba, pero extrañamente ninguno tuvo la audacia de decir algo parecido ante los millones que seguían la ceremonia por todo (o casi todo) el planeta.



Esa sala estaba llena de las más espectaculares actrices de EEUU o de otras partes del mundo. Allí estaban los actores cuyos rostros familiares figuran en diversas películas. Desde los films con una violencia aterradora hasta las comedias ligeras y los dramas disfuncionales pasando por los musicales «ligths» como fue el caso de la película «Chicago» que se llevó muchos premios aquella noche. Sin embargo, «El pianista» de Roman Polanski, no recibió ningún premio.



Allí en esa sala estaban pues los directores y actores que producían la cultural visual norteamericana, de entretenimiento global, más dominante del planeta. Y tuvo que ser un director español quien tuviera la audacia de decir en EE.UU. mismo, indirectamente, «No a la guerra contra Irak».



Fue igualmente sorprendente que esa noche ningún actor o actriz norteamericana expresara su «no a la guerra». Es que en el pasado, en tales ceremonias, incluso en los Oscares, algún actor o actriz o director públicamente manifestó su desacuerdo con asuntos mundiales donde estaba involucrado Estados Unidos. O incluso con asuntos domésticos como, por ejemplo, «no a la proliferación de armas» entre la población norteamericana para evitar la violencia.



Y es sorprendente porque el día anterior a la ceremonia de entrega de los Globos de Oreo, por todo Estados Unidos, y en las principales ciudades del país, miles y miles marchaban protestando contra la guerra en Irak. En Washington, pese al frío del invierno norteamericano, dicen que medio millón estuvo por horas frente a la Casa Blanca, manifestándose en cantos y discurso, diciéndole a Bush : «No queremos sangre a cambio del petróleo de Irak».



El día siguiente de la entrega de Los Globos de Oro es feriado legal en EE.UU. y se recuerda al líder negro, Martin Luther King -asesinado en 1969-, una de las personas más destacadas en la lucha por los derechos civiles de las minorías negras. El 28 de agosto de 1963, ante una multitudinaria muchedumbre en Washington, a metros de la Casa Blanca, dio uno de sus más brillantes discursos, considerado el más impactante en la historia norteamericana:



«Cuando permitamos que la libertad sueñe, cuando dejemos que sueñe desde cada pueblo y cada caserío, desde cada estado y cada ciudad, podremos entonces aproximarnos a ese día en que todos los hijos de Dios, hombres negros y hombres blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos, podrán darse la mano y cantar las palabras de ese viejo cantar espiritual negro, Ä„libres al fin!, Ä„libres al fin! Gracias, Dios todopoderoso, somos libres por fin».



Pero Martin Luther King también se opuso tenazmente a la Guerra de Vietnam y dijo en 1965 algo que es perfectamente aplicable en estos momentos en Estados Unidos que con obsesión busca invadir Irak. » La larga noche de guerra tiene que ser detenida. De alguna manera esta locura tiene que detenerse. Tenemos que parar ahora. Hablo como ciudadano del mundo que está horrorizado ante el curso que hemos tomado. Hablo como estadounidense a los líderes de mi propia nación. La gran iniciativa en esta guerra es nuestra. La iniciativa para detenerla tiene que ser nuestra».



Sin embargo, el mismo día cuando se celebraba el feriado para recordar a Martin Luther King, y después de esas multitudinarias manifestaciones contra la guerra dos días antes, el secretario de Estado, Colin Powell, un negro americano, pasando por Nueva York , y con motivo de una conferencia de la ONU sobre terrorismo, iba dispuesto a convencer al resto de los miembros del Consejo de Seguridad de la necesidad de desarmar a Sadam Husein, incluso por la fuerza.



Mas aún, Powell llevaba la orden de Bush de no permitir ningún otro informe después del 27 de enero sobre si hay o no hay armas de destrucción masiva en Irak. Estados Unidos sabe que el jefe de los inspectores, Hans Blix, probablemente dirá que no ha descubierto nada que demuestre que Irak sigue produciendo aquellas armas y pedirá más tiempo para llevar a cabo su misión. Es claro que en estos momentos el gobierno norteamericano tampoco desea escuchar las palabras proféticas de Martin Luther King: «La gran iniciativa en esta guerra es nuestra. La iniciativa para detenerla tiene que ser nuestra. La larga noche de guerra tiene que ser detenida».



Dentro del gobierno de Bush poco importa que en EE.UU, y por todo el territorio, millones de ciudadanos se estén oponiendo decididamente a la guerra en Irak. Es claro que Bush hace oídos sordos a los que se oponen a sus obsesiones bélicas.



Ni siquiera escucharía lo que dicen actores y actrices, menos a cientos de intelectuales, escritores y artistas norteamericanos quienes firmaron hace poco una lista llamada «No en mi nombre» en repudio a la guerra .Y remotamente oirá lo que haya dicho Pedro Almodóvar en la entrega de los premios Globos de Oro, quien representaba esa noche a millones de europeos, y a gobiernos por el mundo, que han optado definitivamente por la paz.



* Javier Campos es escritor y académico chileno en EE.UU.



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  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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