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Un nuevo tiempo para el PPD

Entre 1993 y el 2003, por cierto, han ocurrido muchas cosas positivas en el PPD, pero otras situaciones insatisfactorias se acumulaban como la basura: una excesiva apertura organizacional llevó consigo carencias importantes para el desarrollo institucional. La dirección política del PPD se había oligarquizado: unos pocos se rotaban en la estructura superior. Las decisiones se fueron haciendo cada vez más cupulares. Cada elección interna se fue corrompiendo, con acarreo de militantes para votar,


Resurge el Partido Por la Democracia. Enfrentó su crisis más dura en 15 años de historia. Su XX Consejo Nacional fue como un cónclave. Se debatió durante horas para producir el ansiado humo blanco. Se asumió una responsabilidad colectiva. La tarea de crear un nuevo tiempo para el PPD la asumieron todos sus dirigentes, sin excepción. ¿La meta principal?: su próximo Consejo Nacional Doctrinario, después de diez años del que se realizara en enero de 1993.



El PPD estuvo por segunda vez en la UTI. En 1991 fue «enviado» a esa unidad por un grupo de dirigentes socialistas que buscaron cooptar las bases del naciente partido instrumental para integrarlas a la pesada historia y proyecciones del Congreso de Unidad socialista de 1991. El PPD no quería esa fusión. El PPD deseaba que socialistas, PPD y todas las fuerzas que se identificaban con la izquierda democrática constituyeran un gran referente nacional progresista, una fuerza social excepcional en la historia del movimiento popular. El PS sólo ofrecía el mismo sello, la misma herencia ideológica -de la cual se desprendieron 10 años después- y al PPD le ofrecían algunos cargos en la cúpula partidaria…



Optamos por mantener el PPD como una promesa. Apostamos a crear un espacio ciudadano nuevo, con una organización abierta a las libertades, con un ancho campo para la expresión de todas las diversidades. Fuimos el primer partido que aprobó la discriminación positiva para la mujer. Fuimos pioneros en reconocer los derechos indígenas al incorporar en nuestros estatutos el diez por ciento de discriminación indígena. Pusimos en la mesa de debates del país los temas emergentes de la sociedad del siglo XXI: la lucha por el medio ambiente, la defensa de las libertades de las minorías, la opción por los derechos de los consumidores…



La prensa dijo en 1991 que el PPD estaba en la UTI. Habían renunciado a nuestras filas importantes personeros del mundo socialista: senadores, diputados, miembros del gobierno del Presidente Aylwin… El PPD era abandonado. Su término era cuestión de meses.



Un histórico Consejo Nacional en Chillán resolvió que el PPD seguiría vivo y se convocó a sus militantes a prepararse para presentarse en las primeras elecciones municipales de 1992 y se llamó a realizar el Primer Consejo Nacional Doctrinario y Programático en enero de 1993, en el Canelo de Nos, en Santiago.



En las elecciones municipales de 1992 el PPD obtuvo una gran votación de casi 11,5 por ciento del electorado. Su más cercano competidor progresista -el PS- se ubicó un punto más abajo. El PPD había salido de la UTI virtual en la que lo habían puesto y su mensaje había sido acogido por la sociedad.

En enero de 1993 más de 500 delegados se reunieron en el Canelo de Nos. Durante tres días se debatieron temas doctrinarios, programáticos y de organización. Nació nuestra primera Declaración de Principios. Surgió el primer Estatuto de organización y en las Bases Programáticas se plasmaron las principales propuestas de reformas sociales, políticas y económicas destinadas a fortalecer el proyecto de la concertación de partidos en el Gobierno.



Quiso el destino que diez años después, en enero del 2003 y en el mismo lugar donde se realizó el consejo doctrinario, otros 300 delegados hicieran frente al momento más dramático producido por el efecto del «caso coimas» que involucró a importantes dirigentes del PPD en bochornosos actos irregulares y contrarios a nuestros principios.



Son situaciones que nos llenan de vergüenza y obligó al partido a realizar una profunda auto crítica de la cual surgieron nuevas luces, nuevas necesidades y nuevos compromisos.



No fue un proceso fácil. Entre 1993 y el 2003, por cierto, han ocurrido muchas cosas positivas en el PPD, pero otras situaciones insatisfactorias se acumulaban como la basura: una excesiva apertura organizacional llevó consigo carencias importantes para el desarrollo institucional. La dirección política del PPD se había oligarquizado: unos pocos se rotaban en la estructura superior. Las decisiones se fueron haciendo cada vez más cupulares. Cada elección interna se fue corrompiendo, con acarreo de militantes para votar, inscripción indiscriminada de «fichas» de adherentes usados sólo para tales votaciones, clientelismos asociados a caudillos locales y nacionales. Y cuando el PPD accedió a cargos de gobierno, comenzó el juego inconfesable del negocio de componendas para tales o cuales cargos…. El PPD no estaba haciendo frente con energía a un proceso que se estaba convirtiendo en sistema. Y el virus amenazaba con extenderse sin encontrar fronteras.

El 18 de octubre del año 2002 será consignado en el PPD como el día que marcó el inicio del año que vivimos en peligro. Cuando un semanario destapó el caso coimas y varios dirigentes que habían destacado en los procesos descritos aparecieron vinculados a actos irregulares o anormales, el golpe sufrido por el PPD fue demoledor. Se sintió el impacto de un misil en plena línea de flotación.

El capital de fiscalización ciudadana, nuestro rol de partido transparente, nuestros ahorros en la cuenta de probidad… todo quedó terriblemente afectado. La casi catástrofe generó una violenta y profunda toma de conciencia. El partido se agitó en sus cuatro costados. La dirigencia sensata se movilizó para imponer serenidad en la crisis y se llamó a no abandonar el barco en la crisis, porque el golpe era grave pero no terminal. Era el momento de revisar todo y dirigir la nave a un astillero. Algunos no entendieron este llamado y sorprendentemente se apartaron de la tarea de hacer frente a la crisis y ayudar cuando esta crisis se extendía al conjunto de la concertación. A la fecha, sólo uno se ha ido definitivamente del partido.



El PPD que emerge del reciente Consejo Nacional realizado en el Canelo de Nos no tiene asegurado su destino. Ya lo sabemos por todo aquello que no previmos antes de la crisis del 18 de octubre y el desastre de Rancagua. Lo que sí tiene asegurado es el compromiso obtenido a las tres de la madrugada del domingo 26 de enero, luego de 19 horas de intenso y profundo debate, por parte de todos los dirigentes en cuanto a que llegó la hora de superar la adolescente historia de 15 años y convertirse en un partido político real: con organización y disciplina militante; con instituciones internas que funcionen; con retorno al trabajo territorial y social; con elecciones internas a partir de un fichaje nuevo de la militancia que garantice elecciones limpias.



Se ha optado por Partido PPD que mantiene su sello ciudadano, pero al que ahora no se ingresará sin un compromiso real. El PPD continuará en su tarea de poner temas ciudadanos nuevos en la sociedad, pero ahora ha revitalizado su rol de centro izquierda, el lugar que se constituye como referente de nuestras opciones preferenciales por los pobres, los jóvenes, las mujeres, los indígenas, las minorías excluídas, los trabajadores.



El PPD no tiene asegurado su destino. Pero se acordó constituir sólidos mecanismos de auditoría interna de los acuerdos que se adopten; se instalará una instancia fiscalizadora del rol de los funcionarios públicos; se capacitará a un amplio número de monitores en tareas de gestión y emprendimiento. El financiamiento del PPD provendrá de los militantes mismos y realizaremos campañas nacionales de financiamiento. El inicio de un proceso de ser Partido de verdad, lo constituye la inmediata salida de sus cargos de aquellos que no han cumplido tareas en la orgánica interna. Es la primera señal de cambio.



En lo sustancial: el XX Consejo Nacional pide perdón a Chile y a su gente más humilde porque los sueños que encarnamos, de justicia y mayores libertades, se ha visto empañado por la conducta irresponsable de unos pocos. Nos hacemos cargo de esos actos y por lo mismo la promesa del PPD es que esa situación aciaga será superada con inmediata rapidez. Por lo mismo, la Directiva Nacional ha sido convocada en menos de 24 horas para dar paso a la implementación de los nuevos acuerdos. Comienza así un nuevo tiempo para el PPD.



* Miembro de la directiva nacional del PPD



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