Publicidad

Concertación: Urgente dejar de ser ‘administradores de la administración’

El gran problema de la Concertación es que hoy no tiene ningún proyecto ni apuesta a futuro. Y en esas circunstancias, pedir el respaldo ciudadano es muy difícil. Es como si Colo-Colo pretendiera llenar sus estadios hoy y convocar a miles de hinchas, exclusivamente por que fueron campeones de la libertadores el 91.


«Sabí, da lo mismo quien gane, va ha ser la misma cosa quien gobierne»- irrumpió la voz de un compañero de curso, mientras con algunos amigos conversábamos sobre las próximas elecciones. Junto con prestar mucha atención a las palabras de mi compañero, mentalmente retrocedí en el tiempo, recordando que un poco más de 14 años han pasado desde un día muy especial. Un día en que Chile dijo No al autoritarismo, No a la intolerancia. 14 años han pasado desde que cientos de miles de personas, con el arma de un lápiz y un papel cargados de esa pólvora llamada sueños e ideales, lograron derrotar a un régimen militar entero, 14 años han pasado desde que el No triunfó en el plebiscito del 88. 14 años han pasado desde que llegué a Chile, al país del cual me hablaron mis padres en el exilio.



Y crecí escuchando distintas consignas. Las voces de la gente eran sin duda alguna de apoyo con aroma a esperanza. Los coros del «Chile la alegría ya viene», «Gana la Gente», «para los nuevos tiempos», o «Mañana será otro Chile», eran canción que superaba el simple tarareo y se transformaban en verdaderas creencias y esperanzas de millones de personas.



Pero esto parece que a cambiado. Parece que los coros y voces que entre la gente enarbolaban soñadores proyectos tiempo atrás, han sido cambiados por un » da lo mismo quien gane, va ha ser la misma cosa quien gobierne». Y todo esto talvez se contrapone con los grandes avances que ha tenido el país durante los gobiernos de la «concerta»: reducción ostensible de la pobreza, mayor acceso a la educación, mejoras en vivienda y mayor urbanización, salud, solidez económica, y una gigantesca proyección internacional que tiene como broche de oro los dos últimos tratados firmados con Estados Unidos y la Unión Europea. Pero no obstante así, esto no basta.



El gran problema de la Concertación es que hoy no tiene ningún proyecto ni apuesta a futuro. Y en esas circunstancias, pedir el respaldo ciudadano es muy difícil. Es como si Colo-Colo pretendiera llenar sus estadios hoy y convocar a miles de hinchas, exclusivamente por que fueron campeones de la libertadores el 91. La gente valora lo obtenido el 91, pero ellos quieren una apuesta para ganar la del 2003. Y a la Concertación le pasa lo mismo. No puede vivir pretendiendo que la gente «llene sus estadios» únicamente por el hecho de que se han realizados importantes cosas en el pasado. Hay que mostrar que se tiene un proyecto a futuro, y no vivir simplemente de las nostalgias en pretérito. En eso Colo-Colo le lleva ventajas a la Concertación.

Y esto es la principal base de la actual crisis de la Concertación, la cual se ve complementada por los desfiladeros de personeros por tribunales y los últimos desafueros, que actúan como la guinda del postre. El tema de fondo es que la Concertación terminó con su proyecto de origen. El proyecto ya no puede ser la lucha contra un Dictador que hoy necesita hasta pañales, ni tampoco la transición, que marca su término con un Pinochet en Tribunales, un ejército que toma distancia del golpe del 73, y una mujer socialista hija de un ex general de la Fach ligado a la UP, como ministra de Defensa. Y una vez terminado el proyecto para el cual nace, ¿ahora que? ¿Transformarse en meros «administradores de la administración»?, ¿Un gobierno de Derecha y transformar a Chile en una rara mezcla entre Hasbún y el kike Morandé? O ser capaces de crear una apuesta radicalmente nueva?



Creemos que hoy la Concertación ha optado por la primera. Con ello esta transformación, que pasó de alianza entretenida del mundo soñador y con visión de futuro de esos jóvenes de los 80, a la fomedad de un grupo de tecnócratas burocratizados, cuyo mayor objetivo es ganar elecciones, no sabiendo siquiera para qué, sólo por el hecho de satisfacer el ego colectivo, sólo por el poder por el poder o con el mediocre objetivo de buscar un buen «pituto» en alguna «peguita». El problema es que este camino elegido nos está llevando indudablemente a la segunda, al Chile de Hasbún-Morandé.



Pero, ¿por qué no ser valientes y jugarnos por la tercera opción?. Un cambio radical, una apuesta nueva, una renovación de caras y especialmente de ideas, temas y estilos. Y el momento idóneo es el ahora, aunque talvez la esencia del «stablishmen» político de la Concertación, como buenos chilenos, nos haga esperar hasta el final. Parece que los cabecillas del conglomerado actúan como los dirigentes de la ANFP en la última eliminatoria mundialista, cuando todos nos dábamos cuenta que Acosta estaba acabado y había que cambiarlo para clasificar al mundial, y cuando recién se sentó cabeza y se hizo el cambio, ya era demasiado tarde y Chile quedó afuera. Tal vez si los cambios se hubieran realizado a tiempo, habríamos visto a Chile en Corea y Japón.



El desafió de la Concertación hoy, es el cómo somos capaces de crear algo nuevo, algo motivante. Algo que realmente convoque a ese millón de jóvenes que están afuera de los registros electorales y ven a la política como el espacio de un grupo de viejos burócratas.



El desafío es el cómo somos capaces de mostrar que tenemos una apuesta de largo aliento, que tenemos un renovado conglomerado, con nuevas ideas y nuevas caras. Hoy día se necesita ser osados y radicales, incluso pensar en un conglomerado con un nombre nuevo.
El proyecto, hoy, tiene que ser «tener un proyecto».



Pero para esto, los partidos de la Concertación tienen que ser lo suficientemente duros y valientes, para entender que sus actuales partidos políticos dejaron de ser convocantes. El PPD tiene que renunciar a su intención de ser el primer partido de Chile, mientras el PS y el PRSD deben ser capaces de ceder ante el peso de la historia, para juntos los 3, constituirse en un nuevo gran movimiento progresista, que sea capaz de sumar a esos miles de chilenos desencantados y sea el llamado a encabezar todo este nuevo proceso. Es que hoy, más que nunca, ésto es lo que se necesita para ser capaces de transformar la mala percepción de la gente sobre el conglomerado -ante los casos de coimas y Cia.- en una percepción de «frescura» por aires nuevos y nuevos impulsos. Esto pasa no sólo por la fusión de estos partidos para meros efectos electorales, sino que pasa por una fusión con una visión de más largo aliento, que sea capaz de «llenar estadios» mediante la potencia de lo que hoy significan las ideas progresistas. Ser capaces de convocar a trabajar desde Jorge Pavez hasta los más liberales de la clase política, pasando por esos miles de independientes que hoy no encuentran un espacio donde sentirse representados.



Y cuando decimos que tienen que ser lo suficientemente valientes, es por que no deben temer a algún acoquinamiento de la democracia cristiana. La DC tiene que entender que un conglomerado constituido por una gran fuerza progresista que logre representar a la izquierda moderna, sumada a una gran fuerza de centro es el mejor de los caminos y el que puede rendir mayores frutos.



Y una vez constituida esta nueva fuerza, caminar en búsqueda de lo realmente queremos para Chile. Pero además, es fundamental para que la Concertación pueda triunfar, el abrir el debate publico y abordar de fondo temas perdidos como el rol del Estado en las distintas materias o el camino para apurar la tan ansiada y aun lejana constitución de Chile como país desarrollado (y como dijo bien un amigo, que no es lo mismo que país con prosperidad económica). El hacernos cargo de los debates del nuevo siglo, como la globalización, la manipulación genética, la clonación, la apertura de espacios a los nuevos movimientos, la democratización de la democracia. Es importante que la Concertación se reencuentre con la política en su esencia y que vuelva a retomar los espacios perdidos.



Es necesario que la Concertación entienda que la sociedad ha cambiado, y que la política tiene que ser abordada pensando en el siglo 21. Pensando en que la gente hoy no requiere de políticos con actitudes feudalistas que dan ordenes y disponen como reyes, sino mas bien de políticos que fomenten la participación ciudadana en la toma de decisiones. Hoy los canales de expresión son otros, como el hip-hop, las barras bravas, los movimientos ecologistas o anti-globalización, y la concertación tiene que hacerse cargo de esto y además aprender a descifrar los nuevos códigos con que la ciudadanía expresa sus ideas.



No obstante así, el hacer todo esto, el realizar todos estos radicales cambios en la Concerta, no asegura para nada que se gane el 2005, y creo que empecinarnos en todos estos cambios simplemente con afanes electorales, medidos mediante people meter al mas puro estilo «refugio mekano», sería cometer nuevamente un error. Todos estos cambios indudablemente son para algo más importante, algo más de fondo. Asegurarnos poder reencantar con un nuevo proyecto a los miles de chilenos que dejaron de creer en la Concertación, y constituirse en el espacio para que millones de chilenos podamos participar de algún quimérico proyecto y a sentirnos convocados a trabajar por una nueva «idea de país», transformarse en el espacio para que muchos podamos soñar con otro Chile. Puede que se pierda ante la derecha el 2005, pero estos cambios nos permitirían, talvez, que mi compañero deje de pensar que » da lo mismo quien gane, por que va a ser la misma cosa quien gobierne» y se sume a una nueva apuesta.



(*) Ex Pdte. Parlamento Juvenil, 18 años.



________________


  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias