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De regreso a la realidad


El verano ha transcurrido casi como muchos otros. La tranquilidad se rompió mas bien por el lado internacional y los anuncios de guerra en la vieja Mesopotamia, a más de alguno nos arruinó la digestión de humitas y pasteles de choclo, a lo que se sumó rápidamente la verificación de bolsillo en lo que hace al precio de los combustibles. El que llegó a su destino con 20.000 pesos de bencina, regresó pagando por lo menos 22.000 de los mismos hoy depreciados pesos.



La modorra estival también impidió seguir de cerca las noticias que acompañaron los ensayos de guerra y el que Greenspan de la Reserva Federal haya dicho que toda esa agitación dañaba y sigue dañando la situación de la economía, pareció no importarle a muchos.



Que un Ministro del gobierno de los EEUU haya llegado a decir que el gobierno de Alemania era «poco amigo» de su país, tampoco suscitó ni escándalo ni asombro.



Mas cabida tuvieron en el comentario popular las ya casi anecdóticas vicisitudes de personeros del oficialismo que se pasaron una parte del verano en Capuchinos y resultaba hasta divertido ver a sudados ministros, subsecretarios y otros altos dignatarios de Corte, visitando a quienes pasaban «a la sombra» las horas y días de calor.



Claro que cuando subió el pan ya no eran simples y acomodados automovilistas los afectados. No, porque la tacita de té con pan de las noches con hambre de miles y miles de compatriotas es algo bien diferente de las cifras de la macro o de la microeconomía. Son tres hallullas menos por cada kilo y eso puede ser hasta el llanto de un niño que no sabe ni entiende el porqué en su casa esa es la forma de terminar el día.



Hace tiempo que sostengo que por transporte y energía es por donde más se le ha mentido a los sectores más pobres de la sociedad, y el ejemplo salta a la vista cuando se piensa lo que costaba un boleto de micro en 1990 y lo que cuesta el 2003. Un 300% o más de alza frente a una inflación oficial que no supera ni el 60% y que ha servido de marco rígido para los reajustes salariales.



Curiosamente son los dos sectores en que se está abriendo esta «caja rasca de Pandora» de la corrupción, cohechos, sobornos, sobresueldos y etc.



Claro que ahora la culpa del alza de los transportes, de la energía, del agua, de la electricidad y varios otros rubros, se la van a echar a la guerra y a los imponderables de la economía globalizada.



A todas luces aparece como incompatible la mantención del sistema, del modelo, con el crecimiento desmesurado del desprestigio de la clase política. Es el fundamento de la democracia lo que está en juego y se sigue jugando a ella como en las infancias se juega a la casita de muñecas o a los cowboy, pues de no mediar la existencia de una ley que sanciona y penaliza la abstención electoral, otro destino tendría esta curiosa democracia fundada en el derecho dictatorial.



Termina el verano y el Estado, junto a los gastos de la familia por la escuela se encarga de borrar el sabor del descanso, cobrando patentes y otras lindezas que nos dejan con el sabor de ser súbditos mas que ciudadanos. Ä„Ah! y por si alguien quiere descansar un poco, en abril son los impuestos.





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