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Regreso a Orwell


Cuando en la segunda mitad del siglo pasado leíamos a Orwell quien nos describía el futuro como una pesadilla tecnológica en la que un mando central planetario fijaría las condiciones de la vida de todo los habitantes del mundo, veíamos esto como una hipótesis de fanta-ciencia. Más o menos como podríamos haber pensado en las teorías de Ray Bradbury, el padre de este género literario.



El «Big Brother», el gran hermano, que controlaría el funcionamiento planetario. Pero, como dicen nuestros huasos, Ä„así parece no más que va a ser!



Hace ya muchos años algunos dirigentes europeos entre los cuales recuerdo a Willy Brandt, Mario Soares, Bettino Craxi y otros, advertían que se estaba a las puertas de una dictadura videocrática, es decir el control de la vida civil vía los medios de comunicación, en especial la televisión.



El concepto de lo bueno y lo malo, lo conveniente y lo que no lo es. En suma, toda la valoración que puede hacer un individuo o un grupo, está hoy, claramente, determinadas por las opiniones previas que entregan los medios sobre los hechos de la cotidianeidad.



Ahora, estamos en medio de una guerra que casi no tiene «muertos» entre las potencias atacantes y centenas de parte del adversario. El bien está protegido, mientras el mal sufre bajas.



¿Pero y eso, presentado así, va realmente a reemplazar la razón humana?



Lo grave es que todo parece girar en torno a la misma forma mediática y temas como la soberanía nacional, los derechos humanos, la independencia de los pueblos, la vigencia del derecho nacional e internacional. Es decir, todo lo que hizo a nuestro pensamiento occidental por más de 150 años, se está yendo al carajo.



Podrán decirnos que usamos argumentos ya pasados. Pero me parece que tener, al menos, conciencia del abismo en que nos estamos cayendo, tiene el valor de la esperanza de un futuro rescate, de una posible reacción ante la locura planetaria. Además, porque deliberadamente se ha hecho la discusión en términos de puras cuestiones nacionales, internas, tratando de desvincularnos del debate global que esta situación ha generado.



Atención, aquí, en estos temas, se está jugando nuestro destino como pueblo y Nación y las debilidades de hoy pueden ser más que caras en el mañana próximo.





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  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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