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Zaldívar: el camaleón

No basta con subir el tono de la voz y repetir el guión del marido engañado, para salir libres de polvo y paja; la opinión pública no se tragará tan fácilmente la operación de desmarque de Zaldívar, porque tiene muy claro que la DC es parte de la Concertación y, como tal, ha instalado a cientos de sus militantes en cargos de poder.


Definitivamente, en su relación con el gobierno de Ricardo Lagos, la Democracia Cristiana no ha practicado aquello de «juntos, en las duras y en las maduras».



El presidente DC se ha empeñado en una estrategia de desmarque del gobierno, e incluso de la Concertación, y las consecuencias de ese camino podrían ser graves. Porque, además de desligarse emocionalmente del Presidente Lagos, no obstante haber apoyado con decisión su elección, la DC pretende ahora zafarse de su responsabilidad en los graves hechos que afectan a la administración pública, convencidos, probablemente, de que esa actitud los hará acreedores del respeto ciudadano y de los correspondientes dividendos electorales.



Basta repasar la historia de los últimos años para constatar la inconsecuencia de la DC y, de paso, entender perfectamente la irritación de sus aliados con su desconcertante timonel. Para empezar, convengamos que ni con Patricio Aylwin ni con Eduardo Frei, el bloque PS-PPD se permitió infidelidades como las que hemos observado en las últimas semanas entre los democratacristianos y el gobierno.



Luego, si de «anécdotas» de corrupción se trata, el currículum de la DC es bastante nutrido, desde el escándalo de las indemnizaciones, en el que los principales involucrados eran precisamente militantes de ese partido; hasta el reciente desafuero de dos de sus parlamentarios y el sometimiento a proceso de Eduardo Arraigada, una de sus más prominentes figuras; y a quienes, no obstante estar expulsados unos y renunciado el otro, todo Chile reconoce como democratacristianos.



Veamos ¿a qué gobierno pretende pedirle explicaciones Zaldívar? Pues al mismo para cuya elección se instaló como «niña símbolo» de la campaña en segunda vuelta, ni más ni menos que a Soledad Alvear. Y, por cierto, al mismo al que hasta hace dos meses, se le exigían (Ä„y desde la mismísima Moneda!) las cuotas políticas correspondientes para el gabinete en formación y, posteriormente, en el recambio de intendencias.



De manera que no basta con subir el tono de la voz y repetir el guión del marido engañado, para salir libres de polvo y paja; la opinión pública no se tragará tan fácilmente la operación de desmarque de Zaldívar, porque tiene muy claro que la DC es parte de la Concertación y, como tal, ha instalado a cientos de sus militantes en cargos de poder (incluidos varios de los seremis hoy procesados por el caso Gate-MOP). Por tanto, no sólo debe responder política y moralmente por lo sucedido, sino concurrir con su trabajo y colaboración a la solución y esclarecimiento de los hechos.



Ya lo hemos repetido hasta el cansancio: la actitud más cómoda es sentarse a criticar duramente las irregularidades en el aparato público y esperar de esa actitud dividendos electorales. Pero ni los partidos políticos, ni quienes hemos sido elegidos por la ciudadanía para representarla, podemos permitirnos semejante irresponsabilidad. Nuestra función, tanto desde la oposición como desde la Concertación, es justamente resolver los nudos que impiden que Chile avance y garantizar la estabilidad política, social y económica del país.



Puede parecer auto-referente, pero contrasta tanto la posición de la UDI, partido líder de la Alianza por Chile, y del cual podría esperarse una actitud más intransigente; con la conducta DC, que es parte del gobierno y corresponsable de lo que ocurre en él. Mientras nosotros, en virtud del compromiso que hemos adquirido con la ciudadanía, estamos dispuestos a sacar adelante la agenda acordada de modernización y transparencia y romper el círculo de recriminaciones que tiene paralizado al país, el partido de Zaldívar entorpece cualquier iniciativa que no le sea plenamente rentable porque, al parecer, su único norte es salvarse a sí mismo.



Puede parecer desconcertante a primera vista, pero para los chilenos con buena memoria, la estrategia DC responde, ni más ni menos, que al estilo «si bien es cierto, no es menos cierto», que los ha caracterizado a través de toda su vida política. En consecuencia, en medio de la peor crisis de la Concertación, Adolfo Zaldívar se ha transformado en la máxima expresión del camaleón, que cambia de color según la ocasión.



Escriba al correo personal del diputado Patricio Melero



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