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El monopolio de los poderes fácticos en la información


Los temas de la información vuelven a tomar un grave cariz. La verdad ha pasado a ser un elemento secundario y más bien se entiende como tal lo que se publica, se escucha o se ve, transformándose en la verdad sin más ni más.



En las naciones cultas, como llamaba Valentín Letelier a las de mayor desarrollo intelectual, hay un forcejeo nada de despreciable en torno al papel que juegan o que deben jugar los medios, calificados por cientistas sociales a mediados del siglo XX como «el cuarto poder».



Que nosotros estamos fuera de esa contienda es claro y basta con ver el monopolio que tienen los poderes económicos, conocidos como «fácticos»,para informar y de consecuencia formar opinión, para darnos cuenta que es muy difícil poder disponer de la información imparcial que nos permita asumir una actitud ante la información que recibimos en forma cotidiana. Ni la Rusia soviética tuvo tal férreo control sobre la información como sucede en nuestra fotocopia feliz del Edén, volcada aparentemente a apoyar sin remilgos la aplicación del modelo neo-liberal que mas correctamente debería llamarse neo-conservador.



El Mostrador.cl es una excepción, como algunas pocas otras, pero si se piensa en el acceso que los fuertes tienen a la publicidad y por tanto al negocio informativo, se verá que es algo parecido a los ya olvidados «zamisdat» o panfletos de disidentes con los cuales Solyenitzin luchó contra el totalitarismo. Igual cosa existió en la China de Mao y las derechas de la época hacían largas apologías acerca de la necesidad de tener una prensa y medios plurales que reflejaran el más amplio espectro valórico posible. Eso ya es cosa del pasado y ahora que ellos tienen la manija, manejan.Ä„Y cómo!



En el mundo globalizado, o en vías de tal, ciertamente las noticias de los grandes -me refiero a los países- influyen y tienen directa relación con las del resto del planeta.



Este es el caso concreto de lo que atañe a los EE.UU. y la invasión de Irak. El debate ya se ha abierto y una posible víctima cercana es el Premier inglés Blair a quien sus pares, con la elegancia propia de Londres, le están diciendo que mintió a fin de justificar la participación de su país en la coalición que derribó el gobierno, las instituciones y todo lo demás en ese país árabe, primera o segunda reserva de petróleo más importante del mundo.



El mismo debate se ha abierto en los Estados Unidos y ya se encuentran Ä„hasta en nuestra prensa! artículos que hablan de Bush como una de las personas mas odiadas del mundo. Ä„No es de poca monta ostentar ese título! Cuesta obtenerlo y hay que hacer muchas cosas, por mucho tiempo, para que alguien pueda ser así definido.



No debe ser fácil para la diplomacia norteamericana moverse con esta sensación en el ambiente y obviamente esto condiciona el accionar de la primera potencia de la Tierra.



Ahora surge el caso de Fox, el presidente mexicano que habría sido elegido con dineros extranjeros allegados a su partido, el PAN, representante de la derecha de ese país. Bueno y ¿hasta la denuncia va a llegar nomás la cosa? Es difícil de creer con un PRI que gobernó por 70 años y que ahora está en la oposición. Surge la pregunta: ¿es eso posible en el futuro electoral del resto de América Latina? De ser ciertos los hechos, es obvio que Fox queda deslegitimado, con todas las consecuencias que ello acarrea.



De consecuencia, está claro que hay, en este momento, un debate de los medios a nivel planetario, del cual estamos bastante ajenos; entre los reality shows y las idioteces que puede aportar una ex miss algo, alcaldesa infiel de un pueblito que creyó en ella, más los sobres fiscales que usa una diputada, o las intemperancias verbales de un ministro enojado con las vacas y etc..condenándonos a ser tontos a nivel galáxico, mientras no se descubra vida en otras partes.



Una Ley de medios de comunicación es algo que no sólo se necesita, es urgente, para evitar que esta democracia piñufla, hija de la constitución de pacotilla del ’80, se colapse a niveles que ni podemos imaginar. Una nación donde campee la ignorancia, el oportunismo, las dobles caras y el cinismo, es tan poco vivible como el sahara o un pantano de estiércol. Para que éste no nos llegue más arriba del labio inferior, hay que echar las bases de una democracia informativa.





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