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Venciendo la mala memoria

Para nadie es un misterio que este año se cumplen 30 años del golpe militar y ya se escuchan voces que señalan a viva voz para qué recordar el pasado, para qué revivir viejos odios y rematan afirmando: total las nuevas generaciones están «en otra». De verdad, ¿están en otra?


Se nos dice que los chilenos tenemos mala memoria, sin lugar a duda esto, tiene un gran componente de conveniencia personal. Lo más cuerdo es decir que tenemos mala memoria para ciertas cosas. Y de esas, aquellas que no queremos acordarnos. Por lo tanto esa mala memoria en mucho de los casos tiene una intención preconcebida, negar o borrar ciertos hechos de los cuales no queremos hacernos cargo.



Para nadie es un misterio que este año se cumplen 30 años del golpe militar y ya se escuchan voces que señalan a viva voz para qué recordar el pasado, para qué revivir viejos odios y rematan afirmando: total las nuevas generaciones están «en otra». De verdad, ¿están en otra?



Si así fuera, bien por ellas, porque no es justo que también se les tenga que «pisotear» sus sueños y esperanzas. Sin embargo, eso no quita que podamos hacer frente al recuerdo de los hechos dolorosos que marcaron esa crisis social, política, cultural y económica el 11 de septiembre de 1973. Con la única intención de sacar enseñanzas que nos permitan saber en qué nos equivocamos, para no volver a repetirlos. Una mala memoria nos puede dejar una mala enseñanza.



El día del golpe nuestro país se dividió. Estaban los triunfadores y los vencidos. Los primeros salieron a celebra el día de la «libertad» y el término del gobierno marxista de Salvador Allende. Los segundos, pasaron a ser ciudadanos antipatriotas y por lo tanto enemigos de Chile, a los enemigos se les eliminó, exilió, encarceló y torturó. La intolerancia se hizo parte de nuestra convivencia.



Los chilenos comenzamos a vivir una nueva etapa, atrás quedaba el orgullo de ser el único país sin regímenes militares por más de 40 años. Nos vanagloriábamos de nuestras instituciones democráticas, de nuestra tradición republicana. Nos parecía que la intromisión de los militares en política solo podía suceder en el Congo, en los países africanos, donde ambiciosos y déspotas dictadores se desvelaban por sus ansias de poder. Nosotros, estábamos libres de esas apetencias. Qué inocentes fuimos.



Se acabó con los espacios de participación ciudadana se cerrando el Congreso Nacional y el Tribunal Constitucional. Los partidos políticos fueron puestos en receso y los de izquierda perseguidos y considerados como asociación ilícita. Los Registros Electorales incinerados y se puso fin a las funciones de Alcaldes y Regidores.



La DINA y la CNI mostraron la furia y la indolencia del régimen militar. Paralelamente el Comité para la Paz, la Vicaría de la Solidaridad, la Agrupación de Familiares de Detenidos Desparecidos, la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos, el CODEPU, el FASIC, y el PIDE, como así también, los miles de ciudadanos y ciudadanas anónimos que alzaron la voz y salieron a las calles en defensa de los derechos humanos.



Los detenidos-desaparecidos en Chile y en cualquier parte del mundo son una herida abierta y una vergüenza para la humanidad. Es inmoral pretender tapar este horror con leyes de punto final.



17 años de régimen militar y 13 años de gobiernos concertacionistas, sin duda toda una generación, que escucha, que lee, y que pregunta acerca de lo que pasó hace 30 años.



Para ellos, una historia que no podemos olvidar. No para revivir odios ni venganzas. Sino para que éstas cosas no vuelvan a suceder. Necesitamos fortalecer un régimen democrático que no solo nos convoque cuando hay elecciones. Necesitamos fortalecer sociedad civil participativa, activa y deliberante. Capaz de hacer suyo los cambios sociales.



Las nuevas generaciones tienen derecho a vivir en un país reconciliado y en paz con el pasado, pero eso no puede ser fruto de compensaciones económicas. Sólo con verdad y con justicia podremos construir una nación de verdad.



Necesitamos mirar a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos con la dignidad de haber hecho todo lo posible por encontrar a los desaparecidos.



Venciendo la mala memoria.



(*) Periodista. Servicios de Estudios Regionales, SER. Concepción, VIII Región.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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