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El bosque nativo como inversión rentable

Si la explotación de una especie exótica se rentabiliza gracias al aporte del Gobierno, ¿por qué se discrimina al bosque nativo en los recursos entregados?


Un nuevo proyecto de Ley de Preservación del Bosque Nativo y Fomento Forestal fue enviado a la comisión de Agricultura del Senado. Si bien no fue despachada con la prioridad que el Gobierno había prometido, las coincidencias que se esbozan en el Parlamento hacen suponer que su aprobación no será tan lenta como otros intentos de legislación forestal.



La discusión reciente se ha centrado en los recursos necesarios para hacer efectiva la aplicación de la Ley. La indicación propuesta fija el mecanismo de entrega por medio de un fondo concursable, lo cual está estrechamente ligado al tema de la sustitución de especies nativas por pino y eucaliptos. Esto, en contraste a versiones anteriores del Proyecto de Ley en que utilizaba la fórmula de subsidio directo, al igual que el DL 701.



No es menor que el Proyecto de Ley considere bonificaciones para el manejo sustentable del bosque nativo y promueva su preservación. Quienes deberían ser los principales beneficiarios son los pequeños y medianos propietarios forestales, dueños del 80% de los terrenos cubiertos con bosques nativos.



Debido a sus condiciones de pobreza, ellos se han visto muchas veces obligados a vender sus terrenos a grandes forestales que realizan plantaciones con especies exóticas, o bien quedan relegados a la explotación hormiga y a la obtención de leña como medio de subsistencia. Sin embargo, el mecanismo propuesto por el Ejecutivo no permite un acceso preferencial para estos sectores ni tampoco identifica los montos totales involucrados.



Un análisis simplista de la situación del bosque nativo y puede llegar a la conclusión de que este recurso, a diferencia de las especies exóticas, no es económicamente rentable, ya sea por su bajo valor de uso o, incluso, como se ha señalado solapadamente, por la incapacidad de sus propietarios de obtener provecho distinto a la leña por su condición de indigentes.



Evidentemente, si pensamos así la única alternativa de desarrollo es la sustitución y los indigentes del bosque nativo necesitarían «un subsidio para poder calentarse». Pero afirmar esto es olvidar que el éxito de las especies exóticas en el sector forestal exportador, desde la década del 70, está basado en el fomento estatal y en ventajas ambientales, como el clima y la calidad del suelo. Estos mismos factores podrían contribuir a un éxito económico rotundo de la utilización productiva sustentable del bosque nativo.



De acuerdo a evaluaciones de Fundación Terram sobre los principales indicadores económicos en plantaciones de pino radiata, se obtuvieron montos negativos para el Valor Presente Neto (VPN), mientras que para la Tasa Interna de Retorno (TIR) los valores son incluso inferiores a los que se obtendrían invirtiendo en otro negocio cuando no se aplica el subsidio. Es decir, la rentabilidad del proyecto es generada gracias a la bonificación otorgada por el Gobierno.



Siguiendo esta lógica, se evaluó bajo los mismos criterios el proyecto de manejar sustentablemente renovales de bosque nativo en la X Región. Sin subsidios se obtiene un valor positivo, aunque poco significativo. Con subsidios del 100% de los costos de plantación, caminos, desbroces, cercos y administración, los resultados son positivos, con valores máximos entre 350.000 y 400.000 pesos por hectárea.



Si la explotación de una especie exótica se rentabiliza gracias al aporte del Gobierno, ¿por qué se discrimina al bosque nativo en los recursos entregados? La evidencia demuestra que éste también puede ser un negocio rentable, e incluso más que el pino radiata, si el Estado bonifica parte de los costos en que los propietarios incurren.



Según estimaciones de la Corfo, con una inversión de 10 millones anuales de dólares, alcanzaría para proteger un millón de hectáreas en 25 años. Y, desde el punto de vista económico y social, según estimaciones de Infor, con el actual proyecto de Ley y en una proyección de 40 años, se crearían 500 mil nuevos empleos con una inversión anual de 15 millones de dólares. Independientemente de la veracidad de estas cifras, está claro que un buen manejo del bosque nativo significaría que este recurso aumentara su potencial en relación al actual, donde las bonificaciones a los pequeños propietarios son fundamentales.



La sustitución del bosque nativo es un buen negocio para pocos y una condena a la pobreza para la mayoría. Esto, por ejemplo, se expresa en el alto grado de concentración de los ingresos existente en la industria. Sólo en la Octava Región, aproximadamente un 70% de la superficie plantada está en manos de seis empresas forestales. Con relación con las exportaciones, la información del año 2001 señala que solo 7 empresas forestales exportaban más del 60 por ciento del total.



Los recursos que destine el Gobierno para la conservación, preservación y manejo del bosque nativo, corresponden a una inversión con alto retorno social. Los resultados serán mayores si se cuantifican las externalidades positivas originadas por las funciones ecológicas del bosque nativo. Sin duda, es fundamental que un Proyecto de Ley de Bosque Nativo contemple el manejo sustentable del recurso y un acceso igualitario a las bonificaciones.



* director ejecutivo de Fundación Terram

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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