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Lo que está detrás de las Bandas de Precios

Las Bandas de Precios y el destino de la agricultura, encierran mucho más que un mecanismo económico y una actividad productiva, lo que realmente está en juego, es el tipo de sociedad que queremos construir.


El verdadero trasfondo en la discusión del proyecto de ley de Bandas de Precio, es el tratamiento que el Estado debe dar al sector agrícola, en especial, al que se desarrolla desde la VII Región al sur, es decir, la mal llamada agricultura tradicional que la componen los cultivos anuales y el rubro ganadero, de leche y carne.



Mientras en Chile de manera dogmática y porfiada algunos sostienen que las «protecciones» al sector no se condicen con el libre mercado y el proceso de apertura en que se ha empeñado el país, las naciones desarrolladas como Estados Unidos y las que componen la Unión Europea no retroceden en otorgar millonarios subsidios y en mantener una verdadera red proteccionista a sus propios agriculturas. El gran país del norte entrega «ayudas» por cerca de 18 mil millones de dólares al año, es decir, el equivalente al presupuesto fiscal chileno de todo un año. Tal circunstancia, obliga a ciertos sectores de nuestros productores agrícolas a competir en absoluta desventaja y desigualdad frente a los productos extranjeros, haciendo completamente inútil sus esfuerzos de eficiencia y productividad.



De nada sirve que los productores de remolacha, trigo, carne y leche se ubiquen entre los más eficientes del mundo, si los sometemos a una competencia con productores extranjeros que en un bolsillo tienen sus magras ganancias pero que en el otro, muchos dólares que les proporcionan sus respectivos gobiernos.



¿Qué ocurriría si Estados Unidos subsidiara a sus salmoneros o productores de vino o de fruta? ¿Se centraría esta discusión tan solo en el trigo y en el azúcar? Sin duda estas actividades estarían obligadas, para subsistir, a contar con mecanismos que permitan neutralizar esa ventaja y quienes se dedican a ellas reclamarían, con toda justicia, por una competencia leal.

Razón tienen los que señalan que Chile no cuenta con recursos para poner en los bolsillos de nuestros agricultores y esa es la razón por la cual no lo solicitan. A cambio, piden que existan instrumentos como las Bandas de Precios, que solo en parte, permiten generar una competencia con cierta igualdad. Su mantención en el tiempo, dependerá de lo que ocurra con las distorsiones de los mercados internacionales que fue lo que las originó, de otro modo y estableciendo arbitrariamente una fecha de defunción, quedará la falsa impresión de que fueron un mero capricho proteccionista.



Si nuestros gobernantes no entienden esto y muchos economistas y comentaristas de medios de comunicación persisten en su ortodoxia y en no entender que, lamentablemente en el mundo, parte de la agricultura no se rige por las reglas del mercado, miles de chilenos pagarán un alto costo y el resultado será que más temprano que tarde desaparecerá la agricultura del sur. De llegar a producirse este hecho, se afectará al comercio, al transporte y a numerosos servicios que dependen, en buena medida, de la actividad agrícola. La migración del campo a la ciudad se incrementará más aún y junto con despoblarse el campo y nuestro territorio, mucha gente sin empleos, generarán toda suerte de necesidades básicas.



Frente a este oscuro panorama, vale la pena preguntarse si las autoridades del Estado han calculado la inversión que significará construir viviendas, dotarlas de electricidad y agua potable, de pavimentación, escuelas y postas de salud y tantos otros servicios que demandarán estas miles de familias. Más allá del inmenso costo económico, el desarraigo, la frustración y los problemas sociales, terminarán por pasarle la cuenta a una sociedad que no supo entender ni valorar el aporte al país que significa la gente del campo y la actividad agrícola.



Las Bandas de Precios y el destino de la agricultura, encierran mucho más que un mecanismo económico y una actividad productiva, lo que realmente está en juego, es el tipo de sociedad que queremos construir.





el autor es diputado de RN por el Distrito 49, IX Región.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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