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Los chilenos trabajan más horas


Que las horas dedicadas por los chilenos al trabajo rompen estándares internacionales no es novedad alguna. Lo repetimos casi como penitencia. El alto promedio histórico que venía descendiendo desde el año 1990 lenta, pero sistemáticamente, repuntó de inmediato como efecto de la crisis de 1998. Esto confirma que estamos ante un fenómeno duro de roer.



¿Qué encierran los promedios generales de las 2.244 horas de trabajo anuales (IMD) o 48 semanales (Casen)? ¿Es lo común para toda la población activa o varían en ella? La segunda alternativa refleja mejor este importante aspecto de la vida laboral en el país.



Así, un tercio de los chilenos trabaja más de 49 horas en la semana (por sobre el máximo legal ordinario), otro tercio entre 45 y 48 horas y el tercio restante, 44 y menos. Sólo 18% tiene jornadas menores de 40 horas.



Dos dimensiones, género y edad, son claves en la calidad de vida y las relaciones familiares. Los hombres trabajan 5 horas más en la semana que las mujeres, diferencia que desaparece en empleados/as en comercio y se invierte en ocupaciones altamente calificadas donde las mujeres dedican más tiempo al trabajo que los hombres. Por otra parte, el tiempo de trabajo cambia a lo largo del ciclo vital y laboral. Es menor al ingreso y al final. En tanto, entre los 25 y los 54 años los hombres trabajan al máximo, 50 horas semanales, las mujeres se retiran antes y trabajando progresivamente menos tiempo.



Si son jefes/as de hogar y con hijos, hombres y mujeres trabajan por igual, por sobre las 50 horas, con una diferencia: el ingreso por hora trabajada es 20% superior en los primeros que en las segundas.



Para las relaciones laborales, el tiempo de trabajo es una condición básica, vinculada con los procesos, por una parte, pero también con los sistemas de remuneraciones y organización del trabajo en las empresas.



En efecto, la jornada laboral es más extensa en torno de las relaciones asalariadas, en primer lugar, la de los propios empleadores. Los trabajadores dependientes trabajan dos horas y media más a la semana que los trabajadores por cuenta propia.



Pero las diferencias mayores, surgen de las características de las actividades y el régimen salarial en el que las personas se desempeñan. Mientras más variable es la remuneración, mayor es el tiempo dedicado a obtenerla. Alcanzan las 11 horas entre los dos sectores económicos extremos.



Quiénes trabajan más están ocupados en el transporte y almacenamiento (locomoción colectiva urbana hasta actividad marítimo portuaria), segundo, en minería, tercero, en restaurantes y hoteles y luego, los trabajadores forestales. Por el otro lado, y comparativamente, jornadas más reducidas están en servicios sociales y comunales, industrias deprimidas y los seguros.



Algunas ocupaciones son realmente críticas y muestran efectos perversos del sistema de pago, por ejemplo, por boleto cortado en conductores de autobuses (57 horas). O en cargos de alta responsabilidad y riesgo de accidentes mayores como los operadores en refinerías (65) o de riesgo vial, como maquinistas y conductores de camiones pesados (55).



Por otra parte, los horarios de trabajo y los días dedicados al descanso se diversifican. Alrededor de un cuarto de los trabajadores dependientes trabajan en sistemas de turnos, entre ellos, 60% en turnos nocturnos, ambos fenómenos en aumento los últimos años. Casi un cuarto de las empresas trabajan en días domingos, especialmente, transporte, comercio, minería y agricultura.



En la Reforma Laboral aprobada en 2001, las materias orientadas a limitar el tiempo de trabajo y a garantizar los descansos apuntaron hacia grupos donde la duración de la jornada se disparaba. En momentos en que se discute una propuesta nueva de pactos negociados de flexibilidad para distribuir las jornadas laborales, el requisito de la proposición del Gobierno, de reducir anticipadamente las 45 horas es indispensable. Cabe tener presente en el debate, además, dónde están los nudos más cerrados del problema y a quiénes afectan más.



(Nota: La mayor parte de los datos aparecidos en esta columna son parte del estudio «Tiempo y Organización del Trabajo en Chile», preparado para OIT).







* Socióloga del Departamento de Estudios de la Dirección del Trabajo

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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