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Ejército de ciegos


Obviamente, la propuesta sobre derechos humanos algo se deslució con los palos y bombas lacrimógenas del día del paro de la CUT. Así, al menos lo sintieron en las esferas oficiales cuando veían los noticieros de televisión de todo el mundo que hablaban de «protestas callejeras en Santiago..». Pero ya pasó y la vida continúa y, claramente, no se puede «tener el fudre lleno y la mujer borracha», como dice un proverbio medieval italiano.



Lo curioso es que se sigue acercando el famoso 11 de septiembre, el de los 30 años, y nadie parece haber cambiado un ápice en sus posiciones. Hay mucho de raro en la «generosa» actitud de los medios de derecha que
no han ahorrado elogios a la propuesta presidencial; claro está que ellos saben que son tanto o más culpables que los mismos autores de las violaciones a los derechos humanos, pues fueron instigadores de la violencia, tanto como los medios alemanes en su época apoyaron el racismo del Canciller Hitler.



Para no hablar mal solo de nuestro proceso, en verdad en América Latina, en general, estos sembradores de odio han salido del todo indemnes e ilesos y la realidad nos dice que un director de diario, radio o televisión que se presta para encubrir crímenes, para instigarlos, es bastante más culpable que el soldado o carabinero que debe cumplir las
órdenes superiores, que siente temor a las represalias si se niega o que se cree, socialmente, avalado por los medios para llevar a cabo
su inmunda acción.



Pues aquí en Chile no les ha salido «ni por curados», como dice el refrán popular. Inclusive han devenido en palomas que se ocupan de la paz ciudadana y más adelante podrán ser hasta oráculos del bien.



Eso, más la impunidad vergonzante de Pinochet, es lo que va a condenar a los transitólogos a no ser más que moscas en la historia futura, pues lo absurdo de todo se demostrará por la obstinación de la memoria
popular y porque ya estamos viviendo la «Era de las comunicaciones» en que las verdades únicas o pseudo-tales no resisten análisis.



No tenía deseo alguno de meterme en este tema, pero confieso un gran enojo o una desilusión confirmada. Junto a muchos otros estuve entre los que creyeron en los cambios por la vía democrática y, después del desastre, comprobé que habíamos sido manejados por quienes de democracia no querían ni escuchar ni hablar.



Ellos mismos se las han ingeniado para que no sea cierto aquella afirmación de Allende que dijo: «superarán OTROS hombres este momento gris y amargo…».



Han pasado 30 años y son casi los mismos, con pocas excepciones, involuntarias pues han pasado a decorar el Oriente Eterno. Eso es lo que da impunidad a los criminales y cierra horizontes a los ofendidos.



¿Deberemos pedir carné de militancia en el ejército de ciegos que nos describió Ernesto Sábato?





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  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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