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Después del apagón

De la noche a la mañana quedé completamente descolgado de mis fuentes de información diaria. Perdí todo contacto con mis amigos y conocidos. Sin acceso a Internet, me sentí en una oscura nebulosa que duró casi un mes y de la cual vengo recién saliendo.


En Canadá, el primer lunes de agosto es feriado. En la provincia de Ontario se recuerda al primer Gobernador General de la región, John Graves Simcoe, quien por orden de la corona inglesa fundó la ciudad de York, hoy llamada Toronto. Simcoe tenía la expresa orden de impedir que la revolución norteamericana se expandiera hacia el oeste, cerrando el paso entre los Grandes Lagos y el Valle de Ohio. Haciendo honor a la fecha, ese mismo día mi computador -con algo más de un año de uso- se amotinó y decidió dejar de trabajar.



Ese lunes 4 de agosto mi PC decidió repudiar para siempre a su disco duro. Con todos los medios aprendidos en más de 10 años de uso de Macs, intenté que el disco duro volviera a la vida. Consulté a mi gurú en Macs, un gran amigo que reside en Santiago. Además, consulté a otro amigo que vive acá en Toronto para ver cómo recuperar el computador.



Durante una semana intentamos recuperar el disco duro por todos los medios. Luego de convencernos de que era un problema de hardware, no de software, llevé mi iBook al Servicio Técnico para cambiar el disco duro. Tras dos semanas, mi computador fue reparado.



Esta semana recién pasada me he dedicado a reinstalar los programas que uso para mi trabajo y a recuperar los archivos acumulados en más de 10 años.



Ya estoy casi al final de la instalación de programas y bajada de otros. La recuperación de archivos será la parte más larga y difícil. Sé que hay muchos que nunca recuperaré, pero eso me tiene sin cuidado. A veces es necesario desprenderse de las cosas, dejarlas atrás y partir de nuevo. Hay sí, archivos que tengo que recuperar, sobre todo mis trabajos publicados en diversos medios y reportajes radiales que tenía archivados. Tengo que recuperar muchas direcciones de correo electrónico perdidas y que lentamente he ido recuperando.



Es la primera vez que tengo una pérdida informática catastrófica. Ya he pasado por varios modelos Apple. Desde los primeros Mac Plus y Mac Plus Classic hasta los primeros portátiles, y luego los Power PC. Ahora estoy en los G3 para el próximo año saltar al G5, el computador personal más rápido de la historia. Agrego que me inicié en mi primer computador por allá en 1981, cuando un hermano adquirió un clon del Apple IIC. En otras palabras, tengo 22 años usando un computador como parte diaria de mi vida.



En todos estos años de uso nunca he tenido un virus ni una pérdida. El problema de hoy se debió a un exceso de confianza. Hace poco adopté el nuevo Sistema Operativo X de Apple, y pospuse el respaldo de mis archivos para cuando estuviera más a caballo con el nuevo sistema. No respaldé a pesar de que el aparato graba CD y cada uno cuesta unos pocos pesos. Craso error.



Con mi apagón descubrí -o más bien confirmé- la enorme dependencia que como sociedad tenemos de la computación, y en mi caso de Internet. Mi primera dirección de correo electrónico la contraté en 1993. De la noche a la mañana quedé completamente descolgado de mis fuentes de información diaria. Perdí todo contacto con mis amigos y conocidos. Sin acceso a Internet, me sentí en una oscura nebulosa que duró casi un mes y de la cual vengo recién saliendo.



A pesar de contar con prensa a domicilio, con TV cable, con canales de noticias e información las 24 horas y radios para informarme de la realidad cotidiana, sentí una gran pérdida de control. Un control que ejerzo al buscar mis propias fuentes de información que nutren mi trabajo periodístico o que uso para información general.



Dejé de recibir directamente en mi computador los titulares de diversos matutinos de Chile y América. Dejé de recibir e-mails diarios de organismos multilaterales. Perdí todo lazo con gobiernos de los cuales recibo información oficial y con listas a las cuales pertenezco. Perdí todo contacto con amigos y amigas. En otras palabras, sentí con gran impotencia que carecía de información.



En este mes hubo muchas noticias de las cuales no me pude sentir partícipe. Cuatro días después de mi apagón informático ocurrió el gran apagón eléctrico en Estados Unidos y Canadá. Hice una nota para una radio chilena, pero como periodista me sentía completamente desinformado.



Irak sigue ocupado por la tropa angloamericana. El fracaso de la ocupación es tal que incluso las oficinas de Naciones Unidas fueron voladas en un acto terrorista que le costó la vida, entre otros, a Sergio Viera de Mello. Pero siento que no supe de la noticia.



Estados Unidos, según se informó, logró que varios países enviaran efectivos militares a Irak. Según un e-mail del Departamento de Estado, 27 países han contribuido con unos 21.700 efectivos. El Salvador, Honduras, Nicaragua y República Dominicana, junto a países de Europa del Este, han enviado tropas a ponerse a las órdenes del jefe militar de la ocupación, el Teniente General Ricardo Sánchez. No recuerdo que alguno de estos países haya contribuido mayormente a las fuerzas de paz de Naciones Unidas.



Ese e-mail del Departamento de Estado, enviado el 20 de agosto, logré leerlo varios días después.



Me informé, tardíamente, de que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas había rechazado la propuesta de Estados Unidos y Gran Bretaña para que Naciones Unidas enviara tropas de paz bajo las órdenes de Sánchez. Chile, entre otros países, rechazó la propuesta de los invasores.



Estoy recuperando lentamente el tranco que llevaba antes de mi apagón informático e informativo.



Supe de las declaraciones del Primer Ministro británico, Tony Blair, ante la comisión indagadora del «affaire Irak».



Me estoy informando de la polémica sobre la conmemoración de los 30 años del golpe de Estado de 1973. Escuché las declaraciones de Patricio Aylwin y Andrés Zaldívar. Ambas posturas me parecen mezquinas, especialmente viniendo de personajes que tanto contribuyeron al estado de cosas que terminó por romper con la constitucionalidad republicana. Es notable la falta de altura de miras que demuestran cuando Chile rescata la memoria del Presidente Salvador Allende como un gran republicano que defendió los principios de la democracia y la Constitución con su vida.



Aylwin y Zaldívar reflejan la estrechez de mente de políticos egoístas ocupados en sacar cuentas pequeñas. En muchas partes del mundo se recuerda a la figura de Allende como la de un estadista de estatura mundial que defendió la democracia contra la barbarie del oscurantismo.



He recuperado las actualizaciones de mi sistema operativo Macintosh y estoy de vuelta en la versión 10.2.6 (Jaguar). Ahora espero con ansias la próxima aparición de la nueva gran versión (Pantera). La lección es que en computación hay tres grandes normas: respaldar, respaldar y respaldar. Estoy respaldando todos mis archivos, artículos, reportajes, contactos con amigos, amigas, colegas y medios. En lo que a mí respecta, mi primer apagón será el último.



* Jorge Garretón es periodista chileno residente en Canadá..



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