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A 11 del 11

Hablar del «11» es hablar de una fecha oscura que rompió el alma de mi país en dos, que nos fraccionó en torturados y en torturadores, en censurados y en censuradores, en reprimidos y en represores, en humanos y en inhumanos; hablar del 11 es hablar de una fecha que nos dividirá por mucho tiempo.


«Jovencito, no opine de cosas que usted ni siquiera vivió», me dijo peyorativamente doña Lucia, refiriéndose a mis precarios 19 años de edad cuando intentaba explayarme respecto a los sucesos del 11 de septiembre del 73.



Efectivamente, 11 años después del 11 recién vi la luz del mundo, al igual que miles de jóvenes, que cuando en Chile volvía la democracia, nos era más interesante ver al «coyote persiguiendo al correcaminos» que pusieron en televisión para esconder los resultados del plebiscito, que el mismo desenlace de este histórico suceso.



Porque mi generación, no es la generación de los cánticos del «Venceremos» o del «Avanzar sin transar» del 70, ni tampoco aquella que se tomara las calles durante los 80 y que dijera más de alguna vez que perteneció a la gloriosa Feses, cuando era estudiante secundario. Al igual que la generación del 70 no era igual a la del 80, y la del 80 a la del 90, la generación a la cual pertenezco, es distinta a estas anteriores. Mi generación es aquella de las disputas en la calle, pero esta vez, por un pase escolar o por mayor crédito universitario, es la generación donde los viejos ídolos de grandes retóricas han sido desplazados por iconos como Zamorano o el «Chino» Ríos, es la generación de Robotech, Los Simpson y Dragon Ball Z, aquella que solo conoce de dictaduras por imágenes audiovisuales y vivencias ajenas, y lo único vivido es la democracia. Mi generación es la que ha crecido en el Chile de la Concertación.



No obstante pertenecer a una generación que no vivió los problemas de la unidad popular ni las atrocidades de la dictadura militar, creemos tener una propia visión de lo sucedido en Chile, y creo que no es una visión muy positiva al respecto. Compartimos la mirada autocrítica llevada a cabo por algunos sectores de la izquierda, quienes fueron capaces de reconocer los errores cometidos durante el gobierno de la Unidad Popular e iniciar un largo proceso de renovación de las ideas, pero de igual manera, vemos como de un gobierno con desaciertos, quizás presos por sueños de igualdad y mayor justicia social, pasamos ilógicamente a uno de los regímenes más oscuros de nuestra historia patria. De un gobierno con errores, no se sigue lógicamente, un gobierno con «Horrores». Aquellos que creemos en la democracia y la vemos no como un medio, sino como un bien en sí misma, creemos que los problemas SIEMPRE se solucionan por esta vía.



Tenemos claro que hoy estamos viviendo las directas consecuencias de lo sucedido en un pasado cercano. Un Chile dividido, entre aquellos que celebraran este 11 de septiembre y aquellos que lo recordaran como un triste momento para nuestra historia.



Entender que este Chile que sufrió en su alma al verse dividido, y que aún lamenta el no reencontrarse, es parte de nuestro Chile, es fundamental para nosotros, puesto el ser capaces de asumir nuestro pasado, constituye nuestro pilar para entender el presente y poder construir el futuro.



El hacernos cargos de nuestro pasado, no es estar anclados en décadas anteriores, al contrario, es aprender de las lecciones que nos deja el 73, para no repetir los mismos errores, esta vez en nuestros propios desafíos y luchas que -como generación- tenemos por delante.



Mi generación está pensando en el futuro, y es por eso que creemos fundamental dar una debida solución al tema de los DDHH y avanzar en una real justicia en los procesos judiciales, puesto de esta manera un «Nunca más» será mas fácil. Y por que pensamos en el futuro, es que la gran mayoría cree que este país debería tener una constitución acorde a los tiempos de democracia, una ley de divorcio atingente a las demandas ciudadanas, leyes que protejan a los trabajadores, acceso de la sociedad a nuevas tecnologías, un crecimiento económico sustentable que vaya de la mano de justicia social, la equidad y que, además, respete el medio ambiente. Lastima que no todos piensen en el futuro e inunden de conservadurismo nuestra sociedad.



Hablar del «11» es hablar de una fecha oscura que rompió el alma de mi país en dos, que nos fraccionó en torturados y en torturadores, en censurados y en censuradores, en reprimidos y en represores, en humanos y en inhumanos; hablar del 11 es hablar de una fecha que nos dividirá por mucho tiempo.



Para mi generación, una fecha importante, pero no parte de nuestros recuerdos, como sí sucede con el 5 de octubre, donde creemos que muchos más chilenos nos unimos, esta vez, entorno a un ideal como la democracia, la cual, con un lápiz y un papel, millones de chilenos recuperaran.



(*) Vicepresidente Nacional Juventud Socialista de Chile.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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