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Utopías

creo que no es posible imaginar nuestro futuro desde una perspectiva de izquierda sin producir una sutura entre la Unidad Popular y el presente. Lo que une ambos momentos todavía amputados es la aspiración por un democratización radical de la sociedad.


La Universidad Arcis organizo un seminario internacional denominado Utopías. Su objetivo no solo era recordar a la Unidad Popular. El recuerdo, selección de las experiencias vividas, constituye a veces un puro ejercicio nostálgico, en el cual el pasado es venerado como una especie de edad de oro, fragua de experiencias inolvidables pero imposibles de ser revividas. El objetivo de los organizadores fue romper esa ilación. Al nombrar este Seminario como Utopías se estaba instalando la actualidad del recuerdo y su importancia para pensar el futuro.



Durante tres días las salas del Centro Cultural Gabriela Mistral, llamado desde el tiempo de la dictadura Diego Portales, se llenaron de un público numeroso, que colmo cada uno de los diversos y diferentes paneles. El día viernes una larga cola de asistentes ansiosos de discutir sobre problemas teóricos, relacionados con la caracterización de la época, espero durante media hora que se abriera la sala para conseguir un espacio, no solo para oír el debate sino para participar en su desarrollo.



El sábado en la mañana un público numeroso que poblado la sala escucho en un silencio receptivo el largo debate de los ponentes sobre la hegemonía neoliberal, para después hacer oír sus propias voces.



Todos los días (jueves, viernes, sábado) un público que superaba todas las expectativas se hizo presente. ¿Por qué ese éxito, que los propios organizadores pusieron varias veces en duda?



Algunas de las razones tienen que ver con la organización del coloquio. La presencia de importantes invitados extranjeros como Jean Franco, Beatriz Sarlo, Andreas Huyssen, Nicolás Casullo, Alberto Moreiras, Idelber Avelar fue uno de los factores. El otro fue la variedad temática, que desbordaba el ámbito restringido de lo político. La diversidad de temas relacionados con el pasado, el presente y el futuro, vistos desde los espacios de lo político, de lo cultural, de lo social atraía a un público a quien le interesaba elegir, seleccionar entre ofertas variadas. Un público al que no se le imponía un libreto sino se le permitía hacer uso de un menú.



Pero el otro factor de atracción fue que se trataba de un seminario que tomaba posición, que no le daba la palabra a todos sino que optaba por un punto de vista. En este coloquio no fue invitado nadie que representará el punto de vista de la derecha o de la dictadura, pues su palabra tiene otros espacios de emisión.



En este coloquio tuvieron acceso a la palabra todos aquellos para los cuales recordar no constituye un procedimiento para olvidar. Hubo momentos de tensión entre el publico y determinados panelistas, que alguna prensa tergiversadora se ha encargado de subrayar. Pero todos tuvieron el derecho a la palabra, todos pudieron decir lo que pensaban y enfrentar a sus opositores a través de la argumentación discursiva.



Este seminario demostró que es necesario crear oportunidades deliberativas y no dejarse llevar por un pesimismo a priori sobre la clausura del interés de discutir. Su éxito se debió al público, a su capacidad de oír y de participar. La experiencia demostró que cuando se plantean oportunidades de discutir sobre variados temas de la sociedad, de la política y de la cultura se tiene la capacidad de seducir y de atraer la atención de un público abierto y problematizador.



Aquí se debatió en mesas simultáneas durante tres días sobre la transición y sus pactos, sobre la reinvención de la izquierda, sobre las diferencias sexuales, sobre el arte de vanguardia, sobre la prensa de oposición, sobre los derechos humanos, sobre la hegemonía neoliberal, sobre el Psicoanálisis, sobre el problema indígena y muchos otros temas más. El interés no estuvo puesto directamente en la coyuntura política sino en la politización de lo social, de la cultura y del arte.



Este seminario nos ha ofrecido la posibilidad de autoreflexionar sobre esta época histórica y también de pensar el Chile del futuro, como una derivación del recuerdo sobre el Chile del pasado.



Personalmente, creo que no es posible imaginar nuestro futuro desde una perspectiva de izquierda sin producir una sutura entre la Unidad Popular y el presente. Lo que une ambos momentos todavía amputados es la aspiración por un democratización radical de la sociedad. Creo que eso fue la idea fuerza que recorrió los diferentes momentos de este seminario polifónico.





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