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No quiero ser periodista

Todo parece indicar que el juez Kokisch violó cada uno de los preceptos éticos señalados al agredir a los periodistas. Las violaciones fueron deliberadas, repetidas, extremas y flagrantes.


La profesión de periodista es peligrosa. De hecho es la actividad más peligrosa del mundo. Según el último informe del Instituto Internacional de Prensa (IPI) el año pasado fueron asesinados 54 reporteros, de los cuales 22 corresponden a profesionales latinoamericanos. Otros muchos son constantemente amenazados, acosados o atacados físicamente, por funcionarios corruptos o por delincuentes que buscan impedir que la prensa realice su labor.



La denuncia de ciertas conductas públicas es tarea peligrosa. El trabajo de la prensa, contribuye en gran medida a desenmascarar y denunciar a los corruptos. Los periodistas frecuentemente, son considerados objetivos legítimos por un número creciente de individuos o grupos radicales.



Desde los inicios del periodismo la labor de la prensa ha sido obstaculizada. Algunos la ven como una intromisión indebida e impertinente. Otros, aseguran que los periodistas tienen agendas partidistas.



En Chile, los comunicadores, reporteros y medios de comunicación deben luchar contra un muro de amenazas legales, como los cargos por injurias y calumnias, la difamación, las llamadas leyes de desacato, que protegen el honor de los funcionarios públicos, en fin, un sinnúmero de trabas que fomentan la autocensura. También los periodistas chilenos son víctimas habituales de agresiones por parte de delincuentes comunes que buscan esconder su identidad.



Hace pocos días, en nuestro país, ocurrió un hecho insólito, algo nunca antes visto. Un hecho vergonzoso, protagonizado por un miembro de la Corte Suprema: Domingo Kokisch.



Los hechos afectaron al editor de El Mercurio Mario Valle y a la periodista del mismo medio, Ximena Marré, quienes fueron citados por el alto magistrado a fin a aclarar una información publicada sobre el caso Inverlink. Kokisch planteó su malestar por el tenor de la nota publicada y exigió una respuesta. Marré autora del reportaje respondió que no tenía nada que comentar al respecto ante lo cual el supremo la insultó «¿Usted es tonta o una fresca?». El editor reaccionó inmediatamente pidiendo más respeto ante lo cual Kokisch le gritó Ä„Usted callado!



Kokisch absolutamente fuera de sí, quien a esas alturas golpeaba repetidamente y con violencia su escritorio, exigió a la periodista revelar sus fuentes de información. La profesional le manifestó que no revelaría la identidad de sus fuentes. Finalmente, el ministro del máximo tribunal absolutamente descontrolado, expulsó de su despacho a empujones a ambos cronistas e incluso arrojó una bofetada al editor, la cual, afortunadamente, alcanzó a esquivar.



Otro hecho similar afectó al periodista de La Nación Luis Narváez, a quien Kokisch propinó tres fuertes golpes de puño, de corta trayectoria, a las costillas. El hecho ocurrió cuando Narváez cubría los alegatos por los desafueros de cuatro diputados de la Concertación vinculados al llamado caso Coimas.



Según el relato, cerca del mediodía y tras culminar la sesión plenaria, el periodista y un grupo de colegas del sector de tribunales esperaban captar alguna impresión de los ministros que habían asistido al pleno.



Cuando Kokisch salió desde el sector de la Sala Civil, donde se encuentra su despacho, fue requerido por Narváez sobre si ya existía resolución o se había adoptado algún otro acuerdo en torno al caso. La conversación se desarrolló mientras caminaban por el pasillo sur del segundo piso del Palacio de Tribunales hacia el ala sur o patio posterior, donde se encuentran la Cuarta Sala y la Fiscalía. Ante los requerimientos del periodista, el supremo se negó a dar mayores antecedentes del Pleno o del contenido de la resolución que días más tarde daría por desaforados a los diputados.



En esas circunstancias llegaron caminando hasta un corto pasillo que conecta el hall principal con el ala sur. Fue en ese lugar que la situación cambió drásticamente, ya que sin testigos cercanos, Kokisch se dio media vuelta empujando al periodista hacia la pared con su puño derecho, mientras le señalaba: «¿Qué es lo que quieren? ¿No saben lo complicados que estamos?».



Sin mediar respuesta, el supremo procedió a propinar tres fuertes golpes de puño a Narváez, los que iban intercalados con las frases de «¿Qué querís?, ¿qué querís?».



Luego, ya fuera de sí, Kokisch le indicó en claro tono agresivo: «Ä„Esto lo podemos arreglar aquí mismo! ¿Querís que lo arreglemos aquí mismo?».



Ante tal provocación, Luis Narváez sólo atinó a responder: «Qué le pasa, ministro, no es para tanto, si no quiere hablarme, dígalo y me voy», ante lo cual Kokisch sólo respondió refunfuñando: «Déjame tranquilo», y se marchó.



Cabe señalar que Domingo Kokisch reconoció ambos hechos. En el caso Narváez, Kokisch, explicó al afectado que su reacción fue motivada por la insistencia del periodista en obtener una información que él no podía revelar, le señaló que no tuvo la intención de afectar la dignidad del profesional y le ofreció sus disculpas si éste se sintió ofendido o agredido. En el caso del Mercurio el juez solamente dio las excusas al director responsable del medio, Juan Pablo Illanes.



Solo por un minuto, imagínese la misma situación pero a la inversa, es decir, que un periodista violente a un miembro del máximo tribunal, ¿qué le sucedería? De partida, el reportero «pierde la pega» al instante. Además, se va directo a la cárcel. Sus disculpas y excusas no servirían de nada, eso lo puedo garantizar, pues lo viví en carne propia al criticar a la justicia chilena. Así las cosas, yo no quiero ser periodista, quiero ser miembro de la Corte Suprema.



El recién creado Código de Ética Judicial, instrumento que regula y sanciona el comportamiento de todos los miembros del Poder Judicial, es claro al prohibir conductas como las exhibidas por Kokisch. Quienes violan sus artículos, deben enfrentar las normas del procedimiento disciplinario.



El artículo primero de dicho instrumento habla de la dignidad de quienes ejercen el cargo de juez. Este artículo dice: «Todo miembro del Poder Judicial, deberá ejercer su cargo con dignidad, absteniéndose de toda conducta contraria a la seriedad y decoro que el mismo exige».



Más adelante, el artículo tercero habla de la integridad en la conducta de los magistrados dice: «Todo miembro del Poder Judicial debe tener una conducta recta e intachable, de modo de promover la confianza de la comunidad en la Justicia. En consecuencia, con su comportamiento procurará no dar lugar a críticas ni reclamos de parte de quienes recurren a los tribunales ni de otras autoridades o del público, en general».



El Código de Ética, en su artículo quinto reza: «Todo miembro del Poder Judicial debe actuar con diligencia, tino y criterio en todas las materias en que le corresponda intervenir en razón o con ocasión de sus funciones, procurando que la forma como las ejercen inspire confianza a la comunidad».



En el artículo octavo, define las normas de respeto que obligan a todos los miembros del Poder Judicial: «Los jueces y demás funcionarios judiciales deberán demostrar respeto por la dignidad de todas las personas en las audiencias y demás actuaciones que lleven a cabo con motivo del desempeño de sus cargos».



Todo parece indicar que el juez Kokisch violó cada uno de los preceptos éticos señalados al agredir a los periodistas. Las violaciones fueron deliberadas, repetidas, extremas y flagrantes.



Todo individuo, especialmente aquellos que ostentan cargos de poder, deben ser sancionados o marginados de las instituciones cuando abusan del poder que la sociedad les ha otorgado. Así sucede con un carabinero intemperante, con un político corrupto o con un sacerdote pedófilo. Pues bien, también debería ocurrir con un juez que deshonra su propio código de ética.





* Miembro Comité Pro-Defensa Ciudadana.



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