Publicidad

Pinochet y el olvido momentáneo

Pinochet representa (…) la traición, el despotismo y también la indignidad. La traición, pues había jurado defender la Constitución. El despotismo, pues fue el estratega del dispositivo del terror. La indignidad, pues ha sido incapaz de hacerse responsable, como Allende lo hizo, haciendo recaer la culpa sobre otros.


En la conmemoración de los treinta años la figura de Allende ha sido objeto de homenajes en Chile y en el extranjero, mientras Pinochet continúa su declive patético, sometido a un olvido momentáneo. Solo ha dado que hablar por la publicación de una entrevista otorgada hace mucho tiempo a su biógrafo cortesano, James Wheelan, en la cual de nuevo revela una absoluta falta de conciencia moral.



Mucho más grave que las acometidas contra los presidentes Aylwin y Frei (al primero de los cuales juzga el peor mandatario de la historia, o sea más malo que Allende) es que en esa entrevista no aparece una sola palabra de reconocimiento de los miles de muertos, de los cadáveres desaparecidos, de las torturas, de los exilios, de los crímenes juzgados y sentenciados en los tribunales chilenos.



Pinochet se presenta como un personaje narcisista quejoso por las persecuciones judiciales, olvidándose de está acusado de crímenes de lesa humanidad e ignorando que hay oficiales y soldados presos por cumplir órdenes provenientes de diversas cadenas formales de mando.



La manera como se refiere a sus intentos de reunir información sobre el vil asesinato del general Prats parece basarse en el supuesto de la estupidez de los lectores. Quien tenía el poder absoluto pretende dar la sensación de haberse enterado por las noticias de la mañana del crimen de su antecesor. Si eso ocurrió significa que estuvimos gobernados por un títere. Pero como sabemos que no fue así, ese relato cínico revela la catadura de quien habla. Un hombre sin conciencia ni honor, que morirá eludiendo sus responsabilidades y haciendo caer los castigos sobre sus subordinados.



Aunque todavía vivamos en una sociedad regida por su constitución y estructurada según los moldes del neoliberalismo, donde por todas partes permanecen las huellas de su obra, ha sido el gran olvidado de estas conmemoraciones.



Los que desde la derecha se preparan para conducir el futuro han elegido la hábil estrategia de preocuparse hoy por las violaciones de los derechos humanos, que en su momento consideraron necesarias. Para ello necesitan condenar lo que aceptaron en silencio, decir nunca más y, sobre todo, necesitan distanciarse de quien utilizó el terror como medio necesario para la realización del proyecto.



Todos sabemos que esta distancia es simulada, pero lo importante es que han necesitado crearla. La razón es que la administración de la herencia necesita de ese blanqueo. Hasta el ejército, la verdadera patria del dictador, se ha visto obligado a ponerle límites, para intentar recuperar legitimidad ante toda la sociedad.



En esta conmemoración de los treinta años, cuando se recuerda el sentido del honor y de la responsabilidad del Presidente Allende ¿qué sentido tenía mencionar ese nombre que en forma evidente representa lo contrario?



Pero no hay que hacerse ilusiones. Este olvido de Pinochet es momentáneo. Sin duda que su imagen reaparecerá cada vez que sea necesario, porque ganó la batalla de imponer el neoliberalismo, aunque lo haya parido a través del terror. La victoria no siempre está asociada a la virtud.



No debemos nosotros olvidar, en la batalla por la interpretación de la historia de Chile en estos cruciales treinta y tres años, todas las dimensiones de lo que Pinochet representa. Significa la traición, el despotismo y también la indignidad. La traición, pues había jurado defender la Constitución. El despotismo, pues fue el estratega del dispositivo del terror. La indignidad, pues ha sido incapaz de hacerse responsable, como Allende lo hizo, haciendo recaer la culpa sobre otros.





______________

Vea otras columnas del autor

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias