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América Latina en la encrucijada

Ya no hay tiempo para el show del engaño ante los balcones, el discurso pueril baja sus banderas amarillas de olvido, y renace una visión integradora porque es el único camino viable, posible y real.


Brasil, México y Argentina, deben asumir su papel en América latina. Ya es hora. Tiempo de cambio. Una mirada profunda, real, práctica, convincente a la regionalización del subcontinente, una visión introspectiva con visión de futuro y global. Chile ha escogido un camino diferente, integrado a los grandes bloques mundiales, al bilateralismo, empujado por su visión neoliberal, y ha avanzado en una ruta peculiar. Sin embargo, tiene mucho que y por hacer con estos hermanos gigantes del norte y del sur.



Lula, Kirchner, Fox, Lagos, tienen un compromiso con la integración, historia de pantalones largos para traducir el mundo, participar con alguna posibilidad y empujar la pesada carreta social del crecimiento con equidad en una región inmersa en la pobreza y la retórica de las promesas, antes que sea tarde.



No es hora de seguir saludando la bandera, de infundadas promesas sin poner en marcha algo más que la retórica y las buenas costumbres de una vecindad que debe traducirse en socios activos en la integración, cooperación, el trabajo conjunto por mejores días para 250 millones de latinoamericanos largamente postergados, de los cuales miles van llenado los cementerios con sus silenciosas cruces de olvido.



Se está imponiendo el estilo Lula, y de Kirchner, en buena medida: la transparencia en la acción, que es lo que necesita América latina, no más pasillos, grandes asambleas del verbo y la retórica. Un buen café, la conversación directa, la planificación adecuada, el trabajo concertado en equipos de trabajo, nos parece ser el camino correcto, productivo. En esa materia, Lagos, es justo reconocerlo, ha avanzado sistemáticamente.



Hay que sumar lo que queda del gobierno de Fox en la gran ruta de los gigantes de la economía latinoamericana con una nueva visión integradora y de cooperación. Ya no queda tiempo.



El mismo Banco Mundial se ha puesto la mano en el corazón y ha reconocido la ruta errática de privatizar por privatizar, el abandono de la salud, la educación, del Estado y sus obligaciones.



Buen momento para Lula y Kirchner, en este nuevo accionar de gigantes dormidos. Brasil y Argentina tiene todo por hacer en esta nueva y feliz etapa, donde surgen dos estilos prácticos, realistas y dispuestos.



Planalto y la Casa Rosada deben poner en marcha comisiones específicas de trabajo, alentar la cooperación e integración e todos los planos, lanzar una plataforma común para América latina.



Que nos sirva el inmóvil pasado para avanzar, las erráticas sombras de tenebrosos e ineptos gobernantes que se tragaron el patrimonio de nuestras naciones, que hipotecaron el futuro. Y aún así existimos.



No es un sueño cambiar la historia, ni una utopía, ni un horizonte lejano, sino una esperanza real, porque América latina tiene reservas, naturaleza, gente, esperanza; el pueblo las tiene y su hora es hoy.



Hay química entre Lula y Kirchner, pero también objetivos comunes. Chile, detrás de la cordillera, pareciera haber amarrado sus caballos hace un tiempo y de otra manera, pero sin embargo debe sumarse en medio de estos dos gigantes que comienzan a caminar.



Un mundo más complejo, con fronteras borrosas, inestables, una economía que no termina de asentarse, una globalización errática, alta tecnología en pocas manos, un planeta en guerra, con fuerte corrupción, desintegración familiar, epidémico en el SIDA, requiere algo más que verborrea, discursos, promesas, si no, mirémonos en el espejo de África.



Ya no hay tiempo para el show del engaño ante los balcones, el discurso pueril baja sus banderas amarillas de olvido, y renace una visión integradora porque es el único camino viable, posible y real.



El mundo está en crisis, no sólo América latina, la institucionalidad internacional tambalea, la inversión extranjera es una volátil pompa de jabón, pero no podemos quedarnos con los brazos cruzados mientras pasa el tren sobre el ya mutilado y herido cuerpo de la región.



No pongamos más los muertos, ni juntemos la desgracia con la pobreza, sino busquemos juntos la solución.





* Periodista, escritor y poeta chileno residente en Panamá.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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