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Gestión de los riesgos agrícolas


Las actividades agrícolas enfrentan un conjunto de riesgos, cuya gestión moderna constituye uno de los desafíos más importantes de los próximos años para el sector. Es en este contexto que el Ministerio de Agricultura ha venido diseñando e implementando un conjunto de instrumentos cuyo propósito principal es el apoyar la gestión de los distintos tipos de riesgos de los negocios agropecuarios, sean estos climáticos, de mercado o técnicos.



Estos instrumentos se caracterizan fundamentalmente por ser OMC compatibles; estar orientados principalmente a desarrollar y a completar los mercados, tanto de productos como de factores; y fomentar la modernización y profesionalización de la gestión de las empresas agropecuarias. Estos instrumentos, desde su propia especificidad, también contribuyen a un mejor acceso al financiamiento, uno de los ámbitos más centrales de un desarrollo agrícola competitivo.



Específicamente los productores del sector cuentan hoy con el Seguro Agrícola, que se implementó a fines del año 2000 y que durante el año 2002 y 2003 ha avanzado significativamente en su consolidación; la securitización forestal, cuya emisión de bonos por US$13 millones ocurrió en Octubre del año pasado y cuyas primeras plantaciones se están efectuando durante este año; y próximamente con la bolsa de productos agropecuarios, cuya Ley ha sido modificada por el Parlamento y que pudiera iniciar sus actividades durante el año 2004.



El primero tiene por propósito administrar los riesgos climáticos, uno de los más característicos de las actividades sectoriales. La bolsa de productos tiene por objetivo acercar al mercado de capitales al campo, toda vez que en ella se podrán transar tanto físicos como derivados financieros. En cuanto a la securitización forestal, ella trata de resolver la falta de capital inicial y el largo período sin retornos de las inversiones forestales, sobre todo en la pequeña y mediana agricultura.



Estos instrumentos son generalmente más complejos que los tradicionales de la política agrícola y la evidencia internacional indica que muchas veces son de lenta incorporación y masificación. Una tarea en esta perspectiva es, entonces, la ampliación y robustecimiento de las capacidades de gestión de los productores agropecuarios y de sus organizaciones, de tal forma que puedan realizar un uso adecuado y fructífero de ellos. Complementariamente, se deben asegurar los adecuados y suficientes procesos de participación, información y de capacitación, base indispensable de cualquier política pública innovativa. Todo ello para facilitar y fomentar la gestión del riesgo como una «buena práctica» imprescindible de utilizar, asentada masivamente en la cultura productiva de nuestros productores.



Es nuestra convicción que la agricultura chilena requiere para su desarrollo y para un aprovechamiento pleno de las oportunidades que surgen de los acuerdos comerciales suscritos de más y mejores instrumentos de gestión de riesgos de los negocios agropecuarios. La agricultura y sus agricultores necesitan de marcos de estabilidad para realizar sus actividades productivas y estos instrumentos ayudan en eso; algunos permitiendo una reducción de las incertidumbres intra anuales y otras entre varios años.



Los mecanismos de estabilización de ingresos, los seguros de ingresos y/o de precios, los mecanismos de titularización de ganado y la multiplicidad de operaciones que permiten las bolsas de productos también son parte de esta lógica y son alternativas de instrumentos complementarios a los existentes que debiéramos ir explorando en el futuro como respuesta a la mayor exigencia de los nuevos escenarios que emergen.


* Subsecretario de Agricultura.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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