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A propósito de ‘peófilos’


Sí, pues, no se trata de una equivocación. Jugando un poco con las palabras y el vocablo de origen griego «filos», bien podría decirse que hay entre nosotros gente, aparentemente política, que se tira «peos» -pedo, según la real academia, que lo define como ventosidad digestiva o borrachera- mas arriba o mas lejos de lo que debe, por lo que, en ese sentido, podrían ser identificados como peófilos.



Ese parece ser el espectáculo que está dando una parte de la derecha, la mas beata y compungida, cuando sigue creyendo que la Justicia, es decir el Poder Judicial, está a su disposición y/u obligado a hacerle caso como en las épocas de los famosos 17 años. Aquí se evidencian graves fallas y faltas al deber de parte de los otros poderes del Estado, que no han levantado siquiera la voz para decir que no se puede acallar opiniones ajenas usando como arma de presión las querellas y otras amenazas. Cualquier observador ajeno vería con preocupación esta situación y llegaría a la conclusión de que los mismos jueces que fueron obsecuentes con Pinochet y sus crímenes, lo siguen siendo con sus herederos políticos.



Mas grave sería la conclusión si se recuerda las confesiones de algunos jueces -entre otros Guzmán- que señalaron cómo el golpe de Estado representó para muchos de ellos un alivio y un agrado ante la amenaza que sintieron de parte del derrocado gobierno de la UP. Aclarando, eso sí, que esos sentimientos nada tenían que ver con la complacencia frente a las violaciones brutales a los derechos humanos que se produjeron durante los 17 años del régimen militar.



Todo indica que algunos cambios ha habido en la conducta y hasta en la composición del Poder Judicial; ciertamente actuaciones como las de muchos jueces descubriendo la verdad de los crímenes de que fueron cómplices estos civiles -que hoy claman justicia por su honra dañada- han hecho que la Magistratura recupere parte del prestigio perdido, aunque falte aún mucho camino por recorrer.



Yo sigo siendo enemigo de las difamaciones y calumnias con las que se actúa en un país de moral clerical. Hasta he sido víctima de ello, y no me parece que la respuesta deba ser caer en locuras o demagogia como ha ocurrido en el Senado, donde la UDI propuso reponer la ya abolida pena de muerte para los delitos de abusos sexuales en contra de menores. Eso demuestra el grado de respeto que le tienen a la democracia, dispuestos a usarla como preservativo para después botarla.



Pero mas grave resulta el peíto que lanzaron contra el alcalde de Santiago y ex acreedor del 49% de los votos en la última elección presidencial. Usar la figura de Lavín -y la fuerza que ella tiene en la sociedad chilena para escudarse tras él- parece poco serio, incoherente y más bien para eludir la justicia.
Ä„A dónde llegará el cinismo que ni mencionan a los niños! Ä„Qué les va a importar ese tema cuando de defender sus posiciones y expectativas se trata!



Aquí hay una locura ciega en torno al poder político o una asociación extraña para evitar las investigaciones que interesan a todo el país.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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