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El país y la UDI exigen verdad


Todos los elementos que rodean al caso Spiniak no caben sino en la categoría de dantescos. Desde las aberraciones sexuales y criminales cometidas en contra de niños; hasta la utilización de esos mismos menores por parlamentarios del PPD, en un intento organizado y planificado para destruir la honra y la vida pública de hombres de excepción y que prestan un servicio ejemplar a Chile.



La UDI es el primer interesado en conocer la verdad y con ese objetivo se hizo parte de la querella en contra de Spiniak y solicitó de inmediato al gobierno la protección de los niños y la investigación completa de los hechos. Queremos la verdad respecto de los graves delitos cometidos contra esos menores y queremos también la verdad respecto del engaño fraudulento que se ha montado, con evidentes motivaciones políticas. Confiamos en el trabajo que realiza el Ministro Calvo en ese sentido, quien ha dado muestras de seriedad y prudencia en la conducción de un proceso complejo y que ha causado gran conmoción pública.



Los rumores intencionadamente sembrados en contra de parlamentarios y la imprudencia sin límite de la diputada Pía Guzmán, son hechos que han desviado la atención del punto clave y más grave de todo este asunto: las redes de pedofilia existentes. La diputada RN, antes de recurrir a los Tribunales de Justicia, afirmó que existían antecedentes «poderosos» que permitían afirmar que tres parlamentarios estaban vinculados a la red de abusos de la que Spiniak formaría parte. Han pasado dos semanas y no existe un solo antecedente que pueda respaldar sus contradictoras afirmaciones, las que incluso fueron desvirtuadas por su fuente, la presidenta de la ONG Arasi y por el Diputado Patricio Walker, quienes la han acompañado antes en este tema.
Esta semana la prensa ha difundido declaraciones de un sacerdote, tan imprecisas y escasas de pruebas como las de la Sra. Guzmán y, causalmente, recogidas originalmente por la misma publicación que sembró el primer rumor.



Volvemos otra vez a los mismos elementos: rumores sin fundamentos, sin fuentes consignadas, reproducidos con espectacularidad, distrayendo la atención del objetivo central, que es identificar y castigar a quienes están detrás del crimen sexual organizado en contra de menores de edad. Y las huellas malignas de quienes han urdido una operación que busca confundir a la opinión pública y desacreditar la idoneidad moral de determinadas personas, todas «causalmente» de una misma posición política.



El fraude organizado y el dolor que nos ha ocasionado nos han hecho más fuertes. Todo se ha intentado contra nosotros: la amenaza, la exclusión, la indiferencia, el asesinato y, ahora, la calumnia y la injuria. Incluso han sido capaces de matar al mejor de los nuestros, y dejar en la total impunidad a sus asesinos. Se han construido diversas y variadas redes destinadas a destruirnos y, en todos esos momentos, ha surgido, más fuerte que nunca, la inquebrantable convicción de continuar en el servicio público.
Nacimos para servir a los más indefensos, a los que no tienen voz, a aquellos cuyos derechos son pisoteados todos los días, a aquellos a quienes les han mentido y que han sido usados y abusados. Estas pruebas nos enseñan que nuestro compromiso debe redoblarse. Si a nosotros nos han hecho esto, qué es lo que no harán con aquellos que no tienen voz.



Hace 12 años, un comando terrorista de izquierda quiso eliminar con el asesinato del líder de la UDI los sueños, las ideas y el estilo de un conjunto de personas que querían trabajar por Chile. Hoy, otro grupo de personas, ahora a través de un intento de asesinato de imagen, trata de evitar que ese grupo pueda alcanzar el gobierno y cambiar a la coalición gobernante. Como ocurrió hace 12 años, la voluntad férrea de la UDI es no dejarse vencer y no entregar el país en manos de quienes no tienen ética ni límite alguno para pretender alcanzar o mantener el poder.



Jaime Guzmán nos recordaba siempre que teníamos muchos y muy variados enemigos y que ellos nos odiaban, y agregaba: «Nos odian, porque nos temen, y nos temen, porque nos saben irreductibles». ¿Irreductibles frente a qué? A la componenda, a la mentira, al populismo, a la demagogia, al libertinaje y a todos los antivalores que el liberal socialismo opone a nuestra tradición occidental y cristiana. Así hemos actuado en política, siempre, y lo seguiremos haciendo. Esta es nuestra fuerza moral, nuestro compromiso público y nuestra vocación política.



Creo que este episodio nos dejará también una lección a todos los ciudadanos: si no exigimos seriedad y responsabilidad en lo que se nos transmite a través de los medios de comunicación, terminaremos destruyendo la verdad pública, uno de los cimientos fundamentales de una democracia sana.



Diputado UDI

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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