Publicidad

Allegro, ma non troppo


El crecimiento económico de 2003 esta prácticamente jugado, y probablemente terminará en torno al 3,2%. Por cierto, esto representa una mejora respecto al 2,1% del año pasado pero todavía lejos del crecimiento potencial. La aceleración del crecimiento este año no ha sido sostenida ni robusta, para que ello ocurriera el crecimiento del PIB tendría que haber crecido varios trimestres por arriba del crecimiento promedio, con lo cual la economía se situaría en la frontera de la producción -pleno empleo-.



La política monetaria expansiva que tenemos desde hace mucho tiempo nos ha dado magros resultados en términos de crecimiento, aún cuando ella ha permitido desde el segundo trimestre del 2002 un mejor ritmo de aumento de la demanda interna. La disciplina fiscal que para algunos se hace en honor de dejar espacio para el gasto privado, aún en condiciones de capacidad ociosa, no se ha visto retribuida sus esperanzas pues en particular el crecimiento de la inversión solo ha mostrado hasta ahora, un comportamiento errático y esquivo; con lo cual, habría que tener una visión mas equilibrada respecto al hecho de que las empresas invierten habida cuenta tanto de la evolución de sus mercados -domestico e internacional- como del costo del capital.



Sin embargo, durante el año 2003 se ha ido consolidando un entorno internacional favorable para un crecimiento mayor del gasto privado, especialmente de la inversión. A saber: mejoramiento de los términos de intercambio y del precio del cobre en particular, inflación controlada, un riesgo país persistentemente en disminución -lo que abarata el endeudamiento externo de las grandes empresas- un saldo negativo en cuenta corriente de balanza de pagos de 0,5% del PIB -que deja un amplio espacio para una mas elevada inversión-.



Los únicos elementos perturbadores para desplegar un ciclo de negocios expansivo son la reciente apreciación del peso, que de persistir puede introducir un elemento contractivo para los proyectos nuevos de inversión en el sector transable, y el elevado nivel de desempleo acompañado de un estancamiento de los salarios reales, que limitan el ingreso disponible y la amplitud del mercado domestico.



Hasta ahora nos hemos ido acostumbrando a creer cada vez menos en las previsiones sobre el crecimiento económico futuro, pues durante los últimos cinco años la diferencia entre el crecimiento efectivo y el previsto por autoridades de Hacienda, FMI, o privados como Forecast, son notables. No obstante, esta vez existe generalizado optimismo sobre el crecimiento de la economía chilena para 2004, pues se espera que a las condiciones recién señaladas se agregue un robusto crecimiento de la economía norteamericana, y un mejoramiento de la economía del Japón, datos que no existían precedentemente.



En efecto -después del fin de la guerra en Irak- el ritmo anual del crecimiento de la economía de los EE.UU. se ha acentuado, pues entre el primer y tercer trimestre del presente año este ritmo ha pasado de 1,4% a 7,2% . Tales logros están asociados al coktail de política económica que en ese país se ha ido delineando, es decir, elevado déficit fiscal (5% PIB), mantenimiento de la más baja tasa de interés de referencia de los últimos 45 años y una caída libre del dólar frente a sus principales socios comerciales.



Los riesgos que enfrenta este ciclo expansivo son dos. Uno, es que en la medida que esta economía se acerque al pleno empleo sin que todavía se haya reducido el déficit fiscal, las tasas de interés tenderán a subir. Dos, una apreciación del Yuan y del Yen, como desean las autoridades norteamericanas, podría arrastrar fuertes tensiones en el mercado de bonos de EE.UU. a través de un menor reciclaje de capitales chinos y japoneses hacia este país, generando un aumento de las tasas de interés de largo plazo, variable clave en la actual recuperación de esta economía.



En cuanto a la economía del Japón, es cierto que desde hace tres trimestres ella se ha reencontrado con el crecimiento, pero no hay que olvidar que desde hace una década nos tiene acostumbrado al stop and go. Esta economía arrastra presiones deflacionistas de importancia que provocan, además, un desplazamiento de empresas hacia el mercado chino y un sistema bancario que aún no limpia de sus balances las deudas incobrables. Sin embargo, Japón se encuentra en mejor pie. La economía china y parte de Asia siguen creciendo con fuerza, a diferencia de la Unión Europea que muestra hoy claros síntomas de estancamiento y una moderada recuperación para el próximo año.



En síntesis, la economía chilena enfrenta un mejor entorno internacional, que algunos se apresuran a ponerle 18 o más meses de permanencia; tarea difícil de medir dado el grado de complejidad con que se articulan los ciclos actualmente y el elevadísimo nivel de endeudamiento de la economía estadounidense. En todo caso es una buena noticia para Chile, pues desde hace 5 años que ella viene creciendo muy débilmente. Como es sabido, cuando se crece poco se distribuye mal, y la permanencia de un elevado desempleo desalienta la incorporación de la población en edad de trabajar a la fuerza de trabajo o amplia el trabajo informal de baja productividad, con lo cual se corre la línea de pobreza en sentido inverso al que se produce con un crecimiento robusto.



(*) Director de Estudios de la Dirección
de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería (Direcon)
.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias