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Un ejemplo a seguir


Hace pocos días el multimillonario de origen húngaro George Soros anunció que ponía 15,5 millones de dólares a disposición de la oposición al gobierno de G.W. Bush a fin de evitar su posible reelección. No se trata ni de un agente de PyongYang ni del castro-comunismo, como se solía descalificar en nuestros medios a cualquier iniciativa que hiciera olitas a la capital del imperio y jefes de la Cruzada de Occidente.



Las motivaciones que Soros son casi de mundial consenso y consisten esencialmente en definir al actual jefe de la Casa Blanca, como «un peligro para occidente». En la actual situación, sin un comunismo que haga de contrapeso, se trataría de un peligro planetario. Debe agregarse que Soros es uno de los teóricos mas lúcidos del sistema de libre empresa y desregulación tan en boga en nuestros días. Además, es un ejemplo práctico de estas doctrinas pues su fortuna personal es una de las mas grandes del planeta.



En los EE.UU., como en Chile, está consolidado un sistema de bipartidismo que hace de nuestras leyes binominales casi un ejemplo de democracia. Por lo tanto, esta decisión del millonario Soros es algo mas que una innovación en la búsqueda de una salida a la difícil situación de los EE.UU., hoy única superpotencia mundial.



Igual que allá en el norte, hay en Chile toda una serie de nuevos ricos, francamente millonarios, que
deben buena parte de su fortuna al funcionamiento del sistema y al hecho que gobierna hace ya 13 años la coalición de la que ellos son militantes. Muchos han sido fiduciarios de inversionistas extranjeros, sin otro título que la confianza que tienen con los grupos gobernantes.



Pues son muy diferentes de Soros. Acumulan como castores riquezas y dineros y a lo mas ayudan a sus partidos de origen, sin ser tampoco determinantes en la globalidad del gasto electoral. Y cuando se trata de hablar de futuro, esgrimen -como del resto lo hace la Concertación- el cuco de Lavin o del gobierno de derechas que pondrá fin a toda esta » preciosa democracia» que tenemos(?).



¿Por qué no hacen una «vaca» -como se llama a las colectas informales- y deciden que se van a jugar para que sigan gobernando sus amigos o, mejor aún, para perfeccionar y corregir las deficiencias democráticas que claramente tenemos?





* Director Ejecutivo del Centro de Estudios para el Desarrollo

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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